El vuelo de las oropéndolas

A la inauguración del mural asistió numeroso público. Foto: José Manuel Rodríguez-Asociación Oropéndola.

Pocas veces una obra de arte aúna intereses sociales y medioambientales tan amplios como la que acaba de inaugurarse en Nava del Rey (Valladolid) creada por el pintor leonés Manuel Sierra y proyectada por la asociación Oropéndola. El vuelo de las oropéndolas es un mural pero también una fiesta comunitaria a la que asisten voluntarios, colectivos, individuos, entidades y pueblos que han tejido y colgado un nido de cuerdas, lana y fibras vegetales inconfundibles. Esos pájaros los conoceréis por sus encendidos colores amarillo intenso, tonos verdosos y colas negras, pero la iniciativa y el ave tienen el apellido etimológico “de oro”.

Por ISAAC MACHO

El vuelo de las oropéndolas es breve, directo y ondulado. Según los ornitólogos, estas paseriformes alternan las alas plegadas con el aleteo. A veces, hasta se las puede confundir con un pito real. Los individuos de oropéndola, de llamativo plumaje, son difíciles de ver posados por su carácter huidizo y lo más habitual es observarlos cuando se desplazan en pequeños vuelos de un árbol a otro.

Pero estas particularidades son innecesarias cuando el rastreador se acerca al frontón municipal de Nava del Rey y presencia el mural pintado por Manuel Sierra, a petición de la asociación ambientalista Oropéndola. Aquí sí, aquí El vuelo de las oropéndolas es accesible, cercano, cómodo de ojear, respetar, examinar, apreciar, disfrutar.

La descomunal pareja que integra el mural, junto a su inseparable cría, identifica, en primer lugar, a la asociación navarresa. “La hembra y el macho están ahí mirando a la estrella de oriente y representan a la perfección todo lo que significa este proyecto y a las numerosas personas que han colaborado de forma entusiasta”, señala Ricardo Sánchez, presidente de Oropéndola.

El trabajo de Manuel Sierra concentra la quintaesencia del proyecto de voluntariado ambiental al que se han dedicado en cuerpo y alma “escolares, grupos de mujeres, profesores, científicos, las empresas que han fabricado las cajas nido, los talleres ocupacionales que las han montado, las asociaciones de padres y madres, los colectivos deportivos, los clubs de lectura…”, agradece el responsable de la asociación medioambientalista que agrupa a 262 socios.

Primer contacto artístico de Sierra con la pared del mural. Foto: José Manuel Rodríguez-Asociación Oropéndola.

Es “la guinda del pastel que no podía haberse acometido con otro artista que no fuera Sierra”, recalca Sánchez al examinar el final de este ambicioso programa medioambiental que tenía como finalidad el control biológico de plagas mediante la fabricación e instalación de 84 murcielagueras y 304 cajas nido para vencejos y otras especies en entornos naturales de los municipios vallisoletanos de Nava del Rey, Castronuño, Villanueva de Duero y Foncastín.

La elección de Manuel Sierra se explica, dice, porque este pintor “ha estado siempre en todas las batallas, es una persona que cuando la conoces, enseguida sientes que te transmite su bondad y una fuerza especial que te atrae de forma extraordinaria. Otra de las razones que nos aconsejaron a pensar en él fue, además, que habitualmente suele estar implicado en todas las cuestiones de medio ambiente por lo que nosotros no podíamos pensar en alguien diferente”, reivindica Ricardo Sánchez.

La idea que los integrantes de Oropéndola le comunicaron al artista leonés, llevó al pintor a “pisar” las grandes extensiones de pinares de Nava del Rey y cavilar sobre los principios de cualquier ser humano en relación con la tierra, la exaltación de la ornitología, el esfuerzo que su cuidado exige para conservar el medio ambiente por parte de todos los ciudadanos, el mantenimiento de los acuíferos, el esmero en respetar y proteger las aves migratorias.

“Ese bagaje de información sobre las especies, el comportamiento de los animales, la relación de las aves con los colectivos más jóvenes y su incidencia pedagógica y didáctica con las iniciativas de la asociación llevada a toda la sociedad”, advierte Sierra, “me interesó mucho, al igual que me cautivan estos fenómenos casi sobrenaturales del esfuerzo colectivo, de creer que un mundo mejor es posible y, claro, propuestas como esta no se logran de la nada, como el maná, sino que hay que currárselo mucho, por eso respondí que sí, que aceptaba el proyecto sin pensármelo dos veces”.

La pared sobre la que finalmente el autor pintaría esta obra de arte preside un espacio donde se reúnen habitualmente personas de todas las edades, una plaza pública “caliente” en la que coexisten el disfrute, su uso y la identificación con el lugar.

Con este telón de fondo, señala el pintor, “me planteé la exaltación de las oropéndolas, el mundo de los pájaros y su simbología relacionada con la idea del vuelo, del traslado, del deseo, de la esperanza, de la libertad, una constante transversal en el tiempo y en el espacio compartida por todas las culturas y en todas las latitudes como nos recuerda persistentemente el arte pastoril”.

