Un navegante en el Teatro Calderón

En 2021, los navegantes de La Nave Senior representaron ‘Semillas’. Fotografía: Pablo Gestoso.

En 2017 echaba a andar en el Teatro Calderón de Valladolid la experiencia escénica para jubilados y mayores de 65 años, La Nave Senior. En ese momento, aterrizaba en la capital del Pisuerga un venezolano, curtido en mil batallas, que buscaba surcar nuevos horizontes como náufrago sobreviviente. Enseguida le atraparon las habilidades de navegación que precisaba el velero, así como la travesía propuesta, y allá se embarcó para salvar su dignidad y casi su vida, en una aventura teatral que continúa. Él mismo nos lo cuenta…

Luis Guillermo Marcano Radaelli.

Por LUIS GUILLERMO MARCANO RADAELLI

Empapado de incógnitas, subí a cubierta donde aguardaba el marinero de turno para acompañarme hasta el Salón de los Espejos. En la antesala algunas personas asistían a una cita concertada para seleccionar pasajeros cuya condición principal, además del interés por el tema, era ser jubilado o tener más de 65 años.

Atendiendo a mis señas de auxilio, me hicieron pasar para ser entrevistado por los capitanes Félix Fradejas y Marta Ruiz de Viñaspre, quienes resultaron ser, cosa que descubriría más tarde, dos experimentados directores con larga trayectoria, excelente formación académica y actitud proactiva en estos menesteres, atentos y muy alertas en tiempos de navegación y capeo de temporales.

Me incorporaron al equipo, qué más podía pedir. En pocos días con una atmósfera fresca, en puerto seguro, abordamos La Nave Senior. Sucedieron las presentaciones de rigor. Zarpamos y comenzamos la travesía por este océano sin agua del teatro Calderón.

Como arquitecto, soy apasionado por las actividades creativas, entre ellas, los conciertos, el cine, el teatro, pero nunca se me había ocurrido escudriñar por dentro cómo funcionaban estas actividades. Una excelente oportunidad para alentar mi mente inquieta, ávida de nuevos conocimientos, comenzando por la más antigua de las artes escénicas: el teatro.

Conformamos grupos de trabajo bastante heterogéneos, retirados de diferentes ámbitos laborales, algunos ya con cierta destreza en el teatro o la zarzuela, pero la mayoría como yo, sin haber participado nunca en estas prácticas de comunicación actoral. Me sumergía así en su interior, descubriendo una manera diferente de abordar la actuación distinta a lo que en teoría había entendido era esa tarea.

Espectáculo ‘Bacanal, días de mostaza y kétchup’. Foto: Gerardo Sanz Fotógrafos.

Desde el primer momento se nos dijo que debíamos actuar con sinceridad emocional, sin poses ni presupuestos elaborados o analizados racionalmente sino dejándonos llevar. Que la espontaneidad fluyera como brota en los niños en sus juegos cotidianos.

Formamos entonces ordenados círculos para trasmitirnos energía con algunas palabras o acciones que nos permitieran aflorar las emociones, dejarnos ver el alma, sincera, desnuda, disfrutar de los silencios, las pausas, transitar cómodamente por nuestro interior y expresarlo de manera natural, abrazarnos, llorar, reír. En fin, otra forma de afrontar la actuación.

Luego vinieron los personajes, permitiendo que fuéramos nosotros mismos quienes los propusiéramos, comenzando por representar elementos de la naturaleza, animales, hasta llegar a los humanos.

No resultaba nada fácil vencer la timidez, el miedo al ridículo, a hacer sin juzgar si estaba bien o no, a lanzarnos al vacío sin corregirnos que para ello estaba la orientación permanente de nuestros guías con sus acertadas y muy oportunas recomendaciones, nada sencillo para coordinar a un grupo que año a año crecía en número de participantes. Hemos llegado a ser más de 70. Algunos salen, otros entran, hoy somos cerca de 50 personas.

Imágenes del montaje ‘Utopía, barraca de monstruos y maravillas’. Fotografía: Pablo Gestoso.

Con este cúmulo de experiencias adquiridas con emociones y técnicas, desarrollamos libremente nuestros personajes, creérselos con sus cualidades, expresiones, gustos y comportamientos, proponemos situaciones que discutimos entre todos y a partir de esta práctica, nuestros directores recogen todas las sugerencias que luego engranan coherentemente hasta reunirlos en un guion que se va puliendo durante los ensayos sucesivos, hasta llegar a la presentación final, sin olvidar nunca la energía grupal y el compañerismo.

De esta manera se estrenaron en la sala principal del teatro Calderón Mapas (junio 2018), Pieles, pellejos y otros enseres (junio 2019), Bacanal, días de mostaza y kétchup (diciembre 2020), Semillas (diciembre 2021), Utopía, barracas de monstruos y maravillas (diciembre 2022) y Ensayo para una despedida (diciembre 2023). Ahora trabajamos en un nuevo proyecto que está previsto estrenar para diciembre 2024.

Por otro lado, hemos disfrutado recientemente de una nueva experiencia al haber sido invitados a participar en la obra Los muchachos felices (junio 2024), para celebrar los diez años de La Nave Junior, un espectáculo conmovedor, bajo la dirección de su capitana Nina Reglero.

Capitanes, tripulantes y demás pasajeros me cubrieron, cobijaron, abandonando tristezas y dolores que había dejado el naufragio, convirtiéndose en alegrías y esperanzas. Así, orgullosos todos, navegamos en este gran espacio. Valladolid no tendrá mar, pero goza de la más extraordinaria Nave que surca los mares de la imaginación.

La Nave Senior en ‘Pieles, pellejos y otros enseres’. Fotografía: Pablo Gestoso.

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