
Séptima entrega del poeta, ensayista y crítico literario uruguayo afincado en México, y que forma parte de un libro en curso –”un libro que escribo cuando me entra una especie de velocidad de ira”–, titulado ‘Prosapiens’.
Por EDUARDO MILÁN
Llueve sobre la figura que se llama amor. El amor que dos construyen, figura a la intemperie. El vínculo de los dos la crea distraída, un viento que viene de atrás le da en la espalda al espantapájaros. No es una figura que tiene los pies de barro. Es una figura que no tiene pies. Continúa el movimiento de un cierto halo que no se dobla con los sinos de este tiempo (sinos= no campanas), resiste, respira hondo, la respiración es todo en esta vida.
Los amantes respiran por sus poros, los del otro. Los amantes suben cuesta arriba una ladera. Los amantes cumplen con el rito del Centro Comercial (entrar, ver las vitrinas, probarse unos lentes de sombra). Dante sabía mucho de amor. ¿Vos sabés mucho de mujeres, loco? Cavalcanti, mucho de amor. El dios del agua fabrica su salmón. El dios que hace de las suyas, el vino. ¿Fábrica de amor como en Chile fábrica de balbuceo? Llámalo deseo. Esa figura, ese tres que dos construyen que se llama amor, bajo lluvia. Cómo desde la cima se ve el agua resbalando. La escena del espectro bajo lluvia nubla el pensamiento, un parabrisas bajo la tormenta… Impedir, tirarse a los pies, que el amor se vuelva poético. Tirarse a los pies del que no toca tierra, impedir lo que se puede. Todo lo que tiende a lo poético, lo que tiende a su lenguaje, impedirlo. Los dos acodados sobre el césped a ambos lados del mantel a cuadros rojos y blancos. Una cesta, dos vasos, pechuga de pavo horneada en rebanadas y rodajas de queso Nochebuena. Esa carga que transporta a través de su tiempo particular, tráiler de noche rumbo a la frontera por la banda derecha, la menos rápida. El amor no avanza. Está fijo como figura en medio del campo. Ningún pájaro se acerca al amor ya seco sobre la paja dura, amarilla, el viento no la ondula. Lo que tiene que hacer el amor en un mundo desbordado de crimen, sobreabundante. El capital es el responsable principal. Sus inversiones sobre inversiones, su explayarse sin playa, su bloqueo de los veraneantes, su excavadora en la arena, su barrera a las fugas de Rimbaud. La capacidad de no reconocer ningún poder por encima de sí mismo, si hay sí mismo en el capital. Un frío de las estepas, su generación de vacío a temperaturas bajo cero. La devolución de la comida de la metáfora a la literalidad de la boca. La devolución del hambre a la realidad. ¿Dónde está el que vendía planes promocionales de Telcel casa por casa? ¿Qué fue de aquel caffeine free que se apareció en el bar tan delgado, tembloroso, alisado como un hilo negro? El camino al hormiguero baja por un reguero de pólvora. Se lo ve desde el avión: edificios anguila, noches de Shangai.