Manuel Sierra en pleno proceso de creación y trabajo. Foto: José Manuel Rodríguez-Asociación Oropéndola.

Elegidos el lienzo, el motivo y el autor del trabajo llegó el momento de confiar en el poder creativo del artista. “Lo tenía muy fácil”, reconoce Manuel Sierra. “La oropéndola es un pájaro extraordinariamente bello, raro de ver, con un amarillo encendido de esos que refulgen casi y visto desde la vertiente humana, como ocurre muchas veces en la naturaleza, habría que decir se produce una especie de injusticia ya que las hembras son menos lucidas que los machos”, previene.

Cuando El vuelo de las oropéndolas cogió cuerpo e iluminó de color la plaza pública navarresa, tres nuevos pájaros muy llamativos vinieron a animar ese nuevo observatorio de aves de Nava del Rey. “Aparte de la exhibición de la belleza de estas aves mi intención al pintarlas ha sido la de alentar a una lectura colectiva que se pueda resumir en vamos todos en marcha, vamos a apuntarnos al carro, o jugamos todos o se rompe la baraja”, se sincera su creador.

Los vistosos pájaros sacados del nido mental de Sierra persiguen a una estrella, una especie de astro rojo incandescente. Pero ese mapa ornitológico gigante es necesario contextualizarlo. Se trata de “un atlas vegetal con sus acuíferos, en el que anidan aves prehistóricas por su tamaño y crecen plantas que producen frutos multicolores que bullen entre las hojas y que me sirvieron para establecer planos que enriquecen la lectura de quienes lo miran”, explica.

El pintor, pie en tierra, plantea los últimos metros del boceto. Foto: José Manuel Rodríguez-Asociación Oropéndola.

Cuando el muralista se bajó de la plataforma elevadora, se alejó unos metros, repasó de memoria las miles de pinceladas entregadas al arte, dio por terminado su cuadro hercúleo en Nava del Rey. Sin moverse, al tiempo que repasaba todas las líneas, formas y colores de su hijo artístico recién nacido, ofreció esta heredad estética a todos los seres vivos: colectivos, grupos, chavales y mayores, centros ocupacionales, sociedades de todo tipo y condición porque “se quiera o no, lo traten mejor o peor, el mural es de ellos para siempre y pasa a formar parte del patrimonio sentimental, afectivo, de la comarca de Medina porque detrás de El vuelo de las oropéndolas”, concluye satisfecho Manuel Sierra, “hay numerosas asociaciones relacionadas con el medio ambiente y el cuidado de la tierra, de las aguas y del cielo”.

El proyecto, en concreto, está apoyado económicamente por Tragsa y el ayuntamiento de Nava del Rey y co-financiado por la asociación Oropéndola junto a los grupos El Alcornocal (Foncastín), la asociación de vecinos Pinariegos (Villanueva de Duero) y Asocastrona (Castroñuño). Han colaborado, además, Rueda y la asociación “Entorno de vida” (Gurrea de Gállego, Huesca).

Mural completo ‘El vuelo de las oropéndolas’. Foto: José Manuel Rodríguez-Asociación Oropéndola.

Las oropéndolas seguirán dibujando en el aire sus quiebros ondulados, más alegres si cabe porque, en tiempo de recesión medioambiental, ha crecido la familia de estos vertebrados ovíparos. El proyecto que acaba de levantarse en el frontón de Nava del Rey, será un punto y seguido porque la asociación navarresa ya tiene nueva hoja de ruta. A la vuelta de la esquina, asoma ya “Muraves”, otra iniciativa para pintar 19 murales distribuidos a lo largo del pueblo que representen a otras tantas especies desaparecidas o en peligro de extinción en el ecosistema de Nava del Rey.

Esta es la relación de los pájaros que Sierra plasmará en las paredes a partir de los próximos meses: martín pescador, pájaro moscón, oropéndola, tórtola común, carricero común, sisón, calandria, ganga ortega, alcaraván, aguilucho cenizo, aguilucho pálido, carraca, alcotán, alcaudón real, avutarda, cernícalo primilla, mochuelo, grajilla, avión, vencejo y golondrina.

Presentación pública del mural. Foto: José Manuel Rodríguez-Asociación Oropéndola.

“Tenemos detectadas y fotografiadas desde los años 90, del siglo pasado, diferentes especies que ya no existen o que no vienen por aquí”, resume José Manuel Rodríguez, socio muy activo de Oropéndola. El propósito del próximo plan de actuación es “plasmar estas aves en una pared y llamar la atención con el dibujo, hacer una pequeña descripción de cada una de ellas y explicar también las consecuencias de su desaparición”, concluye. Un código QR permitirá, además, a los interesados ampliar información sobre la situación de esta clase de alados.

La sombra del vuelo de las oropéndolas será ondulada, larga, duradera y ojalá “los cielos nunca dejen de ser pájaros”.

Nubarrones y arte compiten por cuál es la mejor estética. Foto: José Manuel Rodríguez-Asociación Oropéndola.

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