Por TOÑO MORALA
Había llovido; el susurro de la derrota se abrazaba a los viejos nogales; la ribera dejaba las ramas bailando al son del silencio, mientras algunas hojas yacían en el lecho del río. Olía a tierra y a soledad. Los pájaros grises se fugaban lentamente entre la tarde decaída. El cielo, atormentado de negro, recogía la mirada triste de los cardos, mientras la luna nacía entre la belleza de las ortigas. Todo era paz y quietud. La tristeza se repartía entre una columna de hormigas y un hombre dibujado en el otoño del olvido. En el entremientras, Bob Dylan silbaba… “La respuesta está en el viento”.