«Las sirenas que provocaron a Ulises», un sueño de la escultora Esperanza d’Ors que toma forma de libro

Portada del libro, con una imagen de las sirenas esculpidas por Esperanza d’Ors.

El Círculo de Bellas Artes de Madrid acoge este miércoles 15 de octubre, a las 18:30 horas, la presentación del libro Las sirenas que provocaron a Ulises. Cuaderno de voces (Huerga y Fierro Editores, 2025), en el que la escultora Esperanza d’Ors dialoga con 21 poetas contemporáneas y sus versos, invitando a reflexionar sobre el papel de la mujer en el imaginario colectivo a partir de estas figuras míticas. El acto tendrá lugar en la Sala Minerva del CBM, y la entrada es libre hasta completar el aforo.

En este siglo XXI, que ha sido denominado como el «siglo de la mujer», el libro Las sirenas que provocaron a Ulises se presenta como un homenaje plástico y literario a la condición femenina. Concebido como un diálogo entre la escultura y la poesía, reúne veintiún desnudos femeninos creados por la escultora Esperanza d’Ors y bautizados por otras tantas poetas contemporáneas que, con sus versos, ofrecen una mirada distinta, renovada y femenina de estas figuras. Frente a la tradición histórica, que siempre ha interpretado las sirenas desde una óptica masculina, el proyecto propone redescubrirlas desde la experiencia de las propias mujeres. Las sirenas que provocaron a Ulises invita así a reflexionar sobre el papel de la mujer en el imaginario colectivo y a reivindicar su poder de inspiración artística y vital.

Las veintiuna poetas que dialogan con las esculturas y resignifican los mitos desde una mirada contemporánea y femenina son: Isel Rivero, Esther Peñas, Miren Agur Meabe, Eloísa Otero, Menchu Gutiérrez, Luz Pichel, Fanny Rubio, Clara Janés, Raquel Lanseros, Verónica Aranda, Marifé Santiago Bolaños, Marta López Vilar, Pilar Martín Gila, Ángeles Mora, María Maizkurrena, Nuria Ruiz de Viñaspre, Rosana Acquaroni, Julia Piera, Aurora Luque, Yaiza Martínez y Amalia Iglesias. El prólogo es de Cristina Santamarina, y el epílogo de María Escribano.

En la presentación intervendrán la escultora Esperanza d’Ors, autora del proyecto y con una reconocida trayectoria en el ámbito de la obra pública; la socióloga Cristina Santamarina, especialista en género, cultura e identidades sociales; la historiadora y poeta María Escribano, comisaria de exposiciones y autora de ensayos y poemarios; y la poeta y traductora Verónica Aranda, galardonada con numerosos premios internacionales y una de las voces más destacadas de la lírica actual.

Bocetos escultóricos de las sirenas de Esperanza d’Ors.

:: Sobre el libro

«Están aquí convocadas Las sirenas que provocaron a Ulises. Y están recreadas en voces personales que nos recuerdan que el ayer y los mañanas se rememoran, se imaginan, se proyectan, se construyen hoy. Conforman en su conjunto y en su variedad, un Cuaderno de voces, donde se dan cita el amor y el desamor, la valentía, el sufrimiento, el viaje mismo de la vida, la mirada que busca (o huye) de otra mirada, el deseo, la música del tiempo, volcanes y montañas. Y las orillas. (…)», escribe Cristina Santamarina en el prólogo. Y añade:

«Se trata de un Cuaderno de voces provocadoras. (…) Estas voces nombran misterios que anidan en cada una de nuestras almas, misterios que a veces nos rescatan del naufragio y otras, nos recordarán que toda pena, toda pesadumbre, ha sido ya padecida, narrada, compartida en ese infinito universo de la historia del vivir y del decir».

Por su parte, María Escribano recalca en su epílogo lo siguiente: «Estas veintiuna sirenas emergentes han llegado a tierra firme. Se han deshecho de sus ropajes mitológicos, de sus plumas y sus garras, de sus colas plateadas y avanzan desnudas, desprovistas de cualquier significante distinto al que provee la relación fraternal de unas con otras. «Somos sirenas —parecen decir— y aquí estamos para seguir recordando el lado oscuro de la belleza». Para seguir recordando que, aún atados a un mástil, debemos seguir persiguiendo lo irreductible, lo que no tiene respuesta, lo que no tiene dueño».

:: Sobre la artista y su ‘sueño’ escultórico

Boceto de una de las sirenas.

Las 21 esculturas fueron concebidas originalmente para instalarse en un espigón marino, desafiando el vaivén de las olas, y aspiran a convertirse en obra pública, siguiendo la convicción de su autora de que el arte, como ya lo entendieron los griegos, «o es público o no es». Inspirada en los mitos helénicos como arquetipos de la condición humana, Esperanza d’Ors dota a estas sirenas de un cuerpo que no solo busca despertar la pasión por la belleza, sino también la conciencia sobre el alma y la verdad.

