
La compañía Zanguango Teatro ha vuelto una vez más a las calles de Valladolid para conectar con un público entusiasta a partir de historias normales contadas con la magia de una comunicación sincera. Sin trucos ni artificios. Aunque la vida no ofrezca estos alicientes tan divertidos, el actor Txubio Fernández convierte la acción dramática de las situaciones más cotidianas en instantes extraordinarios. Puro teatro.
Por CARMEN ESCRIBANO MAÍLLO
Fotografías: JUAN A. BERZAL
El peor espectáculo del mundo. ¡De momento! es un paseo divertido de la mano del actor Txubio Fernández de la compañía Zanguango Teatro por la vida de un personaje corriente que como cualquier persona corriente aspira a ser alguien «especial».
De pequeño, a nuestro personaje, de nombre corriente (que no desvelaré) su madre le decía que no había que ser «el último mono».
El intérprete nos va desgranando con sencillez, muy trabajada y sin parar de moverse por el escenario, en una imaginaria danza Butoh, como quien no quiere la cosa pero resuelta de forma muy efectiva.
Con una pequeña escalera, de solo dos peldaños, y sin apenas atrezzo nos va presentando la vida, los sueños, intereses y realidades de un hombre corriente, que no quiere ser corriente.
Poesía pura, desde un punto de vista que no quiere ser ni muy creativa, ni muy especial. Nuestro protagonista espera un bizum porque hacer un bizum es «un acto de amor que quita la ansiedad». Intuitivo, abandonando los antiguos patrones y con paciencia, el comediante corriente se hace a sí mismo aunque lleve encima el perfil de un muerto de hambre. En ese trabajado autoconocimiento se atreve, incluso, a visitar un museo de la capital. «El peor espectáculo del mundo es envejecer», señala realista el propio Fernández.
Implicar al público en la obra es una característica de la compañía alavesa Zanguango, y en esta como en todas sus producciones a lo largo de su trayectoria profesional también se pide la participación de los espectadores, eso sí, con el debido respeto y sin usarlo por el seguidismo de la moda o el chiste fácil.
A lo largo de la función, el actor hace incorporarse al duro escenario, frente a la iglesia del barrio Girón, a seis espectadores. Con evidente desparpajo, consigue integrarlos en el espectáculo, participando desde la verdad, de forma divertida y auténtica.

El peor espectáculo del mundo. ¡De momento! está escrito en clave de humor, haciendo que el público no pare de reír durante una hora. Se diría que la propuesta es un espejo donde cualquiera puede reflejase consiguiendo mantener en todo momento la atención hacia el protagonista.
El final es apoteósico. El actor se despoja de toda protección, y como si de un pim pam pum se tratara, vuelve a jugar esta vez con todo el público hasta que se esfume toda la rabia, por si quedara alguna.
Durante la interpretación, seguida por numeroso y animado público, hay que resaltar los momentos de silencio que invitan a la reflexión en un largo texto interpretado con intensidad y seguido por un público atento a las evoluciones sobre el escenario de este gran actor maduro que es Txubio Fernández.
