
Una de las propuestas del 47 Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro es la exposición “Teatro Corsario 40 años”. Una muestra de la trayectoria de la compañía vallisoletana en este tiempo con más de 20 espectáculos repartidos en el Espacio de Arte Contemporáneo, una instancia del viejo hospital San Juan de Dios de la capital manchega. En la sala, pueden apreciarse numerosas piezas de vestuario, objetos, más de un centenar de fotografías, material audiovisual, cuadernos de dirección, bocetos y otros elementos que resumen la vida artística de una de los grupos independientes más legendarios del panorama teatral español.
”Teatro Corsario 40 años” puede verse en Espacio de Arte Contemporáneo/Hospital de San Juan de Dios (C/San Agustín, 21, Almagro, Ciudad Real) hasta el 28 de julio. Horarios: Lunes: cerrado; martes-sábado: 10-14 y 17-20 horas; domingo: 10-14 horas.
Por I. M.
El Espacio de Arte Contemporáneo recibe a los visitantes con la imagen de la atractiva figura de Popochi, interpretada por Borja Semprún en La barraca de Colón. Junto a ella, el visitante puede leer un resumen de la historia de Teatro Corsario. Completan el panel las 45 fotografías que componen el repertorio de la compañía. Con esa declaración de intenciones, a los invitados se le van los ojos inmediatamente a unos provocativos modelos, en medio de la sala, donde una docena de vistosos personajes se encaraman a un andamio aparentemente endeble. Pertenecen al linaje del espectáculo Aullidos cuyos muñecos están encaramados a esa plataforma de hierro.

Según el comisario Germán Vega, la muestra sigue un recorrido en el que “se aprovechan las características de la nave del antiguo hospital de San Juan de Dios, con su correspondiente capilla, para colocar los distintos teatrillos que relatan cronológicamente la historia de Corsario”.
Y es que la ciudad de Almagro está íntimamente unida a la trayectoria artística de Teatro Corsario donde ha realizado 13 representaciones. Tiene el orgullo de ser una de las grandes compañías del clásico en activo, compitiendo en antigüedad con otros grupos de la escena, teniendo en cuenta que es uno de los conjuntos independientes más antiguos del panorama teatral español. Su puesta de largo es anterior, incluso, a la fundación de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, en 1986, por parte de Adolfo Marsillach.
“Es impresionante ver cómo los espectáculos, jalonados por años, muestran una historia tan rica, tan atenta a los grandes textos –y no tan grandes-, con sus imágenes, su vestuario, las instantáneas de los cuatro directores (el fundador, Fernando Urdiales; Javier Semprún; Luis Miguel García y Jesús Peña, responsable actual de la compañía, además de director de las marionetas para adultos) y la sección de títeres”, resume Vega.
En el momento de la apertura de la exposición y de la primera visita guiada, Jesús Peña director de la compañía y también comisario de la muestra, explicó a los asistentes que pese a que “estamos en un festival de teatro clásico y que nuestra compañía es conocida, sobre todo, por haberse especializado en esta modalidad escénica, al comienzo de nuestra andadura, en 1982, no teníamos especial interés en dedicarnos al teatro clásico”, revela.
Luego advirtió también que las primeras obras de Teatro Corsario no correspondían al Siglo de Oro. Fue el caso de Sin abuso de desesperación de Tennessee Williams, La caza del Snark de Lewis Carrol, Para terminar con el juicio de Dios de Antonin Artaud o la provocativa Insultos al público de Peter Handke, por citar algunas.

En esa búsqueda inicial de encontrar un camino que les permitiese dedicarse al teatro, Peña admite que se trataba de “algo muy complicado”. Los primeros experimentos no parecían determinantes para elegir la senda adecuada por lo que, dice ahora, “no sabemos hasta qué punto decidimos nosotros nuestro destino o fue el propio destino quien eligió por nosotros”, confiesa.
Montan, entonces, Sobre ruedas, basada en los pasos de Lope de Rueda, un teatro popular que “tenía mucho que ver con intentar encontrar las raíces, es decir, esto somos y de aquí venimos”, subraya. Y a partir de ahí, Fernando Urdiales toma la decisión de crear Pasión, un espectáculo surgido de las procesiones de Semana Santa y recreado en las esculturas policromadas del Museo Nacional de Escultura de Valladolid. La decisión fue polémica en aquel momento, en opinión de algunos de los seguidores de la compañía, ya que creían que era un retroceso en el marco del trabajo llevado a cabo hasta ese momento por sus integrantes.
Pero el montaje “funcionó bien” hasta el punto de que estuvo 25 años en cartelera, confirmando a la compañía que aquellas expresiones barrocas “un tanto exageradas” formaban parte de las raíces de un teatro popular y hasta de “un buen teatro”. Esa memoria con mayúsculas, es lo que ha hecho recuperar y programar, de nuevo, este espectáculo al teatro Calderón de Valladolid para la Semana Santa de 2025.