«Mi obra ha girado siempre en torno a la figura humana. Ha tenido como punto de partida los mitos clásicos, ante el convencimiento de que estos son siempre arquetipos de comportamiento humano», anota Esperanza d’Ors en la introducción del libro, antes de explicar el origen de su proyecto:

«En el año 1999, me preguntaba sobre el frívolo papel que la literatura había hecho jugar a las mujeres. Ello me llevó a aquellas sirenas que Homero hace aparecer en La Odisea, provocando a Ulises, no dejándole cumplir su destino. Quise contemplarlas desde el presente, como el espejo donde mirarnos. Siempre me ha interesado reflexionar sobre el destino de los seres humanos en la roca proteica de la tierra y así lo he hecho en mis cuarenta años de esculturas, desde el único punto de vista que nos queda en la posmodernidad, que es la ironía, aunque en mi caso se presente siempre con un oscuro dramatismo subyaciendo en ellas».

Así que Esperanza se decidió a esculpir «veintiún desnudos de mujer, plantados en un espigón o roca, con la intención de que representaran a la mujer real. Una por cada siglo transcurrido. Llevarían su nombre cada una, ya fuera este perteneciente a la realidad o a la ficción, elegido por veintiuna escritoras, y defendido con un poema. Bajo esta idea se realizó el proyecto, primero modelado en barro y luego fundido en bronce. (…) Y empezamos a imaginar no solo quiénes eran, sino quiénes queríamos que fueran, entre tantas que nos precedieron, y las bautizamos con nombre propio como homenaje a su hermosa resistencia. Veintiún nombres con sus veintiuna canciones en forma de textos poéticos, una por cada siglo transcurrido».

La escultora no pierde la esperanza de que en este siglo XXI su proyecto escultórico acabe por convertirse en una hermosa realidad, y que algún día «su presencia desafiante y enigmática habite las aguas del Mediterráneo», el mar al que pertenecen y para el que fueron concebidas.

«Si algún día las criaturas que presento lograran ser una realidad escultórica y monumental broncínea, es decir eterna, no solo desafiarán los vientos y las olas de los océanos con su presencia, sino que proclamarán con voz la gloria de la humanidad femenina, resumiendo, con su canción, el pasado y el presente, ayudando a construir el futuro», concluye la escultora en su introducción.

:: Sobre Esperanza d’Ors

«La obra de Esperanza d’Ors es luminosa y poética, en el sentido sagrado que tiene lo poético, universal y potente, que indaga significados más allá de lo puramente estético. Es la consagración de lo humano –hoy ya apenas orfandad deambulante por este páramo mundo–, una puerta de entrada a la conciencia, que conecta con aquello que urge salvar, con la humanidad que merece ser recordada, la que pide a gritos que la rescatemos de estas tinieblas, aquella que soñó que pudiéramos llegar a ser algún día una especie merecedora de respeto y perdón». Juan Carlos Pajares

Esperanza d’Ors, en la pasada Feria del Libro de Madrid, con la obra.

Esperanza d’Ors (Madrid, 1949) proviene del campo teórico del arte. Ha ejercido como profesora universitaria, ensayista y crítico. Vive y trabaja en Madrid. Licenciada en Literatura Hispánica por la Universidad Complutense, profesora de Movimientos Artísticos en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad de Navarra.

Como artista, con una decidida voluntad filosófica, apartándose de la historia, realiza una personal lectura de los mitos clásicos. Utiliza para ello la figura humana desnuda, en solitario o en grupo, con unos perfiles ambiguamente andróginos. La ambigüedad sexual le permite mostrar ambivalencia, sentimiento y emoción. Consigue con ello evocar el cansancio del ser humano contemporáneo y abre interrogantes que nos permiten pensar en nuestro destino.

Así lo ha hecho con Los laberintos de Ícaro, conjunto escultórico que obtuvo la Medalla de Oro de la Bienal de Alejandría  de1991; con Prometeo, no debiste traer el fuego, en 1995; con Once Sísifos y algunos suplentes, en 2000; con Narciso, el espejo de mi soledad, en 2002; con No mueren los dioses en 2004; o con Hombres como dioses en 2010, entre otras obras.

Le interesa la relación dramática que se establece entre el ser humano y su universo objetual. Sus esculturas apuestan por la esperanza posible tras la aniquilación de la inocencia. En los últimos años se ha centrado en la escultura  pública, insertando en la ciudad contemporánea sus narraciones, como El regreso de Ícaro con su ala de surf, en las aguas del puerto de AlicanteÍkaro Elgoibarren, colgado sobre el río Deba en GuipúzcoaLos cuatro elementos en León, o Devolución de Prometeos a su lugar de origen. Un viaje de trashumancia en Usera, Madrid.

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