Itziar Okariz chequea la naturaleza de la performance

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Por CAMINO SAYAGO

Itziar Okariz indaga en la naturaleza de la performance con “Pi” e “Irrintzi”. Las dos intrevenciones que realiza la artista vasca este fin de semana en el Musac, forman parte del proyecto que presenta bajo el títuloUn número finito de acciones determinadas” que actualmente acoge el museo. Ambas performances pretenden reflexionar sobre los límites y posibilidades de esta práctica como construcción cultural, y con esta fórmula se busca que el público pueda contrastar las piezas que se muestran en la exposición con la ejecución en vivo de las mismas, así como con los posteriores nuevos formatos de registro de éstas.

El espectador dispone de dos citas para presenciar en directo las dos intervenciones de Itziar Okariz: “Pi”, este sábado 20 a las 19:30 horas, e “Irrintzi”( Repetición) al día siguiente a las 13:00 horas.

Ambas performances se engloban dentro de “Un número finito de acciones determinadas”, un proyecto específico de Itziar Okariz (San Sebastián, 1965) para el Musac. La idea parte de cuestionar y redefinir los límites de esta práctica artística, sus convenciones, así como la posibilidad  de pensarla dentro del espacio expositivo. El proyecto pretende  implicar al público para que reflexione sobre el ejercicio performativo como construcción cultural, planteado como herramienta para la producción de signos, la trasgresión y la transformación de códigos. Y lo hace a través de tres ejes que son la propia exposición, la realización de performances durante el transcurso del proyecto, y un taller.

Esta propuesta condensa gran parte del trabajo que ha realizado en los últimos años Itziar Okariz. Y está todo registrado: en vídeo, dibujos, documentos, serigrafías. ¿Qué puede ver el espectador?, le preguntamos a la artista vasca. “Se pueden ver muchos de los trabajos más relevantes de los últimos años y además se puede comprobar cómo discurre la última línea de trabajo que he hecho en relación a la performance en diferentes soportes, desde los diferentes registros que se generan hasta la forma de pensar sobre ella . En muchos casos son dibujos, serigrafías que he hecho a partir de transcripciones de las mismas, o vídeos, que en algunos casos son sólo videos de registro, video documental, y en otros son ya cosas concebidas desde la propia cámara. Hay acciones, hay performances y hay también vinilos con registros de acciones, simplemente con sonido de acciones”.

Metafóricamente, este trabajo de Itziar Okariz es como una cebolla. Al quitar una capa tras otra se desvela un microcosmos, un universo privado. Por una parte la serigrafía “Una habitación con vistas”, de Virginia Wolf; por otro una escultura que es una cinta de Moebius. “Por ejemplo las cintas de Moebius son esculturas y al mismo tiempo han surgido de performances anteriores como la titulada “Si yo soy yo y tú eres tú quién es más tonto de los dos”, que aquí no está representada pero sí en la cinta de Moebius y que es al mismo tiempo una escultura. Son  posibles elementos para utilizar en una próxima performance con frases infinitas, como las que estoy pensando”.

Las intervenciones de este fin de semana pretenden reflexionar sobre los límites y posibilidades de esta práctica, dentro y fuera del museo y en el taller. “Y mucho de este trabajo”, subraya la artista, “surge alrededor de la pregunta ¿qué es una performance? Y ¿qué es una acción? Y ¿qué es lo que determina su propia naturaleza?”

El propio título del proyecto, apunta una idea básica, la finitud.  “Podría tender a infinito”, explica Itziar, “como las sucesiones que utilizo en mis performances, pero el infinito es una idea que no tiene una realidad desde el punto de vista humano, porque tenemos una temporalidad determinada. Por eso lo marco, porque es una cualidad del ser humano”.

Lenguaje matemático y repetición

Todos las piezas del proyecto hacen referencia al lenguaje matemático, a la magia de los números. Le gusta utilizarlos. Son elementos lingüísticos que dan tanto de sí como las palabras. Y  por eso le interesa la relación del lenguaje con estos elementos cargados de significado. “El lenguaje matemático tiene unas cualidades muy específicas. Por ejemplo la performance “1,1, 2,1”, es una sucesión que tiende al infinito y es simétrica, pero cuando la hacemos Victor y yo, se pueden ver que los dígitos son diez, porque tenemos diez dedos en la mano. Todo el lenguaje matemático está determinado por la propia estructura del ser humano, de la persona. Y luego también, el hecho de decirlo y de encarnarlo, del hecho de la voz, de cómo se produce, de si haces un signo con el dedo etc. Hay algo que desvela un poco que en el lenguaje incluso un número, que parece algo tan concreto, realmente tiene unas posibilidades de expansión, de significado. Todo tiene un significado oscilante y a mí me interesa mucho este aspecto”.

Sin duda la repetición juega un papel relevante en toda su obra. La performance “Irrintzi, Repetición» trabaja con el eco de este sonido. El irrintzi es un elemento de comunicación tradicional del País Vasco –de donde es originaria la artista-, un grito ligado al folclore que servía para comunicarse entre valles, gracias a la resonancia del eco que lograba superar grandes distancias. Okariz retoma esta tradición en su obra ya que para ella «el grito se convierte en sistema sintáctico básico en los límites del lenguaje”.

E irrintzi es también el sonido que hace un caballo cuando relincha. “La performance está basada en eso”, aclara Itziar Okariz, “y de hecho termina como imitando al caballo, al sonido animal, pero tiene otros significados. A lo largo del tiempo han oscilado. Cuando dices irrintzi, es este grito tradicional. Hay muchas culturas en el mundo con gritos similares y me empezó a llamar la atención porque lo escuche en Nueva York, con unos djs en una discoteca, y contesté. Y no eran vascos, sino del norte de Europa y tenían un grito similar. Y esa cosa de salir fuera de contexto, y de descubrir que hay gritos similares, que posiblemente también están ligados a la identidad, me llamó mucho la atención, sobre todo en relación al signo”.

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«Pi»

En «Pi» dos performers, uno frente al otro, repiten un número finito de la secuencia de dígitos del número ∏. Uno de ellos lee la secuencia numérica con los ojos casi cerrados, si bien los dos enormes ojos abiertos pintados en sus párpados emulan estar mirando atentamente al otro, que le devuelve la mirada para leer sus labios y poder recitar la secuencia numérica al unísono.

La ejecución coral de la performance saca a la luz la cualidad física de la producción de lenguaje. Los números toman existencia a través de la voz, adquiriendo un determinado tono, género e identidad. El gesto imposible de la premisa, el recital de un número infinito, hace explícita la finitud de la naturaleza humana y su deseo de eternidad.

«Irrintzi repetición»

«Irrintzi repetición» consiste en la ejecución de un Irrintzi usando como apoyo un dispositivo de audio que emite el sonido de un irrintzi con retardo variable a través de un altavoz ubicado delante de la performer; quien establece un diálogo con el eco del irrintzi saliente del altavoz haciendo que el sonido se alterne, a veces, y se solape, en otras.  En el museo el sonido se expande a través de las enormes galerías generando distintas reverberaciones en sus salas dependiendo de la forma, tamaño y materiales de sus interiores, pudiendo considerar el sonido resultante como un retrato del espacio.

Performances

Título: π

  • Fecha y hora: sábado 20 de julio, 19:30 h
  • Lugar: Sala 1
  • Duración: aprox. 20 min.

Título: Irrintzi Repetición

  • Fecha y hora: domingo 21 de julio, 13:00 h
  • Lugar: Sala 1
  • Duración aprox. 20 min.


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