JUAN VELASCO: «El viaje es la razón por la que estamos aquí»

Juan Velasco Moreno. Fotografía: Eloy Rubio Carro / astorgaredacción.com

Tomás Néstor Martínez entrevista al poeta madrileño Juan Velasco Moreno, con motivo de una intervención en el centro cultural «Manakisanti», de Villoria de Órbigo (León), el pasado miércoles 4 de enero. Profesor desde hace más de 30 años en Santa Clara University, California, donde imparte docencia en los programas de inglés y  lenguas modernas en los campos de la literatura Latinx y Chicanx. Poeta, narrador, viajero: “He viajado toda mi vida, soy un nómada fiero en un viaje que me ha llevado más allá de los límites de mi lengua». Doctor en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid y doctor en Filología Inglesa por la University of California, Los Ángeles UCLA. En 2003 fundó la ONG ‘Programa Velasco’ para la Educación y el Apoyo a la Mujer en El Salvador. 

Por TOMÁS NESTOR MARTÍNEZ
Desde astorgaredacion.com

Profesor, poeta, investigador, viajero en el sentido auténtico de la palabra, ¿En cuál de estas actividades se encuentra más útil?

La actividad de profesor, yo creo que es muy importante en estos días, especialmente porque cada vez es más difícil entrar en lo que es un conocimiento verdadero; pero al mismo tiempo diría que mi actividad como viajero es capaz de ponerlo todo junto. El viaje es una manera de adquirir no solo conocimientos sino también sabiduría, y para mí esos dos elementos son importantes. El conocimiento tiene una especie de movimiento vertical del cerebro al corazón, y el viaje más bien del corazón al cerebro; en ese sentido el viaje y la invitación al viaje, tanto a estudiantes como a mis compañeros o a mis compañeras, a mis amigos creo que realmente ha sido lo más útil que he podido hacer: inspirar a los demás el amor al viaje y el encuentro con el otro.

Has publicado las novelas ‘Enamorado. Historia del príncipe Bodhidharma’ (2000), ‘Paradise Lost’ (2021). Poemarios como ‘Call Me When I Am Gone’ (2008) en DVD, con  su poesía y fotografías de David Pace, basado en la guerra civil en El Salvador y ‘La masacre de los soñadores’ (2011). Coeditor de la antología ‘In Xóchitl in Cuicatl: Floricanto. Cien años de poesía chicans/latins’. Poemas suyos aparecen en antologías  y revistas literarias. En 2020 pública ‘1988 N Y-LA (Crónica de un viaje a America)’.  Otras obras importantes: ‘Las fronteras móviles: tradición, modernidad y la búsqueda de lo mexicano en la literatura chicana contemporánea’ y ‘Collective identity and cultural resistance contemporary chicana/o autobiography’ (2016). Escritura creativa, investigación y vida personal ¿reman en la misma dirección y mirando hacia quienes viven en los márgenes? 

Yo creo que la vida es un encuentro con el otro, que hemos venido aquí para amar, para entender, para crecer, para viajar. Ese es el sentido del viaje y el encuentro con el otro. Para mí se ha establecido no solo a partir de lo académico, sino a través de la poesía, la creación literaria y, por supuesto, las experiencias tanto en Asia, como en América, como en el norte de África y todas las conexiones que tengo, por supuesto, con España. Para mí todo ese trabajo se inicia a partir del encuentro con el otro, al abrirse a los demás y hacer que el corazón sea capaz de entender la razón por la que hemos venido aquí. Sin duda, la esencia de todo es el amor, la generosidad… y ¡fíjate! que lo opuesto del amor yo diría que no es el odio sino el miedo. También he escrito sobre el miedo, la violencia y esos momentos en los que se ha cortado la comunicación, ese abrirse a los demás porque se ha creado un muro. 

Juan Velasco Moreno. Fotografía: Eloy Rubio Carro / astorgaredacción.com

¿Ser viajero o ser romero en la vida, decía León Felipe, sirve como aprendizaje, tal vez imprescindible, para escribir?

Creo que existen dos formas de viaje: el viaje interior que puede ser tan profundo como los viajes al exterior; y por supuesto el viaje exterior que te hace salir de ti, salir de lo familiar para encontrarte con el otro. En esa metáfora del viaje debe vivir todo escritor y todo creador; tanto el viaje interior como el viaje exterior se tienen que compaginar, equilibrar y, a partir de ahí, ser capaz de crear tu propia química, tu propia fórmula de ver la vida. Añadiría que el viaje es la razón por la que estamos aquí; estamos para eso, para crecer, para cambiar, para encontrarnos con los demás y para evitar esos muros. Lo contrario del viaje es el muro, es la frontera. Ser capaces de traspasar fronteras es lo que más me atrajo de la literatura chicana, donde se habla mucho de cruzar fronteras, atravesar fronteras y que tu identidad sea un atravesar fronteras. Para mí tanto el viaje como la frontera tienen esa dimensión de viaje interior y también de viaje exterior. En mi novela ‘Enamorado’, basada en la historia de Bodhidharma, que se supone fue el monje que creó la tradición zen, hay mucho de viaje desde la India a China. El librito, en realidad, es una metáfora sobre el viaje interior.

