
Este animal escénico que es Alberto Velasco no deja nunca indiferente al espectador. Rompe moldes continuamente y esta vez ha inyectado al público folclore en vena sobre nuestras raíces. Este autor, director y actor ha estrenado en el TAC, en Valladolid, Mover montañas, una defensa del mapa íntimo de la cultura de nuestros pueblos. Nada de ruborizarnos por custodiar la música, los rituales y las danzas de los abuelos. Al contrario, es preferible pavonearse de las emociones colectivas que producen las tradiciones.
Por CARMEN ESCRIBANO MAÍLLO
Fotografías: JUAN A. BERZAL
La Glorieta del Libro del Campo Grande enmarcaba a la perfección una escenografía natural, verde y fresca en la naturaleza, para disfrutar la creación que Alberto Velasco estrenó en el Festival Internacional de Teatro y Artes de Calle de Valladolid (TAC).

Entra una música futurista y el sonido de los pavos y pájaros del Campo Grande, Mover montañas nos agitó realmente los pies y los corazones de quienes lo contemplábamos. Una figura grande cargada con un cuévano a la espalda y una gran máscara blanca, enorme, con moño y mañanita, una madre-abuela universal, diría yo.

Emocionaba esa danza primitiva, sin alardes, sin florituras, danzar por danzar, movimientos de todos los tiempos, de todos los lugares, de la alegría y de la tristeza, pareciera que el corazón lo reconocía.

Todo el mundo tiene derecho a danzar. Agradecimiento a la naturaleza, al agua, a los alimentos, al anís, al árbol como sostén y abrazo. Cada baile era un ritual antiguo y de ahora. El vestuario así lo demostraba: mantón y playeras, camiseta y velo. Podía ser un indio, un oriental, el payés o una abuela castellana.

Hijo de la tierra, castañuelas con ritmo electrónico, la danza de la lluvia, la delicia de una nana antigua. Bailar sin complejos en bata de cola, con polainas, o en pantalón de deporte, jotas con percusión.

Danza el mundo, dancemos sin complejos hasta que se nos muevan las carnes. Alberto Velasco ha demostrado otra vez que es un decidido creador.

Mover montañas es un espectáculo honesto y arriesgado, con una música maravillosa donde el danzante se expone hasta la desnudez. No se lo pierdan.
