La huida…

Por TOÑO MORALA

Detrás de cierta nostalgia y tristeza, existe cierta gratitud hacia la vida. Aquel era un tipo melancólico; no soportaba aquella vida tan llena de inhumanidad, tan llena de palabras vacías y baldías, tampoco la terrible hipocresía de la inmensa mayoría de mortales a su alrededor. No soportaba la carencia de sonrisas en los niños, ni tampoco la risa estridente y nerviosa de los mentirosos. De esa manera, inventó una forma de evadirse y la llamó… “La huida”. No era cosa de otro mundo, ni nada original; simplemente se quedaba en la habitación con la luz apagada, totalmente en silencio, y dejaba de pensar durante minutos; al cabo de un rato, se imaginaba a más de siete mil millones de estrellas con las caras desconocidas de aquellos seres humanos que poblaban el planeta. Acto seguido, se levantaba, abría la ventana y miraba cómo caían las lágrimas vertidas por ellos… después, cerraba de nuevo la ventana, se quedaba en silencio… y dejaba de pensar durante minutos…

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