
Dentro de la feria ARCO 2024, la Galería José de la Mano plantea un proyecto en el que se revisa el arte homosexual en la etapa de la Transición española, como punto de partida para recuperar la memoria y el estudio de artistas excluidos u olvidados en el relato oficial de nuestra historia del arte reciente.
Por GERARDO LÓPEZ LÓPEZ
@gerloplop
Somos muchos los que en los años 80 encontramos en el cómic “Manuel” del artista Rodrigo Muñoz Ballester (Rodrigo), publicado por capítulos en la mítica revista ‘La Luna de Madrid’, un destello de que había otra forma posible de ser marica diferente a la casposa imagen del mariquita de la “españolada” y también distinta a la de los gays norteamericanos que entonces nos parecían a años luz. Había una forma española, cercana, real y próxima de ser homosexual, y además con un imaginario erótico que al menos en mi caso estaba muy próximo a lo que me interesaba, y por si fuera poco se colaba en una revista que pronto se convirtió en la referencia de la modernidad. Rodrigo y otros artistas como Costus, Carlos Forns Bada, Roberto González Fernández, Juan Hidalgo o JULUJAMA, son el germen del arte queer en nuestro país (ellos eran queer antes de lo queer) y el proyecto de la Galería José de la Mano para ARCO 2024 revisa el trabajo y las aportaciones de estos creadores, algunos de ellos totalmente olvidados.

La propuesta gira en torno a la escultura “Manuel”, de la que, según cuenta el propio Rodrigo, parte el cómic al que hacía referencia al principio, y que vuelve a ARCO después de cuarenta años; ya formó parte de la propuesta del estand de la galería de Fefa Seiquer en 1983, y no ha perdido ni su capacidad de atracción ni la fuerza de su relato.

Una vez más, esta obra vuelve a ser el centro de atención de la feria. En torno a la pieza —que en su momento fue comprada por un coleccionista estadounidense y que, tras su muerte, fue devuelta al artista por los herederos— se muestran dibujos del proyecto del cómic, las fotografías preparatorias de la escultura y algunas otras piezas de Rodrigo centradas en su imaginario erótico.

En el estand también se recupera una mítica serie de dibujos titulada “Chueca” de Carlos Fons Bada que se convierte en una especie de mapa o registro documental de los espacios en los que los hombres gays ligaban y se relacionaban en el Madrid de los ochenta. Se trata de unos dibujos sencillos que, con la figura masculina siempre en primer plano, reflejan con gran eficacia los bares, saunas y espacios por los que el artista se sentía fascinado y donde el colectivo desarrollaba buena parte de su vida social.

No podían faltar en este repaso por el arte marica de los ochenta la mítica pareja Costus, compuesta por los pintores Enrique Naya y Juan Carrero, que hicieron de su casa/estudio en Malasaña el epicentro de lo que se llamó La Movida y donde se daban cita todos los personajes más emblemáticos de la época, desde Almodovar y McNamara a Alaska, Nacho Canut o Carlos Berlanga. Ellos y toda la “fauna” que los rodeaba, solo con su mera existencia visible, sirvieron de faro para todos los que siendo adolescentes en ese momento aún no sabíamos cómo vivir nuestra homosexualidad y pero al menos empezábamos por fin a tener algún referente.

De esta pareja de artistas han traído al estand algunas de sus piezas más centradas en el homoerotismo, como “Torero desnudo”, “Minotauro de frente” o “Chico de Sanlúcar”. La muerte prematura de ambos ha acrecentado su mito pero también ha provocado que, salvo excepciones, se les haya menospreciado y no hayan sido tenidos en cuenta ni por instituciones ni por teóricos.

Las obras de Roberto González Fernández (RFG), sobre todo la serie “Azules Interiores” de la que se muestran varias piezas, están cargadas de referencias sensuales y nos hablan de un lenguaje propio del que se servía para abordar los temas que le interesaban evitando censuras y problemas. Según afirma el comisario del proyecto, Joaquín García Martín, “a través de un dibujo de exquisita factura realista, González se puede permitir hablar del deseo y de la alienación en un entorno hostil a estos temas”.

JULUJAMA, acrónimo creado por Juan Luis Javier Marí, es un artista que en el año 1981 dejó de pintar de forma radical y cuya obra pasó al olvido hasta que, en 2023, un proyecto de esta misma galería rescató su trabajo. En el estand se presentan algunos de sus característicos autorretratos, que utiliza como herramientas de reivindicación de su propia identidad y mostrarse empoderado tal y como él mismo se ve.

Mención especial merece Juan Hidalgo, en primer lugar por tratarse del artista más consagrado de cuantos conforman este elenco marica y que precisamente por eso ha pasado más desapercibida o se le ha prestado menos atención a su dimensión queer. Seguramente son sus piezas centradas en el cuerpo y en los atributos masculinos, como la serie “Flor y hombre” o su díptico “la barroca alegre” y “la barroca triste” en las que más claramente se evidencia su preocupación por lo homosexual, pero a lo largo de toda su trayectoria está muy presente.

Afirma García Martín en el catálogo que acompaña a la propuesta que “en la obra de Hidalgo encontramos menciones al cruising, a personajes históricos homosexuales o al ‘ambiente’ desde los años 60… Todas son preocupaciones sobre lo gay referidas de manera codificada pero inteligible para el público especializado”.

Desde luego la propuesta de José de la Mano, muy en línea con el trabajo de investigación centrado en los años 60, 70 y 80 del arte español, es arriesgado y puede parecer poco apropiado para una feria comercial de arte como es ARCO, pero es de agradecer y puede ser un extraordinario punto de partida para recuperar la memoria y el estudio de estos artistas que están olvidados en el relato oficial de nuestra historia del arte reciente.
