Por LUIS GRAU LOBO.— (…) Empezamos a no creernos nada porque todo puede ser creído y hasta creíble. Nos está permitido escoger en un nutrido mercado de verdades en venta. He ahí el principio de la duda convertido en fundamento de un desastre con proporciones históricas. He ahí el principio de todo comportamiento totalitario y despótico: manosear la verdad moldeándola al albur de los intereses de quien la difunde. Y eso sucede aquí cada día. (…)»