«Entrevista de prensa», un poema de Rosario Castellanos

Rosario Castellanos.

En TAM TAM PRESS continuamos con la sección antológica “LOS POEMAS COLGADOS”*, con textos de poetas muertos escogidos por Ildefonso Rodríguez Eloísa Otero. El trigésimo octavo autor que llega a esta sección es la poeta, narradora y ensayista mexicana Rosario Castellanos (1925-1974), quien, dos años antes de su muerte, reunió su obra poética en Poesía no eres tú / Obra poética: 1948-1971, volumen en el que incluyó, además, los poemas dramáticos Salomé y Judith y sus versiones de textos de Emily Dickinson, Paul Claudel y Saint-John Perse.

Nació en México en 1925 y falleció en Tel Aviv (Israel) en 1974, mientras ostentaba el cargo de Embajadora de México. Desde pequeña vivió en Comitán, Chiapas, donde estudió hasta segundo de secundaria. Regresó a la capital a los dieciséis años e ingresó en la Facultad de Filosofía y Letras para graduarse de maestra en Filosofía en 1950. Viajó a España y visitó algunos países. A su regreso trabajó en el Instituto Mexicano de Ciencias y Arte y dos años después recibió la beca Rockefeller de poesía y ensayo. Más adelante colaboró en diferentes centros y en revistas, periódicos y suplementos culturales con cuentos, ensayos, crítica literaria, etc

Rosario Castellanos se singulariza por la propensión a descender al interior de su conciencia en busca de emociones que, convertidas en canto o en elegía, suelen aflorar en descarnados versos. Ella misma dejó de sí un «autorretrato» que arranca con estas palabras: «Yo soy una señora: tratamiento /arduo de conseguir, en mi caso, y mas útil / para alternar con los demás que un título / extendido a mi nombre en cualquier academia. // Así, pues, luzco mi trofeo y repito: / yo soy una señora.  Gorda o flaca / según las posiciones de los astros, / los ciclos glandulares / y otros fenómenos que no comprendo. // Rubia, si elijo una peluca rubia. / O morena, según la alternativa. / (En realidad, mi pelo encarece, encanece). // Soy más o menos fea. Eso depende mucho / de la mano que aplique el maquillaje. // (…) Soy mediocre. Lo cual, por una parte, me exime de enemigos / y, por la otra, me da la devoción / de algún admirador y la amistad / de esos hombres que hablan por teléfono / y envían largas cartas de felicitación. / (…) // Amigas… hmmm… a veces, raras veces / y en muy pequeñas dosis. / En general, rehúyo los espejos. / Me dirían lo de siempre: que me visto muy mal y que hago el ridículo / cuando pretendo coquetear con alguien. // (…)».

:: «Entrevista de prensa», un poema de Rosario Castellanos

ENTREVISTA DE PRENSA

Pregunta el reportero, con la sagacidad
que le da la destreza de su oficio:
—¿Por qué y para qué escribe?

—Pero, señor, es obvio. Porque alguien
(cuando yo era pequeña)
dijo que gente como yo, no existe.
Porque su cuerpo no proyecta sombra,
porque no arroja peso en la balanza,
porque su nombre es de los que se olvidan.
Y entonces… Pero no, no es tan sencillo.

Escribo porque yo, un día, adolescente,
me incliné ante un espejo y no había nadie.
¿Se da cuenta? El vacío. Y junto a mí los otros
chorreaban importancia.

No, no era envidia. Era algo más grave. Era otra cosa.
¿Comprende usted? Las únicas pasiones
lícitas a esa edad son metafísicas.
No me malinterprete.

Y luego, ya madura, descubrí
que la palabra tiene una virtud:
Si es exacta es letal
como lo es un guante envenenado.

¿Quiere pasar a mi mausoleo?
¿Le gusta este cadáver? Pero si es nada más
una amistad inocua.
Y ésta una simpatía que no cuajó y aquél
no es más que un feto. Un feto.

No me pregunte más. ¿Su clasificación?
En la tarjeta dice amor, felicidad,
lo que sea. No importa.
Nunca fue viable. Un feto en su frasco de alcohol.
Es decir, un poema
del libro del que usted hará un elogio.

ROSARIO CASTELLANOS. Poesía no eres tú / Obra poética: 1948-1971.
Letras Mexicanas, Fondo de Cultura Económica, segunda edición, 1975.

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“LOS POEMAS COLGADOS”

NOTA de Eloísa Otero e Ildefonso Rodríguez: Esta sección quiere ser una Miniantología (que puede alargarse hasta donde nos den las fuerzas y las ganas). Un doble criterio nos guiará: El primero, serán poemas que los autores no podrían colgar por sí mismos, por ser ya de aquellos que Joyce sin más llamó fantasmas (“… alguien que se ha desvanecido hasta ser impalpable, por muerte, por ausencia, por cambio de costumbres”). O por decirlo con Quevedo, en nuestra Miniantología viviremos “en conversación con los difuntos”. Y segundo: nuestros propios gustos, que ojalá sepan recoger el hermoso Babel de la poesía, la Gran Republicana.

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