Eso me suena mucho a sufismo.

Sin duda es una de esas grandes tradiciones que tenemos que respetar e involucrarnos en ella, porque, como decía el Dalai Lama, el Occidente nos ha dado la oportunidad de viajar al exterior, viajar a la luna, por ejemplo, pero el Oriente nos ha dado la oportunidad de viajar al interior y encontrarnos con nuestro verdadero ser. El viaje, creo, tiene esas dos dimensiones.

Poemario de cruda belleza expresionista, imágenes fulgurantes, de emoción contenida a veces y desbordante otras, donde desierto, lejano oeste, TatankaIyotanka-Toro Sentado-, William Frederick/Buffalo Bill ‘Cody’ y ensoñación se encuentran entramados: ‘La masacre de los soñadores’. ¿Cómo nace este poemario con título tan desasosegante?

Comenzó a partir de un microcuento de Kafka, un cuento chiquitito en el que decía que soñaba con ser indio sioux en América, cabalgar en un caballo y ser completamente libre. Me imaginaba a Kafka en esta Europa deprimente en la que vivía él y en esos años en los que ya se estaba cociendo una de las grandes masacres contra los judíos, en Europa. Veía al pobre Kafka intentando salir de esa situación opresiva en la que vivía con su padre. A partir de ahí empecé a soñar en qué pasaría si dos niños, indios americanos, imaginaran un viaje al Oeste americano. Me sorprendió lo que había comenzado como un cuento de niños se convirtió en un cuento de violencia. Inocencia contra la violencia. Deseaba enfrentarme a esa dimensión que existe en el continente americano de violencia, de masacre, de genocidio. Ese es el sustrato del cine que consumimos, de la literatura y de los productos que consumimos; y está ahí. Esa violencia que se ve diariamente en las televisiones, en los periódicos, en las masacres está ahí. Me interesaba mucho explorar eso. Considero el viaje como una ruta hacia el amor, y lo contrario del viaje, que es el miedo, como una ruta hacia la violencia. En mis libros intento explorar esa dualidad.

Juan Velasco Moreno. Fotografía: Eloy Rubio Carro / astorgaredacción.com

¿Estos dos niños no serán tan solo un ser humano con dos almas?

Sí, los niños tienen una dimensión peculiar. Incluso los nombres tienen una carga simbólica. La niña se llama Esperanza y el niño Custodio, nombre este que siempre me ha encantado, es el cuidador y custodio. En esta historia los poemitas son como variaciones musicales, se repiten muchos temas. Intento explorar cómo esos niños se enfrentan a la violencia, al miedo; a esa pesadilla en la que se convierte su sueño, y cómo intentan recuperar su dimensión humana y liberarse a través de la creación.

Ese desierto que aparece en el poemario, aquel Oeste ¿serán actualmente símbolo de territorios y trámites para quienes, obligados por la necesidad, el abandono y la intemperie quedan atrapados ante muros y ‘fronteras móviles’ a la espera de un resquicio de esperanza?

Pregunta fantástica, porque los desiertos son como los cementerios de los emigrantes, en América, muchas de las personas, algunas de las ONGs que intentan rescatar a estos emigrantes que se pierden en el desierto van dejando botellas de agua por el desierto; hay muchos niños, familias enteras que mueren sobre todo en el desierto de Arizona. Hay mucho simbolismo en el contenido de esos poemas; es como un símbolo de la muerte para esos emigrantes que intentan llegar a su sueño, el sueño americano que se convierte en una pesadilla, en una masacre. El poema intenta reflejar la violencia que está ahí, una violencia inmemorial. 

La poesía, has escrito en alguna ocasión, es “el único antídoto ante las masacres” y “me ha enseñado a morir mejor” ¿Mantienes esa esperanza en la poesía?

Yo creo que la palabra es la comunidad, es lo que nos puede salvar; precisamente es la esencia del ‘logos’; en la Biblia ya se dice que el ‘logos’ se hizo palabra. Creo que eso ya era el principio; es la señal de lo que hacemos todos los poetas, todos los creadores, pintores, artistas. La esencia de la poesía es la esencia de la creación y la palabra, ese afán, ese ímpetu de ser capaz de recoger la dimensión maravillosa y misteriosa que es nuestra existencia. La poesía nos ayuda a ponerla en nuestras manos de la manera en la que los pintores pueden poner en el ‘canva’, en su cuadro pueden crear toda una dimensión que puede recoger los diferentes aspectos de quiénes somos. Para mí es la única manera de vivir y la única manera de morir, creando o siendo capaz de facilitar la creación en el sentido más amplio de la palabra.

Juan Velasco Moreno. Fotografía: Eloy Rubio Carro / astorgaredacción.com

Conoces la vida y cultura chicanas, ¿tienen actualmente presencia los chicanos en la realidad estadounidense?¿Resistirán o serán fagocitados?

