El escritor Toño Morala recibirá este miércoles 1 de junio un pequeño homenaje de los alumnos del Colegio Marista San José, justo al cumplir un año de su fallecimiento. El que fuera socio nº 1 de Tam Tam Press, una persona muy apreciada en el ámbito de la cultura leonesa, será recordado a través de sus relatos, en esta ocasión con la lectura de uno de ellos, en la “Escalera de la vida”, que discurre desde la calle Álvaro López Núñez hacia el barrio de San Esteban.
En alguna ocasión se pasó por las aulas del colegio Marista San José para declamar poesía y compartir su obra y sus experiencias con el alumnado. Ahora, cuando se cumple justo un año de su fallecimiento (el 1 de junio), los estudiantes de Maristas le van a rendir un pequeño homenaje leyendo en la calle uno de sus relatos, titulado “La escalinata”. Lo harán en la “Escalera de la vida”, la escalera de colores de la calle Álvaro López Núñez que pintaron los estudiantes de tercero de la ESO y que en la actualidad están restaurando.
En la parte inferior de la escalera también han pintado una especie de biblioteca con libros, añadiendo nombres de escritores/as de León. Y Toño Morala tendrá su propio rincón, junto a otros autoras y autores nacidos o adoptados por esta tierra.
Desde el colegio explican que los “artistas” del proyecto pidén perdón de antemano a las escritoras y escritores que no estén incluidos de momento en el muro, ya que aseguran que “son todos los que están, pero no caben todos los que son”, debido a la falta de espacio. Los nombres incluidos se han seleccionado a través de una cuenta en las RRSS.
La iniciativa surgió a petición del consistorio leonés, que solicitó ideas para rellenar los dos huecos laterales de la escalera, para tratar de evitar que se abandonasen en ese hueco deshechos de grandes dimensiones, y desde el aula de Plástica de Maristas se propuso hacer libros gigantes que pudieran ser pintados luego por estudiantes con los nombres de autoras/es de León.
Reproducimos a continuación el relato “La escalinata”, que Toño Morala publicó en esta revista el 8 de diciembre de 2016:
La escalinata
“Aquella infancia donde casi todo era observado desde la inocencia de ser niño, y también con aquellas ganas de aprender y descubrir el mundo. Tiempos de memoria taciturna y sobresaltada por el compromiso racional de ver y descubrir. Aquella tarde había bajado a la escalinata que daba a la pequeña plaza, donde se ponían las mujeres los miércoles y sábados a vender: hortalizas, huevos, pollos vivos… al mediodía se marchaban y dejaban los despojos… hojas de berza, de lechuga… De repente apareció él como por arte de magia, lentamente subía, trepaba como cansado y con miedo; de vez en cuando se paraba, oteaba a su alrededor y seguía su camino lento, muy lento. El niño se puso a jugar… la algarabía del momento le hizo olvidarse de aquel ser minúsculo, débil e indefenso. El cansancio le sentó de nuevo en la escalinata, mientras aquel gusano ya era ciudadano de la piedra labrada… había emigrado sin querer en aquel tren de hojas para la vida”.
TAM-TAM PRESS 