
«Contradistancia», la exposición de pintura de Prudencio Irazabal que este sábado 8 de junio se inaugura en el Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León (MUSAC), reúne una treintena de obras abstractas realizadas entre los años 1995 y 2024. La intención, sin embargo, no es mostrar un ejercicio antológico. Irazabal invita a percibir, a experimentar a través de los colores y la luz en una inmersión sensorial única.
Se trata de una de las tres nuevas exposiciones de la temporada de verano del MUSAC; las otras dos llevan la firma de la escultora leonesa María Luisa Fernández y de la videoartista suiza Pipilotti Rist. Las tres se podrán visitar hasta el 13 de octubre.
Por ELOÍSA OTERO
Desprenden luminosidad, calidez, misterio y dulzura estos 32 cuadros abstractos de Irazabal que, por sí solos, colgados en las paredes de la Sala 3 y también más arriba, hacia las altitudes del museo, ya conforman un espacio emocional que amplifica el silencio y anima a la contemplación, a mirar más allá de la capa brillante y con textura de piruleta que cubre la superficie de los lienzos para observar cómo la luz y la mirada suscitan colores intangibles.
Prudencio Irazabal (Puentelarrá, Álava, 1954) indaga sobre la creación de la luz (y de los colores), sin necesidad de establecer una comunicación de orden simbólico, sin ofrecer una narrativa. Pero sobre todo invita, a la hora de contemplar sus pinturas, a «mirar a su interior más que a su superficie». También plantea preguntas enormes y curiosas: «¿Cómo se pinta lo que no puede ser pintado?», «¿Cuánto se tarda en ver?»…
Así lo explica el comisario de la muestra, Mariano Mayer: «La situación visual que fomenta [en cada cuadro] convierte el color en una sustancia generativa. El color no es tangible, es una percepción producida en el músculo visual de quien observa. En este caso la experiencia resulta tan sensorial como epicúrea», y «la inestabilidad en el reconocimiento antes que perturbar amplía la inmersión».

Y continúa Mayer: «La contemplación activa que impulsan estas pinturas nos descubre la ilusión que emite cada imagen. Enfrentar nuestro cuerpo hacia ellas implica atravesar una serie de transformaciones en las que la posibilidad de nombrar un color, así como aparece, desaparece. A mayor tiempo de atención, mayor número de variables. Las distintas velocidades empleadas en la observación constituyen un tipo de experiencia, una condición que permite descubrir en estas pinturas el efecto del transcurrir en aquello que miramos».
Como bien afirma el comisario, «Prudencio Irazabal pinta sin concluir». Su pintura se abre a medida que uno se acerca e intenta «sentirla». A su manera, por su modo de utilizar los materiales, pinta también como un ilusionista, introduciendo en cada obra mucho más de lo que se puede ver a simple vista.
«El prolongado interés por construir ilusiones de profundidad e inestabilidad perceptiva desborda de cuadro en cuadro. Las maniobras por descubrir los vínculos entre interior y superficie pictórica resultan centrípetos. Ahondar en las propiedades físicas de la pintura le ha permitido establecer un entendimiento que abarca desde la forma de pensar la abstracción y el modo de relacionarse con el color hasta la forma de utilizar el propio cuerpo para acceder a ese conocimiento», apunta.

Irazabal también estudia la visibilidad del gesto pictórico para ocultarlo. «Cada pintura puede ser asumida como una pulsión por enmascarar y desplazar ademanes», continúa Mayer. «Las construcciones abstractas de capas de acrílico son tanto conductores de luz como modelos de acción física. Si el color es en gran medida luz absorbida y reflejada por un objeto, Irazabal utiliza tal cualidad como un elemento constructivo. Incorpora capas de materia translúcida y resinas acrílicas a través de las cuales la obra multiplica sus posibilidades de ser observada».
El resultado se revela en forma de «estructuras brillantes, mojadas, estratificadas, producidas tanto por la conducción específica de cada movimiento como por la reacción del conjunto de pigmentos de colores traslúcidos sobre las superficies que cubren las telas». Todas son obras llenas de una intensa «actividad colorista que no siempre es lo que parece». Porque lo que busca el pintor, en cada una de estas piezas, es también «amplificar su modo de no concluir».

:: El enigma del color y el poder de la luz
Formado en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla y luego por la de Barcelona (1980), Prudencio Irazabal fue becado por la Diputación de Guipúzcoa para completar sus estudios en la Universidad de Columbia, trasladándose en 1986 a Nueva York, donde vivió y trabajó durante las dos décadas siguientes. Allí se consagró a mediados de los 90 con dos exposiciones en las que sedujo al espectador con pinturas de gran luminosidad y complejidad cromática, en las que exploraba las posibilidades y limitaciones de los materiales pictóricos.
Su obra parte de un análisis del origen de la pintura junto a una reflexión sobre las corrientes abstractas desde mediados del siglo XX, algo que le llevó a iniciar lo que poco después se manifestaría como una aproximación epistemológica a la estratificación.
Con otras palabras (que tomamos de la biografía de Irazabal en la web de la galería Helga de Alvear): «Sus trabajos recientes siguen refiriendo el espacio ilusorio de la superficie a la dimensión física de unas secuencias estratigráficas ahora más intuidas que mostradas. La indeterminación de contornos y formas y el enigma de la ubicación del color, imposible de resolver debido a su alta traslucidez, enfrentan la opacidad del medio pictórico con la mecánica de la transparencia, es decir, con el poder de la luz»
:: Catálogo
La exposición en el MUSAC se acompaña de un catálogo ilustrado diseñado por Jaime Narváez que se complementa con textos de Mariano Mayer, comisario de la muestra; Alejandro Vergara Sharp, jefe de Conservación de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte hasta 1700 del Museo Nacional del Prado; el comisario Manuel Cirauqui; y una conversación entre la artista Julia Spínola y Prudencio Irazabal.

Información práctica
- Fechas: 8 de de junio – 13 de octubre de 2024
- Lugar: MUSAC
- Inauguración: sábado 8 de junio de 2024, de 19:00 a 21:00 horas
- Horario: martes a viernes de 11:00 a 14:00 y 17:00 a 20:00 h. / Fines de semana y festivos: 11:00 a 15:00 y 17:00 a 21:00 h. / Lunes cerrado (incluido lunes festivos)
Actividades relacionadas:
- Visita inaugural: 8 de junio, a las 19 horas, con Prudencio Irazabal y Mariano Mayer, comisario.
- Visitas monográficas: 23 de junio, 21 de julio, 15 de septiembre y 13 de octubre de 2024. A las 18 horas.
- Visitas simultáneas en Lengua de Signos Española: 18 de octubre de 2024, a las 19 horas.
- Visita en familia: 20 de octubre de 2024, a las 12 horas.
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