Tengo sed de verdad

la-mentiraPor FERNANDO CAYO

Este verano participé en Los Ángeles en una masterclass del maestro de  interpretación Bernard Hiller, uno de los grandes maestros de la interpretación por su autoridad y alcance mundial. El núcleo fundamental de este curso consiste en ver con claridad que el camino de mejorar nuestro arte interpretativo pasa ineludiblemente por solucionar y mejorar los aspectos deficitarios de nuestra personalidad. Nuestros miedos, paranoias, mentiras, proyecciones, autosabotajes y limitaciones  son las trabas a superar en la labor profesional de actores y actrices. Aprendemos a reconocer y liberarnos de las máscaras que fabricamos mujeres y hombres. Nos fabricamos máscaras para nuestras relaciones con los demás e incluso con nosotros mismos, porque consideramos que nuestro “Ser” pura y simplemente es inadecuado e insuficiente. “Yo no estoy bien tal cual soy”, y por ese menosprecio autoinflingido preferimos caer en la falsedad de las máscaras sociales.

Para asumir de una manera intensa clara y potente la máscara que supone interpretar un personaje debemos acudir a su encuentro liberados de nuestras máscaras, limpios. Aquel que no es capaz de asumir en su vida la verdad no la podrá mostrar encima de un escenario o en un set de rodaje simplemente porque no la vive… y digo yo: ¿esto no vale para todo el mundo?

Sustituyamos en el fragmento anterior interpretación o interpretar un personaje por medicina o por ciudadanía o por maternidad o por política. Esto nos pone en la tesitura de una búsqueda personal… ¿En qué me estoy mintiendo? ¿Cuál es la película de mi vida que me estoy contando y estoy contando a los demás?

Estoy convencido que no hay más camino que aceptarse a uno mismo, empezar a buscar la verdad en nuestro interior –nuestra verdad propia y singular– para crear una sociedad más verdadera, responsable y cívica. ¿Quién soy yo libre de proyecciones y máscaras? La respuesta a esta pregunta es lo mejor que podemos ofrecer cada uno de nosotros a la sociedad que nos rodea, ahora que tanto necesita la aportación de todos.

La mentira es una práctica institucionalizada en nuestra sociedad, en nosotros. Nos han mentido tanto… nos mienten y mentimos tanto… y ahora lo sabemos más claramente que nunca por el inmenso acceso a todo tipo de información que tenemos. Nos intentan distraer de lo realmente importante con exaltaciones nacionalistas, metiéndonos miedo con horribles sucesos apocalípticos por venir, amenazas biológicas, fútbol, videojuegos, meteoritos, invasiones alienígenas y su puta madre en verso. Cuando somos capaces de parar el ruido mediático-mental, aparecen los desahucios, los robos de guante blanco, los grandes defraudadores, los chorizos, políticos corruptos y pésimos gestores, pero también el cambio de conciencia que se está produciendo, la efervescencia colectiva de creatividad y el asociacionismo independiente no sujeto a parámetros monetarios, más y más personas cada vez más conscientes…

Si nos paramos a sentir, en seguida aparecen infinidad de cosas interesantes, no todo es economía, Horacio, no todo es mente fría y destrucción. Hay en el ambiente necesidad de verdad. No sé vosotros, pero yo, desde luego, tengo auténtica sed de verdad.

Deja un comentario con tu nombre

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.