Por CAMINO SAYAGO
La artista madrileña Elena Blasco muestra en el Centro de Arte de Caja Burgos, CAB, medio centenar de obras que recorren su producción entre 1989 y 2012. Pintura, escultura, instalaciones, fotografía y grabado. Una selección que lleva por título “Ancha es Castilla” y define su trabajo, siempre alejado de tendencias.
Hasta el 15 de septiembre el CAB acoge la obra de esta artista que a lo largo de las tres últimas décadas ha construido una compleja trayectoria, tan singular como difícil de catalogar. Son cincuenta obras pertenecientes a las diversas etapas de su producción, fechadas entre 1989 y 2012, articuladas por la pintura, disciplina de la que parte su forma de trabajar. De hecho ha sido pionera a la hora de combinar materiales de distinta procedencia y de transgredir con naturalidad las fronteras entre pintura y escultura, incluyendo volúmenes y objetos que parten del plano y escapan de él para convertirse en algo diferente.
Ya desde sus inicios se ha situado al margen de corrientes estéticas y ha creado su propio lenguaje. Blasco realizó su primera exposición en 1976, una década en la que convivían las experiencias conceptuales y las actitudes políticas, junto a la denominada “nueva figuración madrileña” o la pintura de base geométrica y analítica. Sin embargo, su obra caminó por otro senderos: tampoco en los años 80 se dejó influenciar por las tendencias neo-expresionistas. Y es esa actitud de no pertenencia a grupos o estilos determinados la que le ha permitido crear un territorio propio. A partir de los noventa su obra se comienza a valorar y cuenta con una mayor difusión que la introduce en importantes colecciones privadas y públicas de arte contemporáneo.
Inestabilidad narrativa
Aunque su obra sugiere una aparente inmediatez, casi fruto del azar, no es así en absoluto: hay una meticulosa preparación. Los recursos que utiliza son muchos y todos ellos forman parte de un lenguaje de aspecto anárquico, presidido por el humor. Los aspectos lúdicos y desenfadados esconden, en muchos casos, una actitud muy crítica hacia comportamientos, tópicos y prejuicios tanto del ámbito privado, como de la propia realidad que nos rodea.
Los títulos de sus piezas lo corroboran: son casi siempre frases jocosas, desconcertantes e irónicas, donde también se ríe de sí misma. Y, en ocasiones, acompaña su trabajo de textos breves o pequeños relatos que exploran la paradoja mediante juegos de palabras, en los que asoma su humor malicioso y su radical ironía.
Sus instalaciones pueden surgir de la superficie del cuadro para invadir el espacio o bien regresar al interior del lienzo. Unas veces mezcla paisajes con telas estampadas; coloca cuadros de manera aleatoria o los acumula. Y otras combina piezas que no encajan entre sí, introduce personajes, formas y materiales que establecen extrañas ficciones y una voluntaria inestabilidad narrativa.

