Fuerzas iraquíes liberan Amerli del asedio yihadista (II)

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El fotógrafo leonés JM López continúa con su nueva serie de reportajes para Tam Tam Press, en esta ocasión desde un país asolado por uno de los conflictos más sangrientos de los últimos años, Irak. 

Por JM LÓPEZ/AFP
(Texto & Fotografías)

Entre vítores y ráfagas de kalashnikov cientos de habitantes se agolparon en las calles de Amerli para dar la bienvenida con los brazos abiertos al primer convoy de ayuda humanitaria que entra en la ciudad tras 80 días de cerco y asedio por parte de los combatientes yihadistas del Estado Islámico.

El ejército iraquí y milicias chiíes llegadas desde otros puntos del país para sumarse a la ofensiva pusieron fin a esta pesadilla con final feliz. La operación contó con el apoyo de la artillería kurda y la aviación estadounidense, que en la madrugada bombardeó posiciones del grupo yihadista en las aldeas que rodean la localidad y lanzó provisiones para aliviar el sufrimiento de su exhausta población. “Poco a poco la comida se fue acabando y también el agua. Tuvimos que beber agua estancada, agua de los charcos. Muchos no lo lograron superar y acabaron dejándose morir”, recuerda Um Ahmad. Esta anciana, de 70 años perdió a un nieto por inanición. “Comíamos un poco de arroz y sólo una vez al día. Lloro de alegría porque estoy viva y porque pensé que iba a morir”.

En esta pequeña localidad situada a 160 km al norte de Bagdad sobrevivieron durante más de dos meses sin comida, agua ni electricidad los 17.000 habitantes de mayoría chií turkomana que quedaron atrapados y rodeados por los radicales islámicos. Conscientes de que se enfrentaban a una muerte segura si lograban entrar, hubieran preferido el suicidio colectivo antes que morir decapitados o verse convertidas en esclavas sexuales, como ya ocurriera en Mosul. Los habitantes de Amerli, en su mayoría agricultores y ganaderos, optaron por abandonar sus labores y empuñar las armas que lograron reunir decididos a resistir hasta el final. “Mi padre me dio un fusil y me llevó al frente para defender a mi familia”, comenta el joven Ali Wasam de tan solo 14 años, y continúa: “Los tanques no dejaban de disparar contra nuestras posiciones. Había muchos francotiradores, pero nunca tuve miedo porque sabía que si me rendía matarían a mi madre y a mis hermanos y eso fue lo que me dio fuerzas para continuar luchando”.

Los soldados se abrazan con los hombres, besan a los niños y se hacen fotos con todo el mundo. Nadie en Amerli quiere perderse hoy este momento histórico que pensaron que nunca llegaría. “Hemos limpiado de terroristas todos los pueblos de los alrededores consiguiendo que se retiraran. Esta batalla es la primera gran victoria para nosotros, pero no será la última”, asegura el capitán de las fuerzas peshmerga Nooraddin Sabir. Además de evitar otra matanza, esta importante victoria permitirá reabrir la carretera que une Bagdad con Kirkuk hasta ahora en manos del Estado Islámico, pero antes los artificieros tendrán que desactivar las numerosas trampas explosivas que los yihadistas acostumbran a dejar en sus retiradas.

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