Por TOÑO MORALA
Demasiado tiempo en aquel estuche de madera y terciopelo rojo; demasiado olor a polvo viejo y a resina descompuesta. Abierto a la vida después de tantos años, al luthier le sobrecogía tanta belleza entre sus manos. Nadie osó tocar, ni siquiera abrir el estuche con aquel viejo violín que el abuelo había regalado a su hija más pequeña desde que la tuberculosis se la llevó con apenas doce años. La tristeza en aquella casa fue el pan de cada día durante toda su vida. Al final, una sobrina ya muy mayor se hizo cargo del violín entre otras cosas, y a su vez, una nieta desempolvó el magnífico instrumento. El luthier miró tiernamente al violín; le quitó las viejas cuerdas, y lo dejó descansar sobre una mesa. Lo miraba fijamente, lo escrudiñaba lentamente; parecía que algo no le cuadraba, y así se pasó unas horas; limpió cuidadosamente el clavijero, desmontó el cordal y el puente… al diapasón le pasó varias veces la mano y sus dedos…, le dio un poco de cera sobre la caja y lo cubrió con un viejo trapo de algodón.
A la mañana siguiente no estaba el violín. No entendía nada, lo había dejado desmontado… al rato llamó a la puerta un viejo con largo pelo lacio y largas patillas. Traía el violín de la niña. Se despojó de la capa, dejó el instrumento encima de la mesa ante la atenta mirada del luthier. Éste se quedó sorprendido… y le preguntó que quién era… el viejo se echó la capa encima y le dijo… “Anoche me llevé el viejo violín… y estuve tocando para la niña de las trenzas negras, entre las estrellas y la luna llena… y me llamo Niccolò Paganini…”

Muy acertao él comentario Toño, me gusta tú forma de relatar, un abrazu.
Me gustaMe gusta
Detrás del tío de rostro duro debajo de una boina, te pusiste romanticón y tierno, jodío, jajaja. Y yo lo celebro: con las mismas manos, hay que saber coger el pan y la piedra, el hierro y la flor. Un abrazo. Luis
Me gustaMe gusta
Caray, Toño, precisamente hoy, cuando las guitarras lloran la muerte de Paco De Lucía….hoy te he leído y no se deshace este nudo…cachis, Toño, has llegado hasta el tuétano y no te vas, ni la niña de las trenzas largas….abrazos. Mª Azucena M.
Me gustaMe gusta