
XXII Feria de Teatro de Castilla y León
Poesía en Ciudad Rodrigo
Me ha venido a la cabeza una anécdota que tratamos en la plaza mayor de Ciudad Rodrigo algunos amigos teatreros, uno de estos días, mientras se celebraba la XXII Feria de Teatro de Castilla y León (Ciudad Rodrigo). Ese comentario me da pie a analizar los espectáculos «Aleteo», de Katua&Galea, y «AyerMañanaEnLaMismaPiedra», de Morsa Polar Teatro de Miniatura, dos montajes que para mí son pura poesía.
Por JAVIER PÉREZ LÁZARO
Los compañeros de Artesa compartíamos algunos detalles sobre nuestros trabajos pasados y futuros y salió a colación una anécdota personal mía en la cual, viendo yo un día un espectáculo de la compañía Tanxarina en Gijón, se me ocurrió acercarme al final de la función para felicitarles y también para interrogarles sobre la veracidad de una historia que les incumbía y no sabía si era ficticia o estaba basada en su propia experiencia artística.
No hay ficción falsa y Miguel Borines me dejó claro que la historia que yo había leído era inventada, lo cual me dejó por un lado cara de tonto y por otro muy tranquilo. La cara de tonto no tiene importancia y tan solo constata mi ingenuidad.
La ficción sí importa: se trata de una historia que yo conocía porque la había leído en un libro infantil que apareció en 2012: Titiricircus, desde mi punto de vista una de las más destacables publicaciones de la editorial de literatura infantil Kalandraka.
Cuenta la historia de una compañía de circo que, ante su irreversible situación de ruina, decide transformarse en compañía de títeres. Habrá a quien puede parecer triste, y hay que admitir que el punto de partida lo es, pero el proceso de transformación de los números (más difícil todavía) y elementos circenses en titiriteros no lo es.
Y algunos podemos celebrar los títeres en casi cualquier caso. Excelentes ilustraciones del escenógrafo Pablo Giráldez, O pastor, nutren este libro que surgió como homenaje a un montaje de la compañía gallega que aquel 2012 llevaba representándose 25 años.
Me lo compren, lo tengan en su biblioteca, regálenlo, léanlo a sus hijos, sobrinas… Introduzco así esta prescripción de un par de espectáculos que son tres en la Feria de Teatro de Castilla y León de 2019. Me ha parecido bien hacerlo así porque esta reseña va sobre miniaturas y sobre sus posibilidades poéticas.
Trabajo minucioso
A los salmantinos Katua&Galea, Pilar Borrego y David Galeano, les voy conociendo más cada vez porque me gusta estar cerca de ellos. Compartimos el espacio Artesa de la feria y los otros espacios que la asociación crea y desarrolla, pero la primera vez que los vi los tuve tan cerca como en mi propia librería.
El 9 de marzo de 2018 representaron El poeta y el viento en La tienda de Lope, un trabajo inspirado en la vida y la obra de León Felipe en el que los pequeños detalles no sólo importaban sino que eran razón principal. Recuerdo la oscuridad, el silencio y todos sus brillos.
En Ciudad Rodrigo llevaron al escenario Aleteo donde, de nuevo, la impecable manipulación de objetos desarrolla todo su potencial poético. Apenas texto hablado, poesía de la pluma de Raúl Vacas y en boca del versátil Pau de Nut, un músico de trayectoria original que uno puede sentir estar siempre descubriendo y del que también he podido ver trabajos en la vallisoletana compañía Ghetto.
Dos cosas pueden intuirse cuando uno ve un montaje de Katua&Galea. Por un lado, se adivina un trabajo minucioso en la creación y manipulación de los títeres y de la escenografía, bellas e inspiradoras. Por otro, se hace patente que se parte de una posición de inconformismo. El vuelo al que hace referencia el título de la obra se plantea como una posibilidad real que implica un esfuerzo y una previa altura de miras mínima desde la cual otear horizontes.
