
«Wert tiene razón, a varias generaciones de chavales pantumaqueros se les ha enseñado una Historia en la que Cataluña tiene tanto peso como España, Francia y el Imperio Romano».
Por ANTONIO BERMEJO PORTO
El ministro de Educación y Cultura, José Ignacio Wert —con ese apellido de teclado que tiene— ha dicho que es necesario españolizar a los alumnos catalanes. Y tiene razón, porque hay varias generaciones de chavales pantumaqueros a los que les han dado el cambiazo, sustituyéndoles la antigua Historia de España por otra llamada Historia a secas en la que Cataluña tiene tanto peso como España, Francia y el Imperio Romano, lo cual por cierto, no se sabe bien como lo consiguen, ha de suponerse que Séneca nació en Badalona y que de Lloret de Mar salieron las dos —por ahorrar— carabelas que descubrieron Australia.
Muchos años antes de la crisis tuve la oportunidad de hacer un crucero por el Egeo (como lo oyen). Al arribar a Éfeso, había a pie de barco un autobús que ponía «españoles» donde esperaban a todos los turistas catalanes, ya que para el manifiesto del buque viajaban con pasaporte de cortesía español. Al ver el rótulo, los catalinos, muy ofendidos, exigieron un autobús distinto; la Guía griega, que no se enteraba de nada, cometió el error de preguntarme a mí. Yo, con mucho aplomo y el sombrero panamá en la mano izquierda, le expliqué despreocupadamente que aquellos distinguidos pasajeros procedían de otra nación y que lo mejor era dejarles allí esperando su autobús. Aún sonrío cuando los veo agitando los brazos en lontananza.
En algo lleva razón Artur Mas cuando habla de la mutua fatiga. Sí que cansan sí. Lo que no me parece muy propio es que con tanto teléfono móvil y correo electrónico haya su majestad el Rey Don Juan Carlos I de España (título que comienza a parecerse al fideicomiso de residuo en su modalidad de lo que quede, si queda) haya de echarle el responso al Presidente del Gobierno en mitad de la calle, con las cámaras de televisión y los lectores de labios a cuatro pasos durante una parada militar. Del Rey dicen que es un campechano, a mí me parece un inconsciente que casi siempre cae de pié.
Wert, que no se arruga, se ha dirigido a los periodistas en catalán. «Estic molt orgullós del que he dit», ha espetat. Mantenella y no enmendalla. A buenas horas mangas verdes. Las últimas generaciones de catalanes no hablan español hasta que les va la pela en ello, momento en que se vuelven del todo seny y chapurrean en cervantino que se matan.
Aquí, en Camelot, vemos tan chunga la actuación de los políticos catalanes y catalanistas que creemos cercano el momento que más que españolizar a los catalanes va a ser necesario civilizarlos.
No entiendo como en esta web que nos trae un soplo de aire fresco de libertad, independencia y cultura haya sitio para «civilizados» emborronapapeles que destilan semejante odio y xenofobia
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Pues yo voy a tirar una lanza en favor de Camelot, cuyos artículos leo siempre en clave de ironía sardónica, que es lo que caracteriza a su autor, a quien jamás tacharía de xenófobo, sino más bien de gorgias (la ironía, la mayéutica)… con toda su retranca… En fin, son maneras de ver, de sentir y de leer… y para eso están la libertad, la idependencia y el aire fresco. Bueno, wu ming, gracias por los halagos a la revista. La verdad es que estamos en proceso de reflexión, el TAM-TAM es un poco cajón de sastre, se pierden los contenidos en la sábana interminable de la web… pero sí que nos gustaría que fuera un soplo de aire fresco. Salud!
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Ni me gustan las lanzas, ni las espadas ni los reinos (ni siquiera el de Camelot). Y por lo visto no he tenido la fortuna de leer más reflexiones del retrancado autor… Solo al presente escrito me ciño, lleno de prejuicios, tópicos y odio hacia lo catalán. ¡Salut!
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A mí tampoco me gustan las lanzas, conste…. ni todo lo demás que citas. Pero un poco más de sentido del humor no nos vendría mal a todos en general, wu ming chu… ¡SHI!
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¡qué rancio! tiene menos ironía que un paquete de garbanzos. Así yo tampoco quiero ser español.
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