Días de 2023 (2)

@ Ilustración: Avelino Fierro.

Avelino Fierro —autor de entregas agrupadas bajo títulos como “Querido diario”«Calendario»«Desde mi celda», «El cuaderno naranja»«Días de 2021» y «Días de 2022»… inició con el nuevo año una nueva sección: «Días de 2023».

Por AVELINO FIERRO

Como si hubiera firmado una tregua consigo mismo, harto ya de refriegas y minúsculas batallas, de los interrogantes y las tentaciones, de hilvanar uno tras otro los días… el mundo no ha querido despertarse. Se ha subido el embozo, se ha ocultado hoy bajo las sábanas para sentirse envuelto en un cosquilleo tibio. Veo los tejados blancos, las casas conteniendo la respiración, sus pupilas casi cegadas. Únicamente el hilillo de humo de las chimeneas de un edificio de ladrillo hace señales a esta monotonía.

Un hombre tocado con un gorro de lana rosa que termina en un pompón desfigurado, absurdo, rasca el cristal de un coche. Y un pájaro retiene su cuerpo temeroso entre las ramas. En las zonas más sombrías del parque está comenzando ese despertar de cristales que se resquebrajan sin sonido o con mínimos latidos metálicos. Los colores de plata son diversos, muestran sus variaciones: rutilantes o tiernos como la miga de pan o la leche de las madres; los hay transparentes, o tristes y desfibrilados. Toda esta vasta familia de hielos y escarchas ha venido hasta aquí, ha emigrado hacia las superficies y objetos del barrio: coches, antenas y cornisas, ventanas y bancos, prunos desnudos. Algunas esquirlas juegan sobre el plástico –ahora comienza a brillar– que envuelve un paquete de tabaco.

Todo se ha vuelto uniforme, embellecido con ese traje de piel de serpiente que oculta las grietas de las baldosas y los borrones secos de las manchas de carburante. Todo se muestra  más pulcro. Y hasta los charcos de culpa y los golpes de la vida que se habían abierto como zanjas oscuras parecen aquietarse, entrar en un letargo. Sí, la tierra sigue acurrucada, con los poros cerrados. Una ilusión de pureza.

Los acontecimientos que cada jornada restauran y empujan la Gran Rueda, permanecerán así un buen rato: minúsculos, juiciosos, mesurados. Sigo pegado a la ventana, mirando. Y, como en el poema de Auden sobre la niebla, por este armisticio, por este sosiego, siento también deseos de dar gracias. Por este mundo silencioso y blanquecino, helado, por esta gasa que está envolviendo mis párpados.

 

1 Comment

  1. Gracias por compartir «tus días»,llenos de calificativos fantásticos que,hacen parecer fácil,escribir como escribes.
    ¡¡Quién supiera hacerlo así!!
    Un abrazo. Maribel

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