La figuración fascinante del pintor astorgano Toño García

‘Cuatro cajilleras’, una pintura de Antonio García García (Toño).

El Departamento de Arte y Exposiciones del Instituto Leonés de Cultura ILC (Diputación de León) presenta la exposición titulada: “Mirándonos, típicos vs tópicos”, del diseñador y pintor astorgano Antonio García García (Toño). Se podrá contemplar desde el 27 de junio en la sala Provincia del Instituto Leonés de Cultura (ILC, calle Puerta de la Reina nº 1, León). Reproducimos un texto de Luis García Martínez, director del departamento de Arte del ILC y comisario de esta muestra.

El fascinante territorio de la figuración

Por LUIS GARCÍA MARTÍNEZ

Antonio García García (Toño) nace en 1951 en Astorga, espacio emblemático y singular modelado por el transcurso de la historia y la cultura con mayúsculas. Toño pertenece a ese amplio grupo de artistas y creadores plásticos que proceden de una formación autodidacta, muy característica de la plástica leonesa en varias décadas, baste recordar a Manolo Jular, Juan Carlos Uriarte, Ramón Villa Carnero, Amancio González Andrés, José Antonio Sarmiento, Fito de Manuel, Martín, Lolo, Toño Benavides, Salvador Armesto o Antonio Herrero entre otros muchos. El autodidactismo le permitió centrarse intensamente en las investigaciones técnicas, formales y teóricas que más le preocupaban e interesaban, así como asesorarse y discutir ampliamente con el círculo de artistas e intelectuales de los que se rodeaba; la interconexión y diálogo entre creadores plásticos en esta época fue fundamental, pues se aprendía más en las reuniones y tertulias que en algunas facultades, y al mismo tiempo permitían una relación directa con intelectuales de gran significación como Luis Sáenz de la Calzada, Antonio Gamoneda o Antonio Pereira entre otros. Así nos lo recuerda Manuel Valdés citando sus intensas y acaloradas disquisiciones en las reuniones con amigos como Petra Hernández, Castorina, Juan Carlos Uriarte, Modesto Llamas Gil, Luis García Zurdo, Miguel Ángel Febrero, Enrique Estrada, Eloy Vázquez Cuevas o el propio Valdés; o las que mantenía con integrantes del sindicato de artistas de la ASAP a nivel provincial o nacional. Antonio García siempre ha sido un hombre y artista muy comprometido con su tiempo y la sociedad, reivindicativo y activo en la lucha por los derechos sociales y específicamente de los relativos a los artistas plásticos.

La muestra se plantea como una visión panorámica o retrospectiva de su pintura, pero únicamente en relación al tratamiento de la figuración en sus diferentes vertientes y enfoques, temática que ha venido desarrollando a lo largo de su dilatada trayectoria creativa y plástica, aunque bien es cierto que en determinados momentos su evolución artística se ha vinculado a otros territorios alejados de la figuración. Por lo tanto, se deja de lado o no están presentes en esta muestra, toda una serie amplia de obras de primera época vinculadas al collage y el paisaje, ni sus paisajes pictóricos más próximos a un cierto tratamiento realista inicialmente y posteriormente postimpresionista y cinético, así como otros desarrollos pictóricos muy importantes y de gran significación en su trayectoria vinculados al territorio de la abstracción matérica y del expresionismo abstracto.

‘Ángel emigrado con sus alas de des-esperanza a la espalda’, pintura de Antonio García García (Toño).

