Ai Weiwei, un narrador de los grandes dilemas de nuestro tiempo

El artista chino Ai Weiwei en la presentación de su muestra ‘Don Quixote’ en el MUSAC. Fotografía: Camino Sayago.

Por CAMINO SAYAGO / ELOÍSA OTERO

Desde el sábado 9 de noviembre de 2024 y hasta el 18 de mayo de 2025 se puede visitar en el MUSAC la exposición “Ai Weiwei. Don Quixote”, una extraordinaria muestra que recoge 44 obras producidas durante los últimos veinte años por el reconocido artista y activista chino, que actualmente vive en el exilio. Se trata de uno de los proyectos más ambiciosos de Ai Weiwei, diseñado en exclusiva para el museo con sede en León, que destaca por su monumentalidad y sobre todo por su compromiso.

Con motivo de la inauguración, a las 18:00 horas, tendrá lugar una conversación entre el artista y Álvaro Rodríguez Fominaya, director del museo y comisario de la exposición.

Sus obras fusionan arte y activismo político y en ellas aborda los temas que le preocupan: desde la libertad de expresión y las crisis migratorias, a la defensa de los derechos humanos y lo que el propio artista define como «el declive del humanitarismo». Lo hace a través de instalaciones a veces monumentales, realizadas con una combinación de materiales que van desde la madera y la cerámica, al bambú y el cristal, combinando técnicas artesanales milenarias con ready-made.

Comisariada por el director del MUSAC, Álvaro Rodríguez Fominaya, la exposición no sólo seduce por su monumentalidad, también por los distintos soportes y disciplinas con los que se expresa el artista: instalaciones, vídeos, películas y cuadros ejecutados con pequeños ladrillos de juguete. “Don Quixote no se ha concebido como una retrospectiva”, explica el comisario, añadiendo que, no obstante, en la muestra quedan reflejadas las grandes inquietudes humanistas de este artista crítico y batallador.

Ai Weiwei. ‘La Commedia Umana’, 2017- 2021. Cristal de murano y metal. Fotografía: Camino Sayago.

Es el caso de La Commedia Umana” (2017-2021), uno de los candelabros de Murano de mayor tamaño realizados en el mundo, que se muestra por primera vez en un museo tras su paso por la Basílica de San Giorgio Maggiore en Venecia y en unas termas en Roma. Es su personal reflexión sobre el humanismo y la humanidad, construida con unas 2.000 piezas, y cuya instalación, colgando del techo (pesa 2.700 kilos), ha resultado un auténtico trabajo de ingeniería.

Sin duda es esta una de las obras centrales de “Ai Weiwei. Don Quixote” y una de las más espectaculares que alberga esta muestra diseñada en exclusiva para el MUSAC. [Ai Weiwei y Álvaro Rodríguez Fominaya se conocieron hace más de una década en China. «Cuando Álvaro me propuso hacer una exposición aquí, no pude negarme», comentó el artista durante la presentación].

En «La Commedia Umana» reinventa las lámparas de araña de cristal veneciano clásicas mediante la creación de un ensamblaje de figuras mitológicas, calaveras humanas, esqueletos, huesos y animales como cangrejos y murciélagos. «Esta pieza nace de las constantes reflexiones del artista sobre el humanismo y la humanidad y de su defensa sin ambages de la libertad de expresión. Las crisis migratorias, la amenaza de pandemias actuales y futuras y los devastadores cambios medioambientales globales alimentan las cavilaciones de Ai sobre la alienante relación existente entre el hombre y la naturaleza, el impacto de los humanos en la supervivencia animal y el incierto futuro de la humanidad, que redefinen, en última instancia, el equilibrio entre la vida y la muerte», reza la cartela que acompaña la pieza.

Ai Weiwei. ‘Life Cycle’ (El ciclo de la vida), 2008. Bambú, cuerda de sisal y seda. Fotografía: Camino Sayago.

Otra de las grandes instalaciones que se exhiben es “Life Cycle” (El ciclo de la vida), de 2018. Sus más de 20 metros de largo representan una zodiac como las utilizadas por los migrantes que huyen de sus países por el mar. Está realizada con bambú utilizando técnicas tradicionales de fabricación de cometas y en ella explora el motivo de los botes inflables y de baja calidad que utilizan los migrantes para llegar a Europa. Se la describe como «una lancha atestada de figuras. Algunas tienen las cabezas de los doce animales del zodiaco chino, tal vez una alusión a los grifos de la fuente del Antiguo Palacio de Verano de Pekín, saqueado por los europeos en 1860. Las delgadas cañas de bambú crean un conjunto a la vez resiliente y etéreo que ilustra las nociones de la transición y la compasión».

