
FOTOGALERÍA LEONESA (Comisariada por Amando Casado)
Juan Rosales: «¿A qué precio?»
La fotografía (si es honrada y directa) tendría que estar relacionada
con la vida contemporánea, con el pulso de hoy día.
Berenice Abbott
Escenas de la pandemia en León
Juan Rosales aborda fotográficamente en ¿A qué precio? el día a día de una circunstancia sanitaria absolutamente atípica, en los escenarios habituales en los que habita. La aparente normalidad de sus imágenes cobran otro sentido en el contexto de la pandemia que padecemos. Lo que tiene visos de normalidad se torna en excepción, en documentos de momentos únicos que adquieren mas sentido como serie, pues toda ella está condicionada por el mismo hecho que le afecta. Sus fotos tienen como una apariencia de “extraordinaria normalidad” pero en realidad son reflejo de todo lo contrario. Al denominar la serie ¿A que precio? está haciendo una declaración de intenciones en sus imágenes que, más allá de su belleza, destilan soledad, aislamiento, hastío, hechos y conductas atípicas y un “precio” de sufrimiento.
Desde un plano formal su mirada resulta muy directa, simplificando las composiciones para centrar la atención en los personajes a través de los cuales nos acerca a la dura realidad cotidiana de una situación captada sin dramatismos. El virado en sepia nos da la impresión de estar viendo algo del pasado, como de otro tiempo que más bien es el deseo de haber dejado todo atrás, como una historia pasada que se aloja en la memoria lejana.
AMANDO CASADO

«¿A QUÉ PRECIO?»
Juan Rosales, fotógrafo autodidacta. En 1990 entra a formar parte de la asociación leonesa de fotógrafos aficionados Focus, a la cual pertenece en la actualidad. Con dicha asociación ha llevado a cabo numerosos proyectos y exposiciones.
Por JUAN ROSALES
La aptitud para comprender una fotografía, se ve simplemente reemplazada por la concepción que la mente tiene de dicha fotografía, o bien por una falta total de comprensión o entendimiento de la misma.
La fotografía siempre a sido mi razón más poderosa, me aporta toda la energía para poder seguir adelante, es como una ventana a la que dejo asomarse a los demás, para que vean como veo yo el mundo, donde he convertido instantes maravillosos en algo eterno, es el pasado convertido en presente.
Creo que la fotografía es uno de los mejores lenguajes para transmitir mensajes, sin limitaciones, ni reglas, en libertad, pero con disciplina, intentando dominar siempre la luz. Hay que conocer las reglas para poder romperlas, deberíamos de hacer de la creatividad nuestro arma más poderosa y recuerda:
- “No hay peor fotografía que la que no se toma”
- “Haz la foto cuando la veas, después nunca podrás hacerla”
- “Por muy despacio que pases con tu cámara, a la vuelta siempre te sorprenderás con lo que has dejado”
Un buen día me preguntaron:
—¿Cuál ha sido ese momento imborrable que has fotografiado?
Momentos han sido muchos, cada fotografía tiene un lugar en mi corazón especial, pero si que es verdad que a lo largo de mi vida como fotógrafo con más de 250.000 fotografías a mis espaldas me he dado cuenta, por fin, que por encima de la correcta exposición, composición, nitidez, balance… está algo que muchas veces se nos olvida a los fotógrafos, EL MOMENTO, esta lección la aprendí a fuego en el primer calendario erótico solidario de Pedrajas de San Esteban que hicimos en el año 2019 para la AECC de Valladolid; durante su presentación, entendí algo, “una fotografía no es la mejor por tener la mejor técnica… entendí, que la mejor foto, es la que esta cargada con más emoción y sentimiento”. Con este concepto, creo que podríamos omitir la técnica y la composición de entre las cualidades de una gran fotografía, eso sí, tenemos que llenarla de emoción y sentimiento.
Como he dicho la fotografía para mí lo es todo, es vida y un lugar donde puedo refugiarme con mis proyectos, la mayoría en desarrollo, algunos de ellos ya terminados, aunque otros no se cerraran nunca.


El año 2020 nos trajo momentos muy difíciles, nos convirtió en los protagonistas de una película de ciencia ficción, pero sin ficción, todo era real aunque no lo creyéramos. Nos devolvió a la tierra de un zarpazo, nos puso en nuestro sitio, por fin la naturaleza golpeaba encima de la mesa y el “ser humano” quedaba contra las cuerdas, atrás quedaban actitudes que para nosotros eran normales y que hasta ahora no habíamos valorado, un abrazo, un beso, entrar en una tienda sin aforos, un café o un vino con los amigos, pasear hasta las dos de la madrugada, tomarnos una copa…
Estos momentos tan difíciles que estábamos viviendo dieron lugar a un nuevo proyecto: ¿A qué precio?, un proyecto que intenta narrar cómo en nuestras ciudades toman protagonismo el silencio, los sonidos naturales que un día dejamos de oír por exceso de nuestro propio ruido; empezamos a oír los sonidos de la naturaleza (el viento, la lluvia, pero sobre todo los pájaros…), convirtiéndonos en los fantasmas de nuestra propia ciudad.
Todos los fotógrafos hemos deseado en alguna ocasión tener una calle o plaza para nosotros solos, cerrada al trafico de personas y vehículos. En este proyecto experimenté el dolor de encontrarme en una plaza del centro de León, donde solo me encontraba yo; de repente me envolvió una gran tristeza por el motivo de este vacío, los pelos de mi cuerpo se erizaron al escuchar el sonido de los pájaros en todo momento, los animales tomaron las ciudades y los pueblos, debieron de pensar que un ser superior nos había extinguido.
Este proyecto hubiera tomado otra forma si yo hubiera estado confinado en otra vivienda, quiero dar las gracias al balcón que me acompaño durante esos meses, por enseñarme estas puesta de sol grises que espero que algún día se vuelvan a colorear.
Quiero dedicar ¿A qué precio?: A todas las familias que han perdido algún ser querido y no se han podido despedir como hubieran querido, a los sanitarios y personal que día a día están luchando al frente de esta pandemia por sofocarla, pero sobre todo a la gente que nos ha dejado, D.E.P.