Tras el estreno de Pasión, Teatro Corsario entra con decisión en los “calderones”: El gran teatro del mundo; Amar después de la muerte; La vida es sueño; El mayor hechizo, amor; El médico de su honra y El alcalde de Zalamea. También acogerá en su repertorio a Lope de Vega con Asalto a una ciudad, Los locos de Valencia y El Caballero de Olmedo, así como a Tirso de Molina con Don Gil de las calzas verdes. Tampoco faltarán autores clásicos extranjeros como William Shakespeare con Titus Andronicus, dramaturgos de la tragedia griega como Sófocles con Edipo Rey y así hasta 45 trabajos de distinta índole. Esas prestigiosas representaciones les permitieron encontrar el camino a la compañía, aprender a decir el verso que es una de sus especialidades más celebradas y, como recuerda Jesús Peña, “vimos que ya podíamos dedicarnos al teatro clásico”.
Al cabo de estos 42 años, reconoce el director, “el teatro clásico ha sido y es uno de los pilares fundamentales de Teatro Corsario, nos sigue dando satisfacciones y nos complace que sea así”. En esa brega constante, es oportuno recordar que en 1995 la compañía inició una nueva línea de trabajo, en conexión con el teatro clásico, que son las obras de títeres para adultos.
Precisamente, los muñecos que tan buenas críticas, dentro y fuera del país, han cosechado desde que empezaron a subirse a los escenarios con La maldición de Poe (1995), son también una de las señas de identidad de la compañía y consecuentemente de la exposición. Emplazados llamativamente en medio de la sala en un singular montaje que se eleva desde el suelo hasta los 6 o 7 metros de altura, los títeres del espectáculo Aullidos “impresionan” en el recinto de la exhibición corsaria.
“Al igual que los textos de los autores clásicos, los títeres narran historias del pasado, de recuperación de relatos, de ver cómo éramos hace tanto tiempo e inciden en ese concepto del viaje que nos transporta a otro lugar, a otro tiempo. Esta es otra forma de disfrutar de elementos que no tenemos a mano ahora, pero que en la comparación de cómo éramos, entonces, y cómo somos ahora, encontramos material artístico de lo que son las ideas, lo que es la reflexión, la comprensión del mundo y de la vida”, matiza el director.

La celebración de estas cuatro décadas de la compañía Teatro Corsario, mostradas de forma resumida bajo el título “Teatro Corsario 40 años” en Espacio de Arte Contemporáneo, donde antes se levantaba el hospital San Juan de Dios de Almagro, es, según Germán Vega, “una ocasión excepcional para conocer la trayectoria de esta compañía legendaria, creada y mantenida en una provincia fuera de Madrid, que no dispone de un apoyo institucional estable y que mantiene el espíritu originario establecido por sus fundadores”.
Para que esta exposición corsaria haya atracado en este puerto manchego ha sido necesario utilizar el remolcador de cabotaje del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, dos hitos –certamen y compañía- casi coetáneos. En esta travesía, ha jugado un papel imprescindible Valladolid, una ciudad volcada con el teatro, y la Concejalía de Educación y Cultura, especialmente, la Fundación Municipal de Cultura del Ayuntamiento de Valladolid –al frente de cuya jefatura de Programas se encuentra Juan Ignacio Herrero-. Las luces de estos faros marítimos han indicado la dirección que tenía que seguir la nave y los peligros que había que evitar.
Para el comisario Germán Vega García-Luengos, el alma de la exposición descansa “en el entusiasmo y la resistencia que siempre ha tenido la compañía Teatro Corsario y en la asunción de riesgos asumidos por sus directores, actores y técnicos llevando a las tablas obras de Lope de Vega y, especialmente, de Calderón. Esa llama sigue viva en los corsarios y ahí reside la explicación para que esta familia tan especial haya podido sobrevivir tanto tiempo”, reitera. El director de Teatro Corsario, Jesús Peña, corrobora las claves de esa sólida obstinación que ha supuesto “una supervivencia de cuarenta y tantos años de manera ininterrumpida”.