A la derecha, ‘Porcelain Pillar with Refugee Motif’ (Pilar de porcelana con motivos de refugiados), 2017. Fotografía: E. Otero.

No es la única de las obras que surgen como respuesta a la crisis global de los refugiados. La instalación escultórica «Porcelain Pillar with Refugee Motif» (2017) [Columna de porcelana con motivos de refugiados], realizada con porcelana tradicional china azul y blanca (qinghua), se realizó a partir de las experiencias del artista en la isla de Lesbos y los campos de refugiados en el Norte de Irak.

Ai Weiwei. ‘Surfing (After Hokusai)’ [Surfeando (Tras Hokusai)], 2023.
En el cuadro «Surfeando» (al estilo de Hokusai) (2023), por poner otro ejemplo, se recrea el cuadro La gran ola de Kanagawa, de Hokusai, en ladrillos de juguete, con la incorporación de dos botes de refugiados que remiten a la obra de Ai «Law of the Journey» (2017).

También en “Olive Tree Roots” (Raíces de olivo) alude a la noción de desplazamiento y exilio: la obra está integrada por raíces de olivos desechadas que el artista recogió por la zona donde ahora reside, tras salir de su país, pasar unos años en Europa y trasladarse finalmente a la localidad portuguesa de Montemor-o-Novo, en el Alentejo, donde tiene su estudio (y donde trabaja con un equipo de ocho personas).

Ai Weiwei. ‘Olive Tree Roots’ [Raíces de olivo] 2021. Fotografía: Camino Sayago.
El propio Ai Weiwei aseguró en la presentación de la exposición que para él es un «privilegio» poder mostrar sus obras a gran escala, algunas de ellas por primera vez  en Europa: “Creo que es la muestra más ambiciosa de las que se ha realizado en esta ciudad y se recordará en el futuro. Son obras que siguen una narrativa, una historia, y me alegro de poder presentarlas en un espacio de tanta belleza y con una arquitectura perfecta para acogerlas”.

Ai Weiwei. ‘Crystal Ball’ [Bola de cristal] 2017. Cristal, chalecos salvavidas. Fotografía: Camino Sayago.
Pero además hay piezas minimalistas, que contrastan con las anteriores. «Como flotando sobre la superficie de un mar tormentoso protegida por un cómodo lecho de chalecos salvavidas (que recuerdan a pétalos de rosas)», la escultura titulada «Crystal Ball» [Bola de cristal] es «una burbuja de destino y futuro desconocido, un universo turbulento en una cáscara de nuez, un espacio de magia, un posible vacío y una suerte de promesa. Es un reflejo difuso del precario mañana que se avecina y un espejo distorsionado del lugar en el que nos hallamos hoy como seres humanos».

Ai Weiwei. ‘German Combat Helmets’ [Cascos de combate alemanes], 2023. Fotografía: Camino Sayago.
:: Obras realizadas con LEGO

Fominaya resaltó durante la presentación que, en esta exposición, también se propone un examen en profundidad de las obras realizadas por el artista con LEGO (ladrillos de juguete) desde 2007. En total se pueden ver 19 piezas que constituyen el hilo conductor del proyecto y que proponen un desafío a la pintura tradicional bidimensional.

Ai Weiwei parte de los cuarenta colores disponibles de estas pequeñas piezas de plástico para producir imágenes que recrean cuadros de la historia del arte, modifican fotografías procedentes de los medios de comunicación o incluso recrean obras propias, realizadas anteriormente con otras técnicas.

Ai Weiwei. ‘The Third of May’ (El tres de mayo), 2023. Bloques de construcción (WOMA). Un gran cuadro inédito, producido específicamente para la exposición en el Musac.

Entre estas obras destaca “The Third of May” [El tres de mayo] (2023), un gran cuadro inédito, producido específicamente para esta exposición en el MUSAC, que versiona la obra de Goya “El tres de mayo de 1808 en Madrid”. “Son la herramienta perfecta para cuestionar el pasado político y estético del arte”, admite Ai Weiwei. “Elegí los ladrillos de LEGO porque son completamente ajenos a mí: son neutros, incluso absurdos, con una paleta limitada”.

