Por VÍCTOR M. DÍEZ
“Convulsión de luces apagándose. Rotura de la pista en ángulos. Visión cubista del circo Harris”.
Valle-Inclán
Nos dirigimos a las afueras de la ciudad, recorriendo las circunvoluciones que el laberinto viario proponía, con el humilde objetivo de ver resumido y reinterpretado lo mundano de nuestro mundo, la vitalidad de nuestras vidas. Sobre todo en estos tiempos de “imprecación, denuesto y grito”. Eso, ¡una feria!, para contarla según nos fuera.
Nada más entrar, vimos un cajero calcinado con una mujer ardiendo dentro. Gritaba: “Mirad lo que habéis hecho, me lo habéis quitado todo”. Galería Tierra Quemada. Castellón.
Más adelante, una turbamulta aleteaba gritando contra la policía ante la puerta de Aurelia, una anciana octogenaria. La pasma repartía ostias a diestro y siniestro. Cerca, un fornido grupo de bomberos se negaba a echar la puerta abajo y sacaba una pancarta de STOP DESHAUCIOS. Galería Mi abuela se queda. A Coruña.
En la zona internacional de la Feria, en el stand de Marruecos, más de veinte saharauis son condenados a penas de muerte, o de decenas de años por pedir un Sahara libre, ante la mirada indiferente de los visitantes. Galería Clamar en el desierto. Tindouf.
Gentes que se lanzan por las ventanas cada tanto para solaz de los coleccionistas, contenedores de basura llenos de comida putrefacta para rebuscar, cartones para el frío, bidones encendidos, antorchas, candiles, vino Don Simón… forman parte de la figuración que anima los puntos de encuentro de los asistentes.
Como quiera que un forzudo idiota no nos dejara pasar a esa habitación vacía, para que no viésemos lo vacía que estaba, franqueamos el paso al de los nuestros que mejor impreca. Poniéndose en jarras le dijo a la cara, ¡Eh, tú gorila, hijo de una cabra! Permita Dios que te conviertas en sartén y te cuelguen de un ojo. Y todos salimos corriendo, pero el cabrito del pechopato no nos siguió, creo que no acabó de entender a nuestro amigo.
Perdido en un laberinto de manifestaciones, se puede ver corriendo de un lado a otro, como perdido, al cantautor contemporáneo Albert Pla, gritando: los proguerra se cruzan con los antiaborto, que chocan con los de ¡No a todo!, precedidos y tapados por los partidarios del ¡Tal vez, quizás, no sé, pero de ninguna manera, NO! Agobiado, se quita el abrigo y en su camiseta puede leerse: “Tu vida es una puta mierda y lo sabes”. Galería Fantasías Sociales. Sabadell.
En una pantalla gigante, se retransmite una gala de premios cinematográficos. El ministro de Cultura habla, a la puerta del evento, de “sus películas”, mientras los actores hablan más bien “del malo de la película”. Poco acostumbrados a “los sobres”, los actores plantan una bosta en mitad del escenario y los críticos de arte se afanan en etiquetarla. La instalación se titula Un Goya como una olla; Galería sin IVA no hay Paraíso. Madrid-Moncloa.
Por los pasillos, decenas de ciudadanos de a pie, hacen malabares (para llegar a fin de mes) como parte de la animación glamurosa de la fiesta contemporánea. En el stand de la Galería Crisma Rota, un pequeño tumulto hace a Norman Foster resbalar con un canapé y cargarse una escultura de sí mismo a tamaño natural. El escultor ha mostrado su furia contra la feria, gritando: “¡¡¡Grrrrr!!!” Y su declaración se ha venido a convertir en el eslogan más extendido del “credo moderno”.
TAM-TAM PRESS 