
Por TOÑO MORALA
Justo allí, detrás del horizonte, donde la mirada se pierde entre el olvido y la desmemoria, vivían seres escurridizos y sin nombre. No existían las sonrisas, mientras los labios apenas susurraban; eran seres intranquilos que apenas dormían, apenas se comunicaban entre ellos… todo era desolación y frío, soledad. Habitaban tierras asustadas y llenas de guijarros y argañas. Se alimentaban de dudas y podredumbre y, cuando morían en aquel infierno, la esperanza se reía de ellos… aquel tiempo se convirtió en una percha que sostenía lágrimas calcinadas. Mientras las preguntas se desnudaban… algunos cruzaron el horizonte y se abrazaron al calendario de vidrio, pero era tan frágil, que se rompió con solo llorarlo.
Sencillamente, bello.
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