Por VÍCTOR M. DÍEZ.— Un recorrido por la feria de nuestras vidas que concluye en el stand de la Galería Crisma Rota, donde un pequeño tumulto hace a Norman Foster resbalar con un canapé y cargarse una escultura de sí mismo a tamaño natural. Con ironía, como en el último espectáculo de Albert Pla.