Todos podemos tener una mente voladora pero hay que trabajarla. Con diseño de luces de Antonio Agudo para la ocasión, este teatro mínimo, sencillo y profundo requiere de una atención que los propios artistas dedican a los espectadores, quienes tendrán a su disposición unos catalejos que encontrarán en las butacas más alejadas de la escena -ellos mismos recomiendan 270 personas como máximo-, y si son para cómplices la cosa irá muy bien, ya se sabe que la poesía está también en la mirada de quien la lee… o mira.

Cuidaba yo, al día siguiente, de mi librería en el zaguán del Palacio de Montarco cuando vi entrar a los patios a Rosa Encinas y a Belén Rubira con lo que me pareció en un primer instante material tecnológico y un poco después atrezzo teatral, de mentira de toda la vida.
Luego descubriría que este atrezzo eran dos cajas negras que contenían sendas historias, una reconciliadora y otra muy inquietante, la primera podría ser un reconocimiento a la perseverancia, la segunda una advertencia, pero ambas pueden ser simplemente una vacilada y, sin duda, son delicadas obras de arte que se desarrollan delante de las narices del espectador, de los dos únicos espectadores que cada función acoge de manera tal que prácticamente invaden la escena, apoyando la cabeza en las dos únicas aperturas que cada caja negra tiene preparada para mirar.
¿Teatro de calle o teatro en la calle?
Y así uno mira las historias que componen AyerMañanaEnLaMismaPiedra, de Morsa Polar Teatro de Miniatura, como quien se asoma a la intimidad del vecino. Pero como por un lado no conoce de nada a aquel a quien observa, por otro sabe que en ningún caso corre el riego de ser pillado y, además, cuenta con el permiso de las “demiurgas”, dura poco el regusto que produce esa primera incomodidad y no va más allá de la propia producida por una butaca insólita. Dos historias relacionadas que cuentan lo suyo y se presentan como una única acción teatral que tiene dos planos diferentes, espacios de incidencia.
Uno es el que produce su presencia en la calle. Podría existir o creo que al menos debería existir un debate acerca de la esencia del teatro de calle. Recojo habitualmente la opinión de que el teatro de calle y el teatro en la calle son apuestas diferentes, pero también últimamente la de que el teatro de calle está perdiendo la esencia que reivindica para, paradójicamente, convertirse en teatro en la calle. Es decir, teatro muy parecido en condiciones, presencia y objetivos al de sala.
Teatro de sala al aire. La cuestión es peliaguda porque los artistas y trabajadores de las artes escénicas “callejeras” vienen reivindicando con toda justicia unos derechos laborales que a menudo se han descuidado y que para cumplirse necesitan de cierta normalización, en el sentido amplio de la palabra pero… sin entrar más en esta cuestión he de decir que lo que más me gusta de un montaje en la calle es el hecho de encontrármelo, por sorpresa, sin programa, sin mediación…
Desde luego, que en el caso que nos ocupa, la Feria de Teatro de Castilla y León (siempre cuidadosa) cuidaba de las artistas que forman Morsa Polar, pero a mí me hizo pensar o soñar que aún puede existir ese teatro que uno puede encontrarse en la calle antes que en cualquier programa que lo anuncie para llegar bien digerido y pacificado hasta el espectador.
AyerMañanaEnLaMismaPiedra podía uno encontrárselo en diferentes puntos del casco histórico mirobrigense, pero también en otros puntos de la ciudad, en el mercado… y, sin duda, eso convertía a los potenciales espectadores de la función en parte de una acción previa que les obligaba a reaccionar ante la amable interpelación de Belén Rubira, Rosa Encinas y sus cajas negras, retros y llamativas.
Ellas recibían a los espectadores, se presentaban y les explicaban cómo manejarse (auriculares, intensidad del sonido, etcétera…) y enseguida la función comenzaba. Títeres mínimos, manos desnudas o vestidas, visibles y siempre intrigantes, escenografías complejas, detalles, poesía por cada esquina para unas historias que escapan a la narrativa y lanzan provocaciones poéticas a los espectadores que se animan a participar más activamente de esta acción callejera para disfrutar de su plano estrictamente artístico.
Porque, como en el espectáculo Aleteo, de Katua&Galea, hay que atreverse a volar para poder gozar de nuevas experiencias, hay que atreverse a la poesía.