Nueva entrega del poeta, ensayista y crítico literario uruguayo afincado en México, y que forma parte de un libro en curso –”un libro que escribo cuando me entra una especie de velocidad de ira”–, titulado ‘Prosapiens’.
Exterior
Por EDUARDO MILÁN
El silencio bruto pero neto, sin impuestos ni automóviles ni cohetes –callado– ellos vigilan, no duermen. Los perros, ellos duermen. La policía. La retirada. No duermen. Esos dioses, policía y dioses. Una gota que me levanté a averiguar por qué suena si todo está cerrado, llaves, pase. Una gota liberada. El refrigerador que empieza. La hora atrasada a medianoche señala el fin del horario de verano. Amaga ahora un invierno distinto. A fines de octubre –allá es primavera– el frío debería ser una realidad. Las hojas que caen ya cayeron en Montevideo. Pero la temperatura traiciona la conducta del cuerpo. El amor que debería sentar las bases de una diferencia, el deseo, en realidad, el deseo que promete un cambio –el cambio permitido, el cambio de estación que aún bajo una dictadura militar, la de Uruguay que viví, por ejemplo– renueva en la gente una conducta de piel, la piel que se conduce sola si no hay otra piel que se ofrece al olfato, a la vista, en sus cuerpos que se cruzan con la calle. Mujer del Uruguay que pasa liberando instinto. Algo así, en plena dictadura, se decía. Liberando instinto del mismo modo que un animal libera algo, sólo que allí en primavera, algo así se decía, copio el algo. La dictadura hizo lo que pudo pero no mató el deseo. El deseo le resultó imposible. Darnauchans, Medina Vidal, Macedo, Puig, no sé si son exteriores o interiores. Vivían en la ciudad. No en ese campo donde hay un aire que te complica de tal forma con el cuerpo de ella que ella dirige desde el aire lo que puedas o no puedas. Polen directamente de las flores. Polen liberado de ataduras. Polen discreto de la ciudad. Esas mujeres de cincuenta años que se juegan por una forma suelta de la discreción. Forma contagiosa de ninguna verdad que pasa como vértigo en esta época donde todo sucede, poco pasa, esta verdad queda.