
El poeta Fernando Menéndez (Oviedo, 1966) indaga en su último libro, «Ni el número ni el orden» (Dilema Editorial, 2024), en la dificultad de participar de un lenguaje consensuado, ahondando en la magia o misterio que solo a veces se produce cuando algunas palabras se juntan.
Por ELOÍSA OTERO
El último libro de Fernando Menéndez arranca con una cita de Sánchez Ferlosio, de su libro Industrias y andanzas de Alfanhuí:
«Pero el niño aprendió un alfabeto raro que nadie le entendía, y tuvo que irse de la escuela porque el maestro decía que daba mal ejemplo.»
En la contraportada:
«Como el niño Alfanhuí en la novela de Rafael Sánchez Ferlosio, los poemas de Ni el número ni el orden emprenden una indagación ante la imposibilidad de participar de un lenguaje consensuado. Afirmaba Octavio Paz que la poesía es un nuevo idioma. Sin esperar tanto, el poeta Fernando Menéndez trata de modular su intimidad y su lugar en su contexto vital a partir de establecer relaciones inéditas entre las palabras. Algo, por otro lado, propio de la poesía desde que es poesía».
Nada más leer el primero de los casi 150 pequeños poemas del libro, ya se intuye que en cada uno de ellos se va a producir algo que se asemeja a tensar el arco de las palabras y soltar una flecha que da en la diana. Cada poema es tan breve como redondo y abierto a lo que pueda venir después. «Volvió el niño / a su palangana / como de herrumbre / verdinegra. / Y andando / más tiempo / todavía / aprendió / un alfabeto raro / que nadie.»
A partir de ahí: «Leer suave / como / si fuésemos / guijarros». (Me viene a la memoria un verso de César Mermet: «como el junco en la cólera del agua»). Estamos ante poemas despojados, ligeros, que se quedan sobrevolando el pensamiento como un koan, mientras iluminan pequeñas escenas a la intemperie, pájaros, árboles, elucubraciones, fugas de la memoria, idas y venidas, miradas entredichas, entrañas, silencios, orillas, «pálpitos de perspectiva», caligrafías errantes… y un cuaderno en blanco (que se irá llenando entre febrero de 2017 y noviembre de 2019). «El niño / se desgranó / en un rasgón / para / aprender / a escribir».
Y es así como estos poemas al final componen algo que, como ya sostenía Fernando Menéndez hace casi treinta años, está en esa idea que debemos a Paul Celan: «un lenguaje más importante que la persona que lo escribe». «Con ese lema por horizonte escribo cada frase que se me aparece, cada frase persigo. Hasta llegar a ese horizonte, si es que llego, aún me restan muchas frases y no pocos libros», mantenía entonces Fernando. «Llega / de / lo mínimo. / Tela vieja / me tienes», escribe ahora. «Expuesto / como / el futuro. / Un refugio / oreado / por surcos».
De tanta
travesía,
las palabras.
Toman
nuestra
medida.
Y aún
más lejos.
—
F. M.
:: Pequeña selección de (7) poemas del libro:
Lo que
sucede,
sucede
así:
como
en
diferido;
a título
de inventario.
Una nota
al pie.
Sauce,
tórtolas.
Yo mismo.
*
Para
decir
infinito
me
hago
parco.
Hay
tanta
línea
que
no sigo
y
que pierdo.
*
Si callo
soy
dispar.
Y
si cuento,
¿en que noche
habrá réplica?,
¿quién responderá
a modo
de aliento?
*
De quién
seremos
cuando
menos.
Que dejen
un murmullo,
un barro
sin contorno.
*
Si
mi palabra
extraigo,
hundo.
*
Atraviesa
y
nunca
toca fondo.
Ni espejismo
ni
metáfora.
Profundidad
de
lo ausente.
*
Sin fin
das luz.
Pese
a
todo.
Como
una
mañana.
—
FERNANDO MENÉNDEZ
(De: Ni el número ni el orden)

:: Sobre Fernando Menéndez
Fernando Menéndez Sánchez nació en Oviedo, en 1966. Formó parte del consejo editor de la colección de poesía ‘Nómadas’ y de la revista de poesía Solaria, y fue uno de los jóvenes poetas asturianos antologados por Alfonso Fernández García en Cuadernos del laberinto (KRK, 1997), junto con Jordi Doce, Hermes González, Jaime Priede, Marcos Canteli y José María Castrillón.
Ha publicado, entre otros, los siguientes libros de poesía: Un hombre por venir (2008), Porque no poseemos (2008), Penúltimo danzante (2013), Perro ladrador (2015) y Las formas del mundo (2020). También ha publicado los siguientes libros de prosa: Historias somalíes (1998), El habitante de las fotografías (2003) y Víctimas de la espera (2015).
Ejerce como profesor de escritura creativa y coordinador de talleres de lectura en diversas bibliotecas públicas de Asturias y otros centros públicos y privados. Ha publicado textos en revistas especializadas como El signo del gorrión, Los Infolios, Paralelo Sur, Zurgai o Letras libres y revistas digitales como Literaturas.com y 7de7.net. Es columnista y reseñista en el diario La Nueva España.
A través
de
un tragaluz
el porvenir:
ojo de futuros
cansancios.
Temeridad
y
a la vez
prudencia.
—
F. M.