Yo tenía un blog…

moscu-nieve

Por LUIS GRAU LOBO

Como quien tenía una granja en África, yo tenía un blog… Sí, ya sé que eso no interesa. Casi todos tenemos uno o más de uno y apenas nadie lee a nadie, aunque todos se afanen en escribir. Y no es el primero que he tenido, ni el único (¿ven lo que les decía?), lo cual también carece de interés. Pero el caso es que había abierto un blog en el que iba recopilando artículos que se publican en prensa pero que no cuentan con una web de soporte. Y como sucede que ahora la prensa escrita es menos resistente que la virtual (otro mundo al revés), que cuesta más borrar una mala tarde en Internet que apostatar del catolicismo y que a todos nos seduce esa sensación de pedestre inmortalidad que proporciona publicar en la Red, pues eso, que tenía un blog. Nada más a mano para hacerse con un trocito de banal eternidad a coste cero.

La Mirada perdida, se llamaba. Y, claro, se perdió. Puf, adiós. Ayer estaba y hoy ya no está. Bye bye, ciao, agur sayonara baby y tal. Y esto que les cuento, que en principio tampoco interesa a nadie, o a casi nadie (sí, a vosotros sí, mis queridos amigos…), debería interesar un poco más. De ahí este rollo: me explico. Hace unos meses que abrí ese blog. Busqué en Internet servidores o plataformas o “sitios de esos” (soy un emigrado tecnológico, no me pidan precisión en la jerga) que ofrecen albergar este tipo de páginas gratuitamente y, por casualidad, atraído porque parecía una página española, acabé en uno de ellos al azar. Abrí la cuenta y empecé a maquetar los trabajos, poco a poco. Horas de trabajo y frecuentes meteduras de pata después, quedó aparente, creo; y a mí y a los cuatro amigos que (supongo) lo leían, o al menos lo miraban, no nos disgustaba. Y así seguí hasta hace unas semanas. De pronto una tarde intenté acceder para añadir contenido y… oh, oh, una página en blanco: “El sitio web no puede mostrar la página”. Vale, tranquilo, será la conexión. O el servidor. O la línea. O el espíritu santo. Pero al día siguiente, lo mismo. Y con el paso de las jornadas la inquietud se tornó primero recelo y, después, un pánico resignado y como de andar por casa. Pasaron más días y del susto pasé al cabreo y de ahí, en sana autodefensa, a la retranca. Nadie lo ha notado (nadie ha dicho nada, ¿qué esperabas?), nadie lo notará, ¿para qué lo hacías? Te está bien empleado… ya saben ese tipo de flagelos masoquistas y catárticos de bolsillo…

El blog ha desaparecido (¿quizás me equivoque y reaparezca luego?) porque han desaparecido todos los blogs que se alojaban en esa plataforma, o sitio o lo que sea que ofrecía alojarlos. Ninguno está activo. Así, de repente, como si jamás hubieran existido. Eso sí es virtualidad en estado etimológicamente puro. Al menos las hemerotecas cuando arden, provocan humo. Y todo esto que les cuento, insisto, ¿a ton de qué viene a cuento? (y de ahí su posible interés público). Pues quizás para llamar la atención sobre lo confiados que somos, y por si alguien puede escarmentar en cabeza ajena o prevenirse contra similar y súbito vaciamiento.

Circula por facebook un texto dirigido a quien corresponda que muy solemnemente desautoriza el uso de aquello que publicamos allí, por ser privado, se dice. Un colega advirtió de inmediato que si es privado y no quieres que lo usen, ergo no lo hagas público. Pues bien, habría que saber qué sucede con lo que hemos decidido que sea público y, de pronto, deja de serlo sin más, por decisión ajena y misteriosa. ¿Qué hacemos si sucede algo así, si se esfuma como en un repentino, mudo y trivial cataclismo todo aquello que nos ha costado trabajo elaborar para difundirlo, todo aquello que creíamos nuestro, el lugar donde volcábamos (para nosotros, más que para otros) todo cuanto queríamos sacar fuera? ¿Qué podemos hacer si alguien a quien no conocemos decide echar el cierre y nos quedamos dentro y a oscuras? ¿Qué tipo de relación establecemos con quienes nos “alojan”, con nuestros desconocidos “caseros”, y qué hacer en este tipo de desahucios virtuales?

Esta nueva especie de gran hermano es nuestro “editor”. Un tipo huraño, enmascarado, inhumano, pérfido, ruin, ladino… O no… No sé nada de él (o ella, o ellos…). ¿Qué ha pasado? Quizás simplemente sucede que los títulos son premonitorios: la mirada perdida. Perdida está. Alea jacta est.  Aunque… si alguien supiera de ella, razón aquí.

Ps: Así que ya sabes, Eloísa, borra la referencia a mi blog en Tam-Tam Press. Me siento mucho más ligero.

4 Comentarios

  1. Hay que tener bien claro que cuando NO pagas por un servicio NO eres el cliente, y NO tienes mas derechos que los que incluye las Condiciones de Uso (que generalmente nunca leemos y el propietario cambia a su antojo).
    Cuando una compañía te entrega algo sin pagar, solamente eres el USUARIO.

    Un saludo

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  2. Está claro, Sevi, y no está tan claro. A mí también me pasó. Además, tenemos la falsa idea de que en la Red todo permanece, y eso no se cumple para nada… El problema es que a muchos nos cuesta trabajo entender cómo funcionan algunas cosas, más allá de pagar por un servicio. No sé si me explico.

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  3. Es una putada desde luego. Pero no te lo tomes así. Además ya tienes nombre para tu nuevo blog, LA MIRADA ENCONTRADA…;-)…Procuraría leerte. Pero no prometo nada. Nunca. Un saludo.

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  4. El problema de los blogs gratuitos es negociar con el infierno… todas las plataformas de este tipo están pensadas como negocio y quien las nutre de forma positiva y creativa, tiene que tener muy claro que aporta contenidos gratuitos para conseguir los objetivos económicos de quien ha montado el tinglado… detrás del «gratis total de internet», en todos los sentidos, hay un enorme plan de negocio global que arrastra como un tsunami a cualquiera que se piense que aportar algo de manera honesta y abierta no le va a significar un coste y un beneficio a alguien… el ejemplo más contemporáneo es el llamado oficio periodístico, arrasado precisamente por la absoluta falta de rigor y superficialidad de la información emergente en internet… si Luis Grau o cualquiera con una formación y trayectoria formal y profunda quiere aportar y al mismo tiempo hacerse valer en lo que quiere transmitir y comunicar, lo primero que hay que hacer es desarrollar una marca de autoría creando una web con dominio y registrando todo lo que en ella publique… es la única manera de cambiar en cierta medida este desastre actual; desde luego que cuesta una cierta cantidad de dinero, pero es la manera más directa y sencilla de control y de que si genera por su creciente interés un posible rendimiento económico del tipo que sea vaya a su cread@r.

    De la misma manera que hay una estratificación de la población mundial por rentas económicas, sociales y culturales, en internet va a suceder lo mismo, quien busque veracidad e información positiva contrastada le costará un esfuerzo económico o un intercambio de algún tipo… quien busque simplemente leer cabeceras llamativas y vacuas seguirá como en este momento… y este proceso se ha iniciado hace ya tiempo, aunque no lo parezca…

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