
El sexteto burgalés recopila en un disco sus 2 EPs para mostrar una novedosa y solvente propuesta que va desde el folk norteamericano al irlandés interpretado con energía.
Por KEPA ARBIZU
La Maravillosa Orquesta del Alcohol es de primeras un nombre muy llamativo para un grupo y que por lo tanto es muy fácil que se quede en la memoria de aquel que lo oye por primera vez. Sucede por el contrario que puede llegar a inducir al oyente a una deducción algo errónea respecto a la propuesta sonora que desarrollan los burgaleses que se esconden tras él. Y es que estamos ante una banda que propone una extraña, por poco habitual en estas latitudes, mezcla de folk, rock e incluso punk realmente arrebatadora capaz de llevarnos con igual facilidad por el gótico sureño como por la frondosa y agitada Irlanda.
Para poder hacernos una idea exacta de lo que significa el grupo han publicado un disco en el que se recopilan sus dos EPs publicados hasta la fecha (“No Easy Road”, del 2011 y “The Shape of Folk to Come”, 2012). Como es lógico se nota una cierta evolución, o madurez, entre las composiciones que pertenecen a su primera grabación y a la posterior. Las de esta última denotan un mejor acabado y una precisión mayor a la hora de recrear la ambientación elegida.
Un sonido el de los castellanos que se nutre de una instrumentación casi totalmente acústica (guitarras, acordeones, banjos, etc..), una característica que no impide que saquen toda su (contagiosa) fuerza apoyados, en parte, en una sección de percusión que imprime gran tensión a las composiciones. Ese nervio se deja ver, por ejemplo, en temas como “No Sleep ‘Till Glasgow”, que consigue compendiar tanto un tono festivo como uno más melancólico, algo que les emparenta con The Pogues.
El folk norteamericano, entendido desde una visión más tradicional pero ejecutado con viveza, también es un elemento muy presente en el grupo. “Gasoline”, la única que interpretan en castellano, abre con un sonido de banjo sobrio y que acabará por relacionarles directamente con The Avett Brothers. “Let it Go” imprime más ritmo (sorprendente en ese contexto el papel del saxofón), incluso en clave pop, y que por lo tanto les acerca más en este caso a Mumford & Sons. Partiendo de esa base pero en un contexto más oscuro y épico, algo así como lo harían Murder By Death, se desarrollan en “Gipsy Queen” o en “A Sad Ballad Trumpet”, un tema que pasa de lo contenido a una explosión final.
En la heterodoxia evidente que maneja la banda habrá espacio también para la incursión de sonidos que coquetean con el jazz y/o el blues, con un aire evidente “cabaretero”, como en “Huckleberry Finn”e incluso en “Underground Blues”, donde la herencia negra se materializa con unos aires más “modernos”. Mientras que los ritmos balcánicos son los que animan “Joselito’s Brothers”, otro “in crescendo”, o “Masters of the World”, “Baker St” por su parte se convierte en un country crepuscular.
La Maravillosa Orquesta del Alcohol no cuenta sólo con la carta de la originalidad. El sexteto demuestra una calidad innata para hacer suyas diferentes variaciones del folk, ya sea mostrando su lado más sureño o el más juerguista irlandés, y conducirlas con una tensión y ritmo que les hace convertirse en una de las propuestas más sugerentes surgidas últimamente. No es casualidad que Frank Turner y Dropkick Murphys, expertos en este tipo de sonidos, les hayan elegidos de teloneros.
Vaya jefes estos chavales!!
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