Tópicos 4 / Auschwitz: el selfi os hará libres

Por LUIS GRAU LOBO

Luis Grau Lobo.

Auschwitz. En ese lugar asesinaron a cerca de un millón y medio de personas. ¿Es posible comprender esa barbarie y sirven de algo intentarlo y la supuesta lección que nos ofrezca? ¿Consiente un examen el eco de quienes sufrieron? ¿Puede un sitio así ser objeto de curiosidad, de una visita turística? ¿Puede sobrevivir a su conversión en tópico?

Al poco de entrar se recorren los barracones. Uno se abarrota de maletas desventradas, otro contiene zapatos desparejados, otro mechones de pelo arrancados de cabezas vivas, gafas, muletas y bastones, prótesis, dientes… El silencio del grupo apenas lo quiebra el susurro de un guía que glosa lo que vemos. Innecesariamente. Todo cuanto puede ser espeluznante y odioso en esta tierra se revela allí, de cobertizo en cobertizo. Al final del recorrido nadie sabe qué decir o hacer. La vista se dirige al suelo, con vergüenza. De pronto, a la salida, otro grupo que acaba de llegar en autobús se planta bajo el célebre cartel (Arbeit macht frei) para tomarse un selfi entre risas, mientras hay quien grita que van a presenciar un montaje, que no se crean nada, que es un parque temático. Nadie se alza a refutarle, tal vez porque hay lugares donde no se debe discutir o, quizás, no merece la pena o, en el peor de los casos, porque no se está seguro. Más allá se encuentra el campo de exterminio Auschwitz II – Birkenau, donde terminaron las vías de los trenes de Europa entera. Allí no llegan esas voces, no hay carteles, casi no quedan restos porque intentaron destruirlos. El vacío impone sus códigos.

Todos conocemos estos lugares, por películas y documentales. Son uno de los más espantosos nombres del mal y la depravación humana, pero, por eso mismo y también, un tópico, como el genocidio o la esclavitud. Holocausto, Shoah… palabras aterradoras, pero palabras. Las palabras son sospechosas hoy día; de tanto usarse se han agotado o adulterado. La desnazificación ha llegado hasta el extremo de nazificar y países que alumbraron al monstruo incuban otro apenas unas generaciones después, justo cuando apenas quedan testigos.

Dijeron (Theodor Adorno) que no podría escribirse después de Auschwitz, que cualquier poesía seria inapropiada, bárbara, ofensiva. Dijeron que todo europeo debía visitar Auschwitz para su educación ¿sentimental, política, moral…? Dijeron que no se repetiría. Dijeron tantas cosas… Sobre Auschwitz se publican ahora multitud de libros –muchos vanos o ridículos, comerciales– y se filman películas no siempre respetuosas o dignas.

Auschwitz se llama Oświęcim en polaco y se ha convertido en un lugar turístico, muy visitado, fotografiado y comentado en las redes… Ahora Auschwitz se llama Gaza.

(Publicado en La Nueva Crónica de León el 27 de julio de 2025)

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