La muestra está integrada por un conjunto amplio de piezas pictóricas, centradas en varios temas de tipo figurativo y descriptivo con diferentes formulaciones técnicas y teóricas dentro de la evolución creativa del artista. Dos grandes murales articulados con varios paneles de diez y nueve metros, tres trípticos de gran formato, y dos dípticos de mediano formato y un conjunto de cuarenta y tres pinturas de mediano formato; un amplio conjunto que nos facilita una lectura adecuada de su evolución con piezas que van desde los años sesenta hasta la segunda década del presente siglo.  Una propuesta en la que está presente un substrato destacado de las tradiciones culturales más identitarias de la cultura maragata y leonesa, como es el caso de la gran pintura mural “Pendones maragatos”, el “Camino de Santiago estrellado” o las “Cajilleras de Astorga”, otro conjunto amplio de obras que representan diferentes modelos de retratos de familia y también se incorporan varias piezas pictóricas de etapas anteriores que hacen referencia a temas clásicos (como las «Tres Gracias») y presentan enfoques y tratamientos neofigurativos.

Se podría decir que la muestra se inicia con una serie de autorretratos a sanguina y carboncillo con un enfoque clásico y académico en su tratamiento formal de 1968, pasando a retratos de collage tremendamente meticulosos en los que alcanza un preciosismo en el acabado del claroscuro y volumen del personaje, correspondientes a los inicios y mediados de los años setenta. Posteriormente a finales de los setenta surge la luz, la descomposición de la pincelada, el sentido textural de la misma y la revisión de un cierto postimpresionismo de una factura perfecta en el tratamiento del desnudo femenino con una cierta carga simbólica con las “Tres Gracias con Palomas” de 1977. Como tránsito, pero del mismo periodo 1977, nos encontramos con una fase en la cual el desnudo es el tema central, intercalándose el tratamiento postimpresionista con una formulación plástica con siluetas y colores planos con cierta influencia del Pop Art, incluyendo colores intensos y planos con la incorporación de señales direccionales; un contraste y tensión de elementos que nos plantea una visión muy particular de su aportación al revisionismo del Pop. En todas estas obras incorpora como parte esencial un componente cinético muy sutil que dota de un movimiento potencial intenso a la composición como ocurre en “Corriendo un sueño” o “Impidiendo el vuelo”.

‘Retrato de Antonio’, pintura de Antonio García García (Toño).

La “Serie Personajes” de los años 82-84, de la que se presentan varios ejemplos, nos incorpora a un territorio enigmático, encapsulado, muy próximo al expresionismo figurativo, el personaje parece incomunicado, aislado, y surge su presencia por medio de unos ojos que nos miran fijamente, el espectador se ve interpelado y cuestionado al mismo tiempo; esta serie es un puente entre su expresionismo abstracto y la figuración. Correspondientes a los años 85-86 se presentan varias piezas de desnudos, algunas con un componente erótico; piezas en las cuales el lenguaje se vuelve tremendamente luminoso, dinámico e intenso, la utilización de colores complementarios, así como el silueteado y un sistema rayado genera una sensación vibratoria muy destacada que se complementa con la articulación de varios planos en la figura, una cita del cubismo. Este sistema también lo aplica a varias obras de retratos de su familia del mismo periodo.

La vuelta a un tratamiento clásico de la figura se produce en los años 90, el peso de la tradición pictórica europea con mayúsculas, con un enfoque clásico próximo a un cierto tratamiento barroco, surge en su serie de “Las Tres Gracias”, donde juega de nuevo con la incorporación de una fusión de dos planos diferentes en la composición incorporando de nuevo el giro y movimiento. La vuelta a sus inicios, se hace desde un cierto y especial sentido de realismo pictórico, que se hace presente en los temas más tradicionales de la cultura leonesa y astorgana, caso del Camino de Santiago 1993-1996, Cajilleras 2004-2015 y Pendones 2015-16, donde reitera de nuevo el guiño a la incorporación del tiempo y el espacio en la composición. Por último, en 2016 surgen obras y unos retratos de un hiperrealismo meticuloso y descriptivo con una intensa carga expresiva y de una impactante fuerza, algunos nos recuerdan el tratamiento constructivo del pintor renacentista Antonio de Mantegna, y la sensación envolvente del cuadro al proyectarse al exterior.

Una muestra que nos aproxima una parte del trabajo intenso de este destacado pintor leonés.

 

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