Sobre “The Third of May” dice el artista: “Vi en estas imágenes algo que me resultaba familiar, especialmente en la escena inolvidable de los patriotas españoles siendo ejecutados: una poderosa representación que conmemora la resistencia española al ejército de Napoleón”. Y aclara: “La sociedad siempre ha estado sujeta a cambios políticos drásticos y, con cada giro, hay quienes mueren o se sacrifican. Esta pintura lo captura de manera tan vívida y directa que parece que estuviese animada, expresando la profunda empatía que Goya, un artista que admiro enormemente, tenía por el sufrimiento humano”.

Ai Weiwei. ‘Mona Lisa Smeared in Cream in Beige [La Mona Lisa manchada con nata en beis], 2023. Fotografía: Camino Sayago.
La recreación con piezas de plástico que hace de «La Mona Lisa», obra maestra de Leonardo da Vinci y una de las creaciones más destacadas de la historia del arte europeo, está relacionada con un suceso conocido: en mayo de 2022 el cuadro fue atacado por una activista medioambiental que le lanzó una tarta para concienciar sobre el colapso climático. Ai Weiwei incluye en su recreación un tanto warholiana una mancha de color beis que imita a la nata. Con ello, además de rendir homenaje a la eterna fascinación que despierta la Mona Lisa, «invita a los espectadores a reflexionar sobre los actos de protesta contemporáneos, la lucha por la justicia medioambiental y la relación entre el arte y el activismo».

:: Un «narrador de nuestro tiempo»

Para Rodríguez Fominaya, Ai Weiwei es un artista que habla del arte con una narrativa que conecta con el espectador. “Nos cuenta historias con las que todos nos identificamos e historias que reconocemos. Es un gran narrador, un narrador de nuestro tiempo, un humanista”.

Ai Weiwei. ‘Illumination’ (Iluminación), 2019. Bloques de construcción (LEGO). Fotografía: Camino Sayago.

Ai Weiwei se retrata a sí mismo en algunas obras, como en la titulada «Illumination» [Iluminación] (2019), que refleja el famoso selfi que el propio artista se tomó en un ascensor junto a los agentes de policía que le custodiaban en aquel momento y que se convirtió en un símbolo de libertad y resistencia.

«The Last Supper in Pink» [La última cena en rosa], 2023. (Detalle) Foto: E. Otero.
También en «The Last Supper in Pink» [La última cena en rosa] (2023), de casi siete metros de largo, donde se recrea la emblemática obra de Leonardo da Vinci y donde Ai Weiwei asume el rol de un desconcertante Judas que ríe a carcajadas.

Son solo ejemplos, hay mucho más. Y merece la pena detenerse a leer las descripciones que figuran en las cartelas de la muestra, junto a cada obra, para entender el sentido y la reflexión siempre crítica de este artista osado y, de alguna manera, inclasificable.

Vista de la exposición ‘Ai Weiwei. Don Quixote’ en el MUSAC. Fotografía: Camino Sayago.

:: ‘Don Quixote’

El título de la exposición procede de su fascinación por el espíritu del personaje de la obra maestra de Cervantes que descubrió en su infancia gracias a su padre. La extravagante pareja formada por Don Quijote y Sancho Panza despertó su imaginación infantil y le reveló que se podía concebir todo un mundo de fantasía, más allá de la doctrina maoísta. “Conocí la figura de Don Quijote gracias a mi padre, el poeta Ai Qing que vivió veinte años en el exilio en Xinjiang. Es un ser humano fantástico que actúa de forma ridícula. Siempre me ha resultado interesante porque sus ideas no están ancladas en la realidad y eso es lo que me ha atraído”.

Ai Weiwei. ‘Don Quixote’, 2024. Cortesía de Ai Weiwei Studio.

:: Una edición limitada de cien copias

Ai Weiwei ha diseñado de manera generosa, además, una pieza titulada ‘Don Quixote’, autentificada y firmada por él, de la que se han realizado únicamente cien copias, que saldrán a la venta próximamente en el MUSAC (aún no se ha revelado el precio de cada una), con el objetivo de recuperar una parte del presupuesto de esta exposición, presupuesto que desde el propio museo apuntan que supera los 300.000 euros.

La exposición se completa con una publicación editada por el MUSAC y diseñada por Lacasta Design que estará disponible a partir del mes de diciembre. El catálogo, ilustrado con imágenes de las obras expuestas, incluye una introducción de Álvaro Rodríguez Fominaya, textos del escritor Luis Mateo Díez y del propio Ai Weiwei, así como una entrevista con el artista y textos descriptivos de las obras de Montserrat Pis Marcos.

