Prensa juvenil

Por LUIS GRAU LOBO

Luis Grau Lobo.

Se echan manos a cabezas y mesan barbas a propósito de las manipulaciones de la realidad (o la verdad, como pretenden llamarle) que se cuecen en las redes, inteligencias espabiladas y demás arcanos digitales para la generación tecnopléjica. Que si los chavales se pasan al lado oscuro, donde fermentan las burradas de Vox y sus sombríos esbirros, que si se informan en cualquier albañal o garito de influencer que solo sabe de geografía dónde está Andorra, que si les importa un ardite –¡un ardite!– lo que a otros tanto interesa… Hay programas televisivos que se recrean en la supuesta ignorancia de los jóvenes a base de entrevistas callejeras a salto de mata. Lo habrían podido filmar en cualquier época con idénticos resultados, pero resulta confortable cachondearse de los jóvenes, venganza triste de viejos.

A lo que vamos, que los muchachos no leen la ‘prensa seria’, donde, con seguridad, hallarán noticias de verdad y podrán informarse fehacientemente. O no. Quizás pudieran si superasen la furia por el ‘clickbait’, ya saben, el titular a lo Club de la comedia para lograr un clic de ordenador que contabilice en la estadística. Del tipo: «Un leonés, obispo de Nueva York», que luego lees y resulta que su tatarabuelo era de Tejerina. O las reescrituras para corregir bulos no contrastados o información sesgada, que convierten sus webs en intangibles y tornadizos palimpsestos.

Al menos hay certezas. Si se lee un periódico antigubernamental (y ferozmente antisanchista, por supuesto) se encontrará con que Sánchez no «hace» cosas, las perpetra, trama o maquina, mientras la oposición realiza, logra o medita. Mi amigo Gerardo tiene comprobado esto con números. El viceversa es más difícil de encontrar (los medios son de derechas en gran mayoría), pero haylo. A nivel regional y local, se sabe dónde encontrar una portada a favor o contra una autonomía, diputación o ayuntamiento y se puede escoger según apetencias, como en el súper. O como en las redes. Más aún: hay diarios cual boletín oficial de la oposición y guía de declaraciones y mociones. La certeza de que cuatro de cada cinco portadas llevarán una crítica (a veces chistosísima) contra el gobierno indeseado proporciona confianza al consumidor. Como el carné de manipulador.

El sutil arte de los titulares se estudia en Ciencias de la desinformación. ‘Ahora’, por ejemplo, es adverbio que lo cambia todo. Es palabra que despedaza una declaración, una opinión, una defensa: la diferencia entre «Pérez dice tal cosa» y «Pérez dice ahora tal cosa», como si hubiera dicho antes otra, como si cambiara de argumento por miedo, indecisión o culpa. Como si estuviera, ya, condenado. Y así con cualquier vocablo o redacción, que el lenguaje es elástico y surtido. No debería extrañar que la chavalada pase de esta feria de intereses y débitos tan evidente como inconfesada. Al menos ellos no se las dan.

(Publicado en La Nueva Crónica de León el 28 de septiembre de 2025)

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