
Continuamos en TAM TAM PRESS con la sección de poesía antológica, denominada “LOS POEMAS COLGADOS” *, con textos de poetas muertos escogidos por Ildefonso Rodríguez y Eloísa Otero. El noveno autor que llega a esta sección es la poeta argentina Alejandra Pizarnik (Buenos Aires, 1936-1972). Entre 1960 y 1964 vivió en París, donde entabló amistad con Julio Cortázar, Rosa Chacel y Octavio Paz, entre otros. Regresó a Buenos Aires en 1964, publicando sus poemarios más importantes: «Los trabajos y las noches» (1965), «Extracción de la piedra de la locura» (1968) y «El infierno musical» (1971). En 1969 obtuvo la beca Guggenheim, que le permitió viajar a Nueva York, y en 1971 la beca Fullbright. Tradujo a Antonin Artaud, Henri Michaux, Aimé Césaire e Yves Bonnefoy. Con 36 años se quitó la vida tras salir con permiso del hospital psiquiátrico de Buenos Aires, donde se hallaba internada a consecuencia de su cuadro depresivo, después de dos intentos de suicidio. Dejó como legado un diario de casi mil páginas, un extenso corpus de poemas, muchos escritos y relatos cortos surrealistas, un puñado de dibujos y acuarelas y alguna novela breve. En España la Editorial Lumen publicó su «Poesía completa» en el año 2000.
Reproducimos algunos fragmentos de su largo poema titulado «Aproximaciones» (Buenos Aires 1956-1958).

:: «Aproximaciones» (fragmentos)
abrazando tu sombra en un sueño
mis huesos se arqueaban como flores
*
los bordes de silencio de las cosas
lo callado que recorre la presencia de las cosas
*
pasos en la niebla
del jardín de lilas
el corazón regresa
a su negrura
*
quisiera vivir siempre
como algo olvidado en la mano de un muerto
*
Por qué escribo
Por qué sollozo en madrugada
Por qué de pronto este sabor a canto de cisne
esta espuma verde acumulada en la garganta
Mi corazón es absurdo como una máscara en la lluvia
El espanto lo asemeja al mar
Mi cuerpo es una invasión de tambores en el silencio de la noche
Por qué estas noches como un oasis para brujas
Por qué esta conjuración de ausencias
este secuestro de la hija del viento
Me rodea en la noche una logia exterminadora
te llamo y no vienes
te amo y no vienes
Por qué viniste como el relámpago
y me dejaste sola en lo devastado
Si escucharas mi rumor a celda minúscula
poblada de agonizantes
mi jadeo de asfixiada
Si de pronto me vieras en la orilla del despertar,
cantante enmudecida en la cima de su asombro
Si me vieras atada a tu rostro
*
Canciones ambiguas
de algún país arrasado por las lluvias
Canciones de campaneros
memorias de algún hombre que la noche amó
*
siempre habrá el miedo de otras voces
el miedo de otras voces
*
éste es mi invierno elegido
éste es mi deber ante la niebla y lo confuso
*
el gran pájaro de cuerpo de paja teclea el invisible piano de viento
*
La luz amontonándose inservible a espaldas del sol. Niebla en el pozo. Hacer dibujos en un viejo muro rosado.
*
Yo trabajo el silencio
lo hago llama
I
Yo no canto, no celebro,
no bailo desnuda y ebria
sobre mi ataúd.
Pero yo le ruego al poema,
yo le pido la luna al poema.
II
He desatado el corazón de la lluvia
Antiguas baladas
alimentaron mi silencio.
III
El amor es este viaje inútil, pero muy suave,
al otro lado del espejo.
Tantas criaturas en mi sed y en mi vaso vacío.
IV
La niña que fui
ahora en mi memoria
entre mis muertos
De lágrimas se nutrirá mil años
De destierro el sonido de su voz
*
yo vi ese rostro partir la mañana
en dos noches iguales.
Mi cuerpo se pobló de muertos
y mi lengua de palabras crispadas,
ruinas de un canto olvidado.
*
Morir como muere un animal pequeño
en los cuentos para niños.
Eso tan terrible.
Lleno de hermosura.
*
Escribes poemas
porque necesitas
un lugar
en donde sea lo que no es
*
Yo he dado el reino de mi edad a la noche de los cuerpos
para saber si hay una luz detrás de la puerta cerrada.
*
En un lugar de temblores
manos oscilan enamoradas
en la dulzura de mi rostro
sobre tu oscuridad ardiente.
ALEJANDRA PIZARNIK

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* “LOS POEMAS COLGADOS”
NOTA de Eloísa Otero e Ildefonso Rodríguez: Esta sección quiere ser una Miniantología (que puede alargarse hasta donde nos den las fuerzas y las ganas). Un doble criterio nos guiará: El primero, serán poemas que los autores no podrían colgar por sí mismos, por ser ya de aquellos que Joyce sin más llamó fantasmas (“… alguien que se ha desvanecido hasta ser impalpable, por muerte, por ausencia, por cambio de costumbres”). O por decirlo con Quevedo, en nuestra Miniantología viviremos “en conversación con los difuntos”. Y segundo: nuestros propios gustos, que ojalá sepan recoger el hermoso Babel de la poesía, la Gran Republicana.