León Trotsky, literato

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Por TOÑO MORALA

Cuando la talla de un ser humano supera la propia vida, ahí es cuando realmente uno se da cuenta de que hay seres humanos importantes, muy importantes. Estos hombres y mujeres que han dado todo, sin esperar nunca recibir nada a cambio. Independientemente de la valía política, del inmenso esfuerzo de lucha para cambiar el mundo en tiempos muy dificiles; de esa revolución inconclusa (“teoría de la revolución permanente”),  de esas maneras tan horribles de ser perseguidos por sus razones y su talla de pensamiento crítico y revolucionario. Una de estas inmensas personas fue y lo seguirá siendo León Trotsky, un gran pensador y gran trabajador, que luchó por unos ideales y valores que hoy en día están casi perdidos, o que solo unos miles airean. Y  desde este prisma, y sin querer  separar lo revolucionario de la literatura, hoy es un buen día para recordar al Trotsky literato, al trabajador infatigable, y que ha dejado un legado de pensamiento y obra que para sí quisieran grandes premiados. Literato y revolucionario sin fronteras y sin país, pues fue expulsado de su Rusia a marchas forzadas y también de muchos países; nadie quería a un pensador y filósofo con tantas verdades en su corazón. Y ahí viene la asociación de revolucionario y literato; de ahí viene la humildad y la sensibilidad por lo de todos y para todos, y en esa lucha dejó su vida y gran parte de la de su querida familia. Hablar de la inmensa obra de Trotsky, no tiene sentido en este momento. El que quiera, la tiene a su disposición en librerías y bibliotecas; pero sí cabe la tentación de recordar al literato sensible con la cultura del mundo, sensible a esa forma de narrar tan imponente, tan llena de alma y corazón, que en esos largos días de soledad y silencio fue fraguando una forma muy especial de contar la historia y de desmitificar algunas mentiras y calumnias. Sobre esas sombras, Trotsky fue claro y conciso, no dejó nada al azar. Sé que tiene enemigos irreconciliables con sus errores políticos, pero nadie pondrá en duda la valía literaria de un hombre bueno, honesto y fiel a su pensamiento revolucionario, y a su más que digna forma de expresión de la palabra escrita…  Sin memoria no hay futuro.

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