Una cerveza con Teenage Fanclub

Por SERGIO JORGE

“Tienes que venir, tienes que venir”, me repetían una y otra vez el primer año que iba a pasar el puente de la Constitución en León. Me hablaban del Purple Weekend como uno de los mejores festivales de España. No por la cantidad de gente que cada año acude a todos sus conciertos; tampoco por su histórica trayectoria (es uno de los más longevos del país); ni siquiera por esa amalgama de grupos de los años 60 junto a actuales, todos con la vista puesta en esos años en los que comenzó la música y la cultura mod. Lo verdaderamente diferente del Purple, tal y como me aseguraban, era ese ambiente que rodeaba a los conciertos, y que se descubría a cada paso por las calles de la ciudad.

Y sí, es cierto, León se transforma durante los días del festival para parecerse un poco a lo que pudieron ser los 60 en ciudades como Londres. Mientras los habituales del Húmedo y el Cid siguen con sus rutinas por los bares, cientos de parcas se entremezclan con pieles y ante; decenas de vespas se mueven por la ciudad aguijoneando a todos los transeúntes con sus zumbidos; las dianas, ya sea en enormes parches o en minúsculas chapas, se multiplican como setas justo cuando la época micológica finaliza.

Locales como La Sal, Gran Café, Circus o Bustong se convierten en el epicentro de la noche leonesa. Incluso la Oh! consigue desterrar el house por unos días. Por eso León se convierte durante el festival en una pequeña isla donde la música es más importante que cualquier otra cosa, también para los que no sean unos adictos a los 60.

Sólo en el Purple se puede uno tomar una cerveza con los Teenage Fanclub en el Circus, mientras se intenta bromear con ellos en inglés (no con mucho éxito, la verdad). Tampoco es muy habitual ver descansar a Joe Bataan en un hotel de León como si de un turista dominguero se tratara. Y mucho menos enamorarse de la teclista de The Fuzztones, ver cómo The Attacks arrancan parte del escenario del Gran Café (como se puede ver en el vídeo) o Los Flechazos reviven por unos días enseñando cientos de materiales de sus años de escenarios.

Puedo prometer que he visto a Lori Meyers tocando dos baterías en su concierto, a famosos de todos los ámbitos disfrutar de la música como verdaderos grupis, a chicas preciosas con vestidos que ya eran anticuados en los 60 o a concejales haciendo como que entienden de música.

Esto también es el Purple.

Deja un comentario con tu nombre

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.