RESEÑA / ‘Todos los colores del negro’

Portada del libro.

TODOS LOS COLORES DEL NEGRO
Miguel Núñez y Miguel Bermejo
Salto al vacío editorial, 2024

El escritor LUIS MARIGÓMEZ reseña el libro Todos los colores del negro (Salto al vacío, 2025), de Miguel Núñez y Miguel Bermejo. El libro se presentará en León el domingo 16 de marzo, a las 13 horas, en Ferecor, el Bar (Av. Padre Isla 130).

Por LUIS MARIGÓMEZ

Es este un libro singular, cuidado por el editor, con buen papel, un título llamativo, hecho sin lujos, apenas hay una pincelada roja en una portada en blanco y negro. Es sobre todo diferente de lo habitual porque agrupa fotos y relatos, en dos secciones distintas, que se compenetran.

El apartado fotográfico, corresponde a Miguel Núñez. Las fotos ponen en imagen, no ilustran, la atmósfera, la tierra en la que viven esos personajes, en un blanco y negro que aleja un poco el efecto espejo de lo que se muestra. También podría decirse que los relatos ponen en palabras lo que sugieren las imágenes. Lo que el espectador ve, lo que el lector lee, no pretende ser la realidad tal cual; hay un tamiz, una mirada, una escritura por las que pasan el origen de las fotos, de los relatos. La portada es ya muy indicativa de ello. Sobre un cauce seco, pedregoso, con enormes bloques de granito, se ha construido un puente. Pilotes y enormes vigas de hormigón. Lo cruza una manada importante de vacas. En la primera parte del libro hay treinta y nueve fotografías que muestran animales, caminos, arroyos, ruinas, palomares, tijeras de esquilar, un cementerio lleno de cruces de hierro, vecinos y vecinas de esa tierra, todos mayores, a menudo acompañando a vacas, ovejas, burros, perros… Hay un cuidado en mantener la dignidad de todo lo que aparece, y al tiempo, es inevitable una sensación de ruina, de final de época. La primera foto es de un reloj, embutido en sillares, que marca las doce, que es una hora de tránsito, entre un día y otro, o entre la mañana y la tarde, un cambio en el tiempo. La última fotografía es una calavera de vaca usada como máscara por un paisano que apoya las manos en una cachaba y muestra un reloj de pulsera. ¿Un deseo de ser animal?

Hay que decir que el título viene de un poema collage de Tomás Salvador González. La parte escrita son relatos en el entorno de la alta Sanabria. No tienen título independiente. Su longitud es muy variable y va desde un párrafo a unas cuantas páginas, según el escritor considera que necesita para contar lo que quiere.

Miguel Bermejo es un autor escaso, porque en su vida ha hecho otras muchas cosas además de escribir. Al tiempo, es exquisito, un poco a la manera de un orfebre. Publicó una novela hace más de veinte años, ‘De espaldas a nosotros’, en la editorial Losada, y un libro de poemas, ‘Lúpulo Fernández da Silva’, en Icaria, hace casi veinte años. Una primera versión de este libro se llamó ‘Todo lo que sé de aquel pastor’. Circuló en mecanuscrito por esas fechas, y se publicaron fragmentos en la revista ‘El signo del gorrión’, y algunos de ellos aparecen en el libro conmemorativo que salió en 2023. ‘Todos los colores del negro’ es ahora otro libro distinto de aquel. Recupera algunos relatos, pero la mayor parte de ellos son originales, y dan cuenta de la transformación social ocurrida en estos veintitantos años. La relación del texto con Juan Rulfo, el autor mejicano, es lo primero que viene a la cabeza en cuanto comienza la lectura. Hay algo telúrico que los relaciona. Ese contacto con la tierra, con una atmósfera densa, cargada de sucesos, a veces trágicos, a veces mínimos. Algunos brutales, otros con una particular delicadeza. Pero hay más. A los conflictos inherentes al mundo rural, se añaden los que aparecen con la modernidad, con un mundo contemporáneo que, o parece olvidar sus orígenes, o los idealiza de una manera simplista, ajena a sus meandros. Sobre la naturaleza, dice uno de sus personajes: «Cómo voy a ser amante de una palabra inventada para traer a los turistas. Llevo toda la vida aquí y solo he visto prados, montes, árboles y esas cosas; las conozco a todas por su nombre de pila, pero jamás he visto un paisaje y a la tal naturaleza no la había oído nombrar más que en los periódicos y a gente como usted, que tiene estudios.»

Hay que destacar la versatilidad de la escritura, con multiplicidad de recursos: un relato puede ser una carta, o un artículo de periódico. O habla gente sin estudios, llena de sabiduría; o venida de la ciudad, con las referencias perdidas… y cada uno tiene distintas maneras, todas muy cuidadas, ajustadas a la representación que se propone.

Entiendo que es este un libro necesario para adentrarse en una de las cuestiones básicas de este tiempo, la relación entre un mundo que se acaba, del que vienen las raíces que nos componen, y el laberinto de la modernidad, lleno de pozos que nos seducen y amenazan con sus brillos.

‘Todos los colores del negro’. Fotografía de Miguel Núñez.

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