«El sidecar…», por Toño Morala

El sidecar…

Un nuevo micro-relato inédito del poeta afincado en Mansilla de las Mulas.

Por TOÑO MORALA

Los sueños de los románticos, dan —por lo general— para bonitas historias. Ella, era una de esas mujeres sonriente casi siempre; que se asomaba a la ventana y dejaba que entrara la mañana con el canto de los pájaros y la matinal brisa llena de color y vida. Tenía la costumbre, si se acordaba, de apuntar sus sueños en un diario que guardaba celosamente, y en él, iba escribiendo y como soñando a la vez, e inventaba cosas que no estaban en los sueños; era como si tuviera miedo de que alguno se hiciera realidad, por eso exageraba los mismos. —“¡A comer!” Se escuchó desde la cocina. Después de comer, como el día acompañaba, se fue a dar un paseo por el camino del pueblo, e iba recolectando algunas flores para poner, imagino, en un florero. Al rato, y de lejos, escucha como el motor de un coche o algo parecido, mira hacia atrás, y ve venir un hombre con un bonito sidecar pintado de color café. A su altura paró y le preguntó a la joven que a dónde iba. Le miró con ojos… le sonrió y le dijo que a recorrer mundo… —“¡Sube, yo también voy a hacer lo mismo!” La verdad es que no sabía si estaba soñando o era realidad, pero subió; al cabo de unos 3 kilómetros, el sidecar se paró en seco… se averió… se bajó de mala leche, tiró las flores al muchacho, dio media vuelta y… —“¿De dónde vienes?” Le preguntó la madre… —“¡Del fin del mundo en sidecar!” Las risas se fueron calmando. Fue a la habitación, y las dos páginas que había escrito sobre aquel sueño las rompió. Desde aquel día, los sueños le vienen, montada siempre en sidecar… y de color café.

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