El artículo rinde homenaje a las incomprensibles historias de muchos profesionales independientes de las artes escénicas que, a pesar de haberse dejado el cuero a trizas por su profesión, quedan tirados en el camino. ¿Por qué? Tendríamos que preguntarle a quienes distribuyen el dinero público, que, oh paradoja, pagamos todos; a la crisis que nos tiene amordazados; a la falta de públicos en los teatros…; al sursuncorda sin ir más lejos.
Por FERNANDO CAYO
Para los que no estéis muy metidos en el ambiente teatral, las manifestaciones escénicas las podemos dividir, grosso modo, entre TEATRO PÚBLICO, municipal o nacional —Centro Dramático Nacional, Teatro de la Zarzuela, Teatro Español de Madrid, Nacional de Cataluña, Centro Dramático Gallego, Compañía Nacional de Danza, etc.—, TEATRO COMERCIAL —desde musicales a empresas normalmente asociadas a los llamados “nombres” de la escena— y TEATRO INDEPENDIENTE —un heterogéneo grupo de empresas y compañías de pequeño y mediano formato—.
El Teatro Independiente ha sido durante muchos años la base del tejido cultural y teatral de este país. Una base, sobre todo, para los ciudadanos que no estaban en Madrid, Barcelona o alguna capital más de provincias. Hoy quiero hablar de estos héroes, desconocidos para muchos. Fijaros si son desconocidos que incluso muchos compañeros de profesión de Madrid ni siquiera sabían de la existencia de muchas de estas compañías independientes. Hay cierta tendencia en Madridbarcelona a creer que lo único que existe es lo que ellos ven. Tengamos en cuenta que pocas eran las compañías comerciales que llegaban a todastodaspartes, incluidos los pequeños pueblos y demás, y que los teatros nacionales rara vez se mueven de unas pocas plazas por problemas técnicos y a un anquilosamiento generalizado. Recordemos que estas compañías nacionales las pagamos todos, pero no todos pueden disfrutarlas (¡Ay…! Otra cosa que hay que solucionar…).
Así las cosas, gran parte de los espectáculos que veían el resto de los españoles eran empresas pequeñas y medianas que ofrecían a los ciudadanos un recorrido muy amplio por todo tipo de expresiones artísticas: danza, música y teatro en todas sus formas y maneras: clásico, marionetas, de calle, contemporáneo, infantil, experimental, narración oral… Eran el contrapunto a lo institucional y comercial; un servicio social, un conjunto plural con distintas visiones del hecho escénico que aportaba un elemento democratizador amplio y luminoso ofreciendo una mirada variada y sorprendente que evitaba, de este modo, caer en la modorra de la cultura dominante políticamente correcta, a la postre aburrida y mediaticomecánica. Se situaban lejos de discursos mayoritarios, defendiendo lo diferente, lo parcial, lo distinto y singular. Eran compañías que aportaban un respiro de lo estándar.
Algunas de ellas siguen resistiendosufriendo, pero gran parte de esas empresas han desaparecido ya. Han sucumbido a los impagos de Ayuntamientos, del Ministerio, al interesado retraso de la ley de mecenazgo —que podría haber solucionado gran parte de estos problemas—, a las ETT culturales con escaso rigor artístico, a la subida del IVA y a la madre que lo parió. En resumidas cuentas, han tenido que cerrar el chiringuito de sus sueños por la falta de apoyo de una población masoquista que vota al que le fustiga, le putea y le maltrata. Porque, no olvidarse, somos malos y merecemos que nos azoten, hemos pecado…
Este es nuestro presente: tenemos a un montón de profesionales de la escena que han entregado su vida a una empresa independiente que ahora desaparece y se han quedado en el vacío. Artistas que se encuentran en la tesitura de reciclarse en otros campos o emigrar a territorios donde sean realmente apreciados —¿cuántos coreógrafos tenemos repartidos por el mundo que aquí son maltratados impunemente? ¡Aúpa Ramón Oller!—. Artistas que tratan de entrar en el circuito comercial como actores o bailarines freelance con sueldos que ya no pueden bajar más. Artistas que, sin ganas ni fuerzas ya para seguir luchando, acaban en el Mercadona, que ahí siempre necesitan gente…
Qué lástima de capital humano y de talento desperdiciado. Cómo me duele este país… Menos mal que, como todos sabemos, la historia es cíclica y esto también pasará. Pero mientras pasa o no pasa nos la hemos comido… ¿O nos lo han hecho tragar?

Yo te quiero a ti Fernando. Estupenda y lúcida reflexión. Gracias por seguir ahí, al lado, sin dejar que las luces te cieguen. Un abrazo grande de un independiente….como tú. Con tu permiso lo difundo.
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ES TRISTE……Necessitamos de gran artistas,para hacernos reflexionar y darnos belleza.hace falta respectar y proteger sus obras PARA que se continua la difusion de las obras y luchar porla creacion…..GRACIAS POR ESTE ARTICULO,lo comparto para que mucha gente lo leer!
Marie ocard
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Gracias por tu valentía , fernando , a mí también me duele que hayn castigado a los más débiles y todos paguemos un precio muy alto. Hemos disfrutado mucho de esas pobras de teatro infantiles , y del teatro independiente y es una pena que nadie haya hecho nada por mantenerlo , amparandose en una crisis , la cual es una escusa para lo que yo afirmo: » hacernos tontos» Porque claro no somos tontos pero quieren hacernos». Esperemos tiempos mejores y apoyemos a los pequeños empresarios y a tod@s l@s artistas que nos hacéis sentir….. Un abrazo para tod@s. con tu eprmiso lo comparto.
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