

La revista literaria Claraboya cumple 50 años desde que vio por primera vez la luz, allá por 1963, y en León se vuelve a reunir su grupo fundacional, eso sí, no al completo. El auditorio ‘Ángel Barja’ del Conservatorio de Música será este miércoles, 23 de octubre, a partir de las 20 horas, el escenario de un doble acontecimiento: una velada literario-musical, con la que se conmemora el medio siglo de la revista; y el homenaje al gran poeta Agustín Delgado, uno de los ideólogos de la publicación, fallecido el año pasado.
El escritor y académico Luis Mateo Díez, uno de los pilares de los ‘claraboyos’ —como a ellos mismos les gusta llamarse—, oficiará como maestro de ceremonias y leerá una selección de poemas de Agustín Delgado. Con música del Trío Adagio, integrado por la soprano Patricia Pérez, la pianista Rosa Sanz y el violinista David de la Varga, los fundadores de Claraboya —Luis Mateo, Ángel Fierro y José Antonio Llamas— desmenuzarán los entresijos de una revista que con sólo 19 números resultó vital para una generación de escritores.
En el acto, Juan José Lanz, profesor de la Universidad del País Vasco y autor de un profundo ensayo sobre la revista y su historia, abordará, precisamente el impacto de Claraboya en la poesía española. Ángel Fierro y José Antonio Llamas —que con los citados Luis Mateo y Agustín Delgado, conformaban el núcleo central de Clarabaya— respasarán su obra poética.
La velada, que cuenta con el apoyo del Instituto Leonés de Cultura, no se olvidará de los principales ilustradores de la publicación. En el escenario, junto a una fotografía de Agustín Delgado, habrá cuadros de los dibujantes Antón Díez (hermano de Luis Mateo) e Higinio del Valle.

La historia de una revista convertida en referente
Fue en el otoño de 1963 cuando cuatro jóvenes poetas, la mayoría procedentes del Seminario, ponían en marcha una aventura editorial que, medio siglo después, sigue siendo todo un referente literario. El propio título de la revista hacía alusión a la necesidad de poner luz a una época oscura en todos los sentidos. La revista, finalmente, se le atrangataría al poderoso ministro de Información Manuel Fraga, que ordenó su cierre en 1969.
Editada en los talleres de la Diputación, donde el padre de Luis Mateo Díez trabajaba como secretario, la revista Claraboya, heredera de su antecesora Espadaña, permitió a una generación descubrir tanto la literatura que se hacía en otros lugares del mundo como a los escritores ‘emergentes’ en aquel momento.
El crítico Manuel Rico ha resumido de forma muy clara lo que supuso la revista en España, en una entrada de su blog titulada ‘Noticia y memoria de Claraboya para poetas y lectores del siglo XXI’:
“En las páginas de Claraboya habitó la vanguardia, una vanguardia que eludía el puro esteticismo para hacerse comprometida y crítica. Habitó, también el realismo más directo y la poesía social más conocida, con Gabriel Celaya como su más emblemático representante. Habitó cierto culturalismo: poemas de Pere Gimferrer, de Guillermo Carnero, de Marcos Ricardo Barnatán, fueron anuncio de lo que en pocos años sería la antología ‘Nueve novísimos’, de Josep Maria Castellet. Y, sobre todo, estuvo profundamente comprometida con los nuevos nombres”, apunta Rico, citando a continuación a Manuel Vázquez Montalbán, Diego Jesús Jiménez, Juan Luis Panero, José Miguel Ullán, José María Guelbenzu, José Batlló, Vicente Aleixandre, Antonio Gamoneda, Joaquín Marco, Carlos Álvarez, Jósé Elías, Claudio Rodríguez… Y continúa: “En Claraboya está el tránsito, el anticipo de la renovación de los años 70, el marxismo reelaborado y transformado en poesía que sería excluido de la historia oficial de nuestra poesía (o relegado a una zona poco visible, medio clandestina) en los años posteriores (…). Pero el aliento modernizador de Claraboya no se acaba ahí. En sus páginas hay traducciones de textos de poetas no hispanos de una solidez incuestionable, con una enorme proyección en Europa y en Estados Unidos. El turco Nazim Hikmet (traducido, por cierto, por Gamoneda), los poetas de la beat generation (a la que se dedica un monográfico) como Allen Ginsberg, Jack Kerouac, Gregory Corso, Ferlinghetti, la nueva poesía gallega, la poesía cubana de aquellos años….”.
Dos años después de la ‘defunción’ de la revista el grupo publicó Equipo Claraboya. Teoría y poemas (El Bardo, 1971), en el que se manifestaban claramente “frente al esquematismo con que la generación de los años 50 corseteó la materia poética y redujo su lenguaje, frente a aquel sector de la poesía experimental que se nutre de estecismo gratuito y frente al neodecandentismo que utilizando lo más externo del surrealismo reniega del sentido revolucionario de aquél al crear exclusivamente productos de consumo para una incipiente élite neocapitalista”.
Con motivo de los 50 años de la revista se va a publicar, además, un pequeño libro con colaboraciones de un montón de «amigos» de Claraboya.