Captura de un vídeo de Ai Weiwei. Foto: E. Otero.

:: Diez obras en cine y vídeo

Los visitantes podrán acceder, además, a una selección de diez obras que resumen la obra de Ai Weiwei en cine y vídeo, y que suman varios cientos de horas. Entre los vídeos cabe citar Floating [Flotando] (2016), una pieza integrada por tres segmentos de vídeo filmados por Ai Weiwei con su teléfono móvil en la isla griega de Lesbos en 2016 que documentan, desde diversas perspectivas, la llegada de refugiados que buscan seguridad y cobijo en Europa.

También podrá verse una selección de obra fílmica, entre la que cabe mencionar Beijing 2003 (2003), su primer documental, de 150 horas de duración, en el que recorre desde una furgoneta en movimiento 2.400 kilómetros de las calles de Pekín, o Human Flow [Marea Humana] (2017), un épico viaje cinematográfico que pone de manifiesto tanto la abrumadora escala de la crisis de los refugiados como su profundo impacto personal.

Álvaro Rodríguez Fominaya y Ai Weiwei, durante la presentación. Foto: E. Otero.

:: Sobre Ai Weiwei 

Ai Weiwei (Pekín, China, 1957) desarrolla una actividad diversa y prolífica en campos como la instalación escultórica, el cine, la fotografía, la cerámica, la pintura, la escritura y las redes sociales. Como artista conceptual que fusiona la artesanía tradicional con su herencia china, Ai Weiwei se mueve libremente entre diversos lenguajes formales para reflexionar sobre la situación geopolítica y sociopolítica contemporánea. La vida y la obra de Ai Weiwei interactúan sin descanso y se influyen mutuamente en una confluencia que a menudo se extiende a su activismo y a su defensa de los derechos humanos internacionales.

Ai Weiwei, en el Musac, el viernes 8 de noviembre de 2024. Foto: Eloísa Otero.

Ai Weiwei nunca ha dejado de criticar al gobierno chino por su postura respecto a la democracia y por la violación de los derechos humanos. También ha investigado y publicado casos de corrupción gubernamental y encubrimientos en su país, algunos muy graves. Todo ello le ha conducido a un exilio forzoso. El 3 de abril de 2011 fue detenido en el aeropuerto internacional de Pekín, y permaneció retenido en un lugar desconocido durante 81 días sin cargos oficiales, aunque los funcionarios aludieron vagamente a «delitos económicos». Tras permitirle las autoridades chinas abandonar su país, no sin obligarle a firmar una confesión que hoy niega, se trasladó a Europa. Vivió primero en Cambridge (Reino Unido) y después cuatro años largos en Berlín (Alemania), donde ha relatado que sufrió experiencias xenófobas, antes de trasladarse a Montemor-o-Novo, en el Alentejo (Portugal), donde reside y trabaja actualmente.

Ha expuesto de manera individual recientemente en Design Museum, Londres (2023); Albertina Modern, Viena (2022); Museo Serralves de arte contemporáneo, Oporto (2021). Además de Royal Academy, Londres (2015); Brooklyn Museum, Nueva York (2014); Turbine Hall, Tate Modern, Londres (2010) o la documenta 12, Kassel (2007), entre muchos otros.

Entre las colaboraciones arquitectónicas de Ai Weiwei figuran el pabellón de la Serpentine Gallery de 2012 y el Estadio Olímpico de Pekín de 2008, con Herzog y de Meuron. Entre los numerosos premios y galardones recibidos, destacan el Praemium Imperiale de escultura de la Asociación Japonesa de Arte, que le fue concedido en Tokio en 2022; el galardón a la trayectoria profesional de los Premios Chinos de Arte Contemporáneo de 2008; y el nombramiento como académico honorario de la Royal Academy of Arts de Londres en 2011. Su labor como defensor de los derechos humanos ha sido reconocida con el Premio Václav Havel a la Disidencia Creativa en 2012 y con el Premio Embajador de Conciencia de Amnistía Internacional en 2015. Las memorias del artista, ‘1000 años de alegrías y penas’, se publicaron en 2021, y la novela gráfica autobiográfica ‘Zodiac: A Graphic Memoir’ creada en colaboración con Elettra Stamboulis y Gianluca Costantini, se ha editado en 2024.

Un momento de la presentación de la exposición a políticos y periodistas, el viernes 8 de noviembre de 2024 en el Musac. Foto: E. Otero.

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