Días de 2023 (12)

© Ilustración: Avelino Fierro.

Avelino Fierro —autor de entregas agrupadas bajo títulos como “Querido diario”«Calendario»«Desde mi celda», «El cuaderno naranja»«Días de 2021» y «Días de 2022»… continúa con su sección «Días de 2023» y con el relato iniciado tres entradas atrás, cuando se subió a un tren con destino a Barcelona…

Barcelona (4)

Por AVELINO FIERRO

“Sin música la vida sería un error”. Esa frase de Nietzsche y otras en parecido tono mayor estaban siendo barajadas por nuestro hijo Javier para iluminar el programa de mano del recital final de máster que había venido cursando en Barcelona. Ese recital era el motivo que nos había llevado a desplazarnos hasta la ciudad. A las once de la mañana del siete de julio, en la Sala 4 de L’Auditori, tendría lugar el concierto en el que Javier estaría acompañado por sus amigos Laura Estévez, Amat Santacana, Guillermo Reyes y Jorge Quiroga. Interpretarían obras de Giovanni Battista Vitali, Diego Ortiz, Joseph Bodin de Boismortier, Karl Ditters von Dittersdorf, Michael Haydn y Giovanni Bottesini.

Allí estábamos, entre el público. Al ser los padres del examinando no sé a qué tipología de oyentes se nos podría adscribir. Posiblemente quedaríamos fuera de la clasificación que hace Adorno: No estaríamos ni en el experto o ideal, ni en el consumidor cultural, ni en el resentido (enigmática categoría que menciona el filósofo y  musicólogo alemán para nombrar a aquel que acude a conciertos de música barroca o tardomedieval). Quizá se nos habría podido encuadrar en un nuevo género: el del oyente nervioso sin posibilidad de disfrutar de la música, al que todo le da igual con tal de que la interpretación no descarríe y acabe cuanto antes.

Sin embargo, aquello resultó ser affettuoso ed appassionato. Por instantes pudimos olvidar el cuerpo y la razón. Formas que se movían gracias al sonido anidaban en resquicios de la pequeña sala, se posaban en los hombros de alguno de los asistentes, descansaban en las butacas de color rojo o rodeaban con arabescos el clave o el violone. Yo me entretuve en esas simplezas. Algunos fragmentos llegaban con más nitidez, como motivos encadenados a emociones, a escuchas anteriores. No sabría decir más. Quizá mencionar que en algún instante el caminar del tiempo titubeó –algunas notas hicieron trastabillar sus pies descalzos– y que en un momento crucial también apareció el amor.

Revisé el programa y pude comprobar que Javier no lo había adornado con ninguna frase trascendente. La música se basta a sí misma. Es difícil hablar. Ni siquiera figuraba aquella cita de Nietzsche. Quizá porque el lenguaje no alcanza. Lo dice así el filósofo, en un fragmento de sus escritos póstumos del otoño de 1887: “En relación con la música, toda comunicación mediante palabras es de una clase desvergonzada; la palabra diluye y embrutece; la palabra despersonaliza: la palabra hace común lo no común”.

 

5 Comentarios

  1. Buen final del viaje a Barcelona. No lo digo yo. Está dicho hace siglos, pintura, escultura, literatura …..sería difícil vivir, pero sin música, sería imposible. Un abrazo

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