A pesar de las teorías más pesimistas sobre lo que es la realidad de los hispanos -los chicanos a veces también se llaman ellos mismos latinos-, a pesar de que hay teorías bastante pesimistas sobre lo que es lo español y la significación de la Hispanidad en América creo que nunca serán completamente asimilados; de hecho, desde el punto de vista demográfico para el año 2050 la suma de asiáticos americanos y latinoamericanos van a ser la mayoría en los EEUU. Es una realidad que ya no tiene vuelta, es irreversible, por lo tanto, creo que no van a ser fagocitados; de hecho, se van a convertir en la mayoría. Lo que enseño a mis estudiantes y a mis colegas en las charlas es que tenemos que empezar a pensar, y me incluyo ya que he pasado más de 30 años allí, tenemos que considerar la cultura hispana no como minoritaria, sino como ‘líder’ futuro en el futuro en el país más poderoso del mundo. Así es como tenemos que empezar a contemplar lo chicano y lo hispano; es el futuro del español y el futuro de los Estados Unidos

En la literatura del western ¿permanece aún la memoria de Toro Sentado y de Buffalo Bill Cody?

Mi hermana ya hizo una serie de ilustraciones y a continuación una ‘performance’; esta era toda una casa, un centro cultural como este con figuras del oeste americano; ahí Buffalo Bill y Toro Sentado jugaban papeles muy importantes. Era casi como cine; de hecho, realizó también un cortometraje basado en la masacre. Existe la posibilidad de que a medida que analicemos la política de los Estados Unidos aún encontremos a Buffalo Bill; en mi libro de poemas es una persona perversa y violenta y en fin…; tan solo hay que pensar en la figura de Trump. Toro Sentado es esa especie de intrahistoria como resistencia que existe en las Américas, resistencia de las culturas indígenas, de lo tradicional, de lo que representa este pueblo, las raíces, capaz de conservar lo que debiera conservarse para que el capitalismo salvaje no lo destruya todo. Creo que esa dicotomía todavía existe y en la política estadounidense se ve más que nunca. Lo que ocurre es que pocas personas conocen a los indígenas americanos porque olvidados… Investigué en las raíces de la América profunda, y en esas raíces encontré estas dos figuras que para mí simbolizan esa actualidad terrible que existe en América.

Juan Velasco Moreno. Fotografía: Eloy Rubio Carro / astorgaredacción.com

Toro Sentado tuvo una dimensión espiritual, no solo política…

No sé si leíste sobre la Danza de los Espíritus y recuerda la manera en la que murió: a manos de su propia de su propia tribu, de su propia policía. La Danza de los Espíritus es como una forma de resistencia; fíjate en lo que te decía de la poesía, el arte, la danza, la pintura, la escultura, cómo de repente esa Danza de los Espíritus que, para los indígenas era como recuperar su identidad, recuperar el elemento ancestral, sus poderes, se convirtió en algo subversivo; eso fue lo que finalmente produjo la masacre. Es una masacre histórica, la masacre de Wounded Knee.

Y como buen amante del jazz sin duda conoces la voz de Billie Holiday/Lady Day…

¿Y cómo sabes que soy amante del jazz?

¿Es verdad o no?

Es verdad.

Y de esta voz precisamente.

Y me encanta Billie Holiday. Es mi favorita; de hecho, estoy escribiendo un guión de cine, ahora en inglés, utilizando a Billie Holiday, su música y su vida, una vida muy dura como base para ese guion. Estoy sorprendido de que sepas esos secretos míos… Me encanta Billie Holiday; cada vez que la escucho me doy cuenta de que la letra es un poema. Ella misma componía sus canciones y la letra estaba basada en su propia vida; escucharlas me hace llorar y me hace reír; me parece una artista absolutamente increíble. Y el jazz me parece la gran contribución de la cultura americana al mundo occidental. Los afroamericanos nos dieron un gran regalo con esa forma musical.

Juan Velasco Moreno. Fotografía: Eloy Rubio Carro / astorgaredacción.com

Has fundado la ONG‘Programa Velasco’ ¿de qué se ocupa?, ¿cuál es el proyecto?

El proyecto empezó como algo tan sencillo como darles becas a niños en El Salvador. Estaba con gran interés pensando cómo podría ayudar a sacar a una comunidad de la pobreza. Comencé a investigar. La mayoría de los estudios realizados concluían que, si se invierte en los primeros siete años de vida de un niño, a partir de ahí es muy fácil que a los niños les vaya bien. A partir de esa edad, si ha tenido una vida complicada es muy difícil recuperarlo. Empecé con un programa de becas para niños para que fueran a una de las mejores escuelas de San Salvador; eran niños de un barrio muy muy pobre llamado San Ramón. A partir de ahí nos dimos cuenta de que para proteger al niño había que proteger a la familia. De inmediato nos dimos cuenta de que la mayoría de las familias estaba formada por las mujeres y sus hijos o nietos; los padres o habían  muerto a manos de las maras, o habían emigrado. Surgió una segunda dimensión: proteger a la familia, y ahí fue donde empezamos a desarrollar ese programa de empoderamiento de mujeres. Realmente lo que pretendemos es como una dimensión totalizadora de lo que es el empoderamiento através de la educación y también de la economía.

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