
Por TOÑO MORALA
La calle, esa maestra del todo y la nada; esa inseguridad que te atenaza en la ansiedad; ese torbellino de miradas oscuras y silenciosas que atormentan al corazón, mientras la sonrisa se olvida de ti… parece que nunca estuvo entre la comisura de tus secos labios. Y te acercas cada día más a ese laberinto de soledades compartidas; de misterios que solo alcanza a entender la mesura de los sueños que te despiertan. Entonces recuerdas que estás vivo y tienes que salir. Al abrigo de las farolas y su tenue luz, vas escuchando el silencio y el eco de tus pasos, mientras tu sombra se diluye larga e inalcanzable; a veces te dan ganas de abrazarte a ella como náufrago sin mar y, entonces, ella, huye de ti despavorida, te tiene miedo; tu propia sombra te tiene miedo… te tiene miedo.
Magistal ese final, Toño Morala. Cuando hasta la sombra huye de nosotros por miedo es que nuestra vida ha huido también de sí misma.
Me gustaMe gusta
Que bello cuento! Se siente la soledad de ese ser al cual hasta su sombra le abandona.
Me gustaMe gusta