
La Fundación Merayo —que, como todos los veranos, vuelve a abrir sus puertas en las instalaciones del antiguo seminario de la localidad leonesa de Santibáñez del Porma, donde se podrá contemplar la exposición colectiva «Geometrías del alma»—, ofrece este martes 28 de junio, a las 20.00 horas, el concierto «Convergencias. Recital Abel-Bach», a cargo de Alejandro Marías, quien interpretará el programa con viola de gamba y violonchelo barroco. Entrada libre y gratuita.
El programa comprende dos obras de Karl Friedrich Abel (1723-1787) —la Sonata para viola de gamba sola en sol mayor y los Solos para viola de gamba en re menor— y una de Johann Sebastian Bach (1685-1750), la Suite para violonchelo solo nº5 en do menor, BWV 1011.
La música de este recital se remonta al marco histórico del siglo XVIII, cuando Europa atravesaba un periodo de grandes cambios políticos, culturales y artísticos. La decadencia del Antiguo Régimen se llevó consigo instrumentos como la viola de gamba y formas musicales como la suite, identificados con la aristocracia.
La relación entre los Abel y los Bach, que duró varias generaciones, condujo a una hermosa paradoja: El viejo Bach compuso sus suites, un género que pronto quedaría obsoleto, para un instrumento relativamente nuevo como era el violochelo. Por su parte, el joven Abel —un compositor vanguardista para aquella época— dedicó su obra a la viola de gamba, un instrumento pasado de moda que prácticamente moriría con él.
:: Sobre Alejandro Marías
Alejandro Marías —que domina la viola de gamba «con magnífica técnica y sonido, y con sobresaliente expresividad», según la revista Scherzo— supo desde muy niño que quería ser músico. Comenzó sus estudios con Enrique Correa y María de Macedo y obtuvo los títulos superiores de Violonchelo y Viola da gamba en el Real Conservatorio Superior de Madrid.
Se trasladó a Francia para especializarse en la interpretación historicista de los repertorios clásico y romántico, y más tarde a Suiza, donde recibió clases de grandes maestros. Actualmente es profesor de estos instrumentos en Conservatorio Superior de Música de Sevilla, director artístico del conjunto La Spagna y miembro del Cuarteto Francisco de Goya, con el que ha grabado quintetos de Boccherini. Con La Spagna ha realizado el disco A tribute to Telemman. En 2019 el sello Brilliant Classics publicó su grabación de la obra completa para viola de gamba de Jacques Morel, que nadie había grabado hasta ese año, y que ha sido calificada como «soberbia».
Alejandro Marías toca con una viola de gamba construida por Charles Riché en 1997 a partir de un instrumento de Michel Colichon.
:: Exposición “Geometrías del alma”
El pasado 22 de junio, las puertas de la Fundación Merayo volverieron a abrirse para dar inicio, un verano más, a un vasto programa de actividades artísticas y culturales, en el que las exposiciones de artes plásticas y visuales alternarán con conferencias, presentaciones de libros o conciertos de música. En esta nueva cita, en los espacios de la Fundación se renueva el ritual de encuentros entre arte, creadores y público.
En la emblemática capilla expone su obra Enrique Guzpeña, pintor leonés de consolidada trayectoria, que cuelga una colección de cuadros denominada Encuentros, pues en ella el pintor ha querido que piezas de diferentes épocas entablen un diálogo fructífero, articulado en torno a algunas de las temáticas argumentales que han tenido presencia en su devenir creativo. Imaginador de espacios que contienen formas, la estética de Guzpeña integra simbolismo geométrico con color intenso. Ni más ni menos que el mundo de los conceptos mediatizado por el de las emociones.
Las Pinturas y collages de Dolors Bosch dotan a la antecapilla de un ambiente mágico e irreal, pues en este conjunto representacional están presentes insólitas figuraciones: personajes excéntricos y metamórficos que conviven con signos de orden lineal y con grafías ondulantes y rítmicas, próximas a una pseudoescritura automática, que enlazan con su mundo interior, e incluso más allá, con un mundo mítico. El lenguaje abstracto de tintes surrealistas, junto a la planitud de los campos cromáticos y la espontaneidad del léxico, sitúan a esta obra en la órbita formal y estilística de las vanguardias.
Forma y construcción es la enigmática obra de Jaume Rocamora (Tortosa, 1946 ) basada en el orden y la contención propia de la abstracción geométrica, corriente de la que este autor es uno de sus más genuinos representantes en la actualidad, en España. Su obra enlaza con la tradición europea de los movimientos de vanguardia de pintura no representativa, basados en la línea —el Constructivismo de Malevic, el Neoplasticismo de Mondrian o los planteamientos racionalistas de la Bauhaus- y a la que, después de años de actividad, se ha mantenido fiel y ha aportado técnicas y materiales especiales y novedosos.
Ángela Merayo expone en el vestíbulo y escalera la serie denominada La música del silencio que está dedicada e inspirada en el milenario del Císter. Realizada en 1998, utiliza acuarelas y tinta china, técnica ésta que es escasa dentro de su producción, pero muy adecuada para interpretar plásticamente las aspiraciones de austeridad, espiritualidad y trascendencia de esta orden reformada. Obras que se enclavan en la abstracción lírica en las que manchas cromáticas y referencias figurativas de gestualidad atenuada, sugieren formas arquetípicas de la arquitectura del Císter y su luz blanca y trascendente.
La muestra colectiva de escultores reúne a los siguientes creadores:
Antolín Álvarez Chamorro, es un prolífico escultor, heterogéneo en el uso de materiales, que en esta ocasión aporta a la muestra dos obras: Unidos (madera de nogal sobre peana de hierro) en la que el magnífico trabajo de talla sustenta un no menos interesante significado conceptual, y Ayuda, complejo conjunto escultórico realizado en madera de nogal, hierro y cuerda.
La obra de Carlos Cuenllas, habitual en el patio de la Fundación, se manifiesta en un amplio abanico de expresiones escultóricas contemporáneas, tanto en el uso de los materiales —industriales, de deshecho…— como en los campos conceptuales y metafóricos. Para esta ocasión ha montado su minimalista Setal.
Cosme Paredes aporta esta vez una pequeña pieza denominada Sembrador, que, realizada con su habitual técnica de chapas de hierro ensambladas a modo de collage, conlleva una propuesta más estática y alcanza un nivel de emotividad superior al de su animalario habitual.
Mariano Gutiérrez completa su contribución con las obras tituladas Camino a Ítaca y La mujer de Vitrubio, realizadas con varillas de acero inoxidable y rellenos de resina epoxi coloreada. En ambas se mantienen su característica estilización, la síntesis formal y el simbólico alejamiento del suelo.
Al Sin techo de Javier Robles que tiene su “domicilio” en el jardín de la Fundación se le une este año Arre, el personaje (niño) que juega con un caballito de madera (palo y cabeza), de la serie de los juegos tradicionales. Pieza representativa de su obra de netos volúmenes y llena de ternura.
El joven escultor leonés Juanjo Feral expone las siluetas de Bailarina y Galgo, realizadas con trozos de hierro y latón dentro de la tradición figurativa; responden al concepto de interior diáfano que pone en valor la dialéctica entre materia y transparencia, entre el recubrimiento y la esencia.
La Fundación Merayo se siente especialmente ilusionada ante esta nueva muestra y agradecida a artistas y público que temporada tras temporada, año tras año —y ya van nueve—, acuden a sus convocatorias estivales para renovar la existencia de la cultura viva y compartida. La exposición permanecerá abierta hasta el 31 de octubre.
