TAC 2024 / Claire Ducreux / Cuando andar por las ramas es ir directa al corazón

Claire Ducreux en el TAC 2024, en Valladolid. Fotografía: Juan A. Berzal.

No hay más que ver cómo anda el mundo para entender la necesidad que tenemos los humanos de escuchar el mensaje que ha enviado la artista Claire Ducreux en el último TAC, en Valladolid. Fleurir les abîmes (Florecer los abismos) es el título de una producción en la que un árbol y quien lo cuida nos animan a guardar ese tesoro en el cofre de la dulzura. Un poema sin palabras enviadas a través del humor, el movimiento y la danza.

Por FELISA SANZ GARCÍA
Fotografías: JUAN A. BERZAL

Sin apenas notarlo, sin ruido, allí estaba ella: menuda, delicada, serena y dulce. Claire Ducreux. El atuendo, sobrio. Como para sujetarla sobre la tierra y que no volara, un sombrerito negro ajustado en su cabeza.
Sus ojos, grandes, abiertos como lunas; en ellos el brillo de la pureza e inocencia.
Sonrisa, abierta y sincera, lanzando infinitos mensajes de humanidad extrema.
Y empezó su danza…

Lo decía todo sin necesitad de palabras: con sus manos, con sus movimientos delicados y sutiles, con su rostro. Una danza con el viento, fundida y mecida por él como una pluma, ligera, flexible.
Interactuando con el público, logró sacarnos de nuestra timidez, con su dulce persistencia, sentándonos dentro de su burbuja de terciopelo, llegando incluso un espectador a actuar con ella sin miedo, sintiéndose a refugio, como en casa.
Bailó en «su» árbol, como si fuera una rama integrada a sus raíces y cuando el nido del pájaro cayó al suelo y lo recogió, nos regaló su extrema sensibilidad, sus movimientos lentos y suaves impregnados de belleza.

Claire Ducreux en el TAC 2024, en Valladolid. Fotografía: Juan A. Berzal.

Fue un acto de extraordinaria generosidad. Al posar en lo más alto la casita del pajarillo, lo llamaba, lo escuchaba, lo escuchábamos todos. Hubiera querido que no acabase su espectáculo, continuar inmersa en ese mundo en el que esa delicada mujer me incluyó e hizo mío y de todas las personas que allí estábamos. Me sentí bien cuando, al final, la abracé y sentí el suyo, fuerte, sincero… lo llamaba, lo escuchaba, lo escuchábamos todos.

Claire Ducreux en el TAC 2024, en Valladolid. Fotografía: Juan A. Berzal.

Y comenzó el descenso hacia la realidad de su vivencia, pero aun así sus pasos eran tan suaves, los brazos y cuerpo se movían al ritmo de su grandeza, ella, tan menuda y a simple vista tan frágil, movía con sutileza pero con decisión la visión de lo externo, y logró que al final viésemos su interior poniendo amor, sutileza en cada paso que daba.

Claire Ducreux en el TAC 2024, en Valladolid. Fotografía: Juan A. Berzal.

Simplemente fuimos iluminados por la luz que Claire Ducreux desprendía de todos sus gestos. Y todos los que disfrutábamos de su bellísimo arte no podíamos despegar nuestra mirada de esta asombrosa artista.

Claire Ducreux en el TAC 2024, en Valladolid. Fotografía: Juan A. Berzal.

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