Por GONZALO BLANCO
Hoy he pasado casi toda la mañana (una más, Dios mío, en esta misión imposible) ordenando cosas que se han ido amontonando en los cuartos y huecos de mi alrededor. Que no han encontrado sitio y rol en el universo básico en que transcurre mi actividad, mi perra vida. Son un heterogéneo rebaño (frascos, tubos y objetos de pintura, pero también herramientas, y apósitos de medicina y papeles vírgenes de diferentes clases y texturas, pero también contenedores de gafas o regalos o protocolos y contenedores de madera o cartón esperando una presencia, un huésped, marcos vacíos, monederos y abanicos, carpetas, libros, jícaras erráticas del campo…. Una recua larga que ha vagado de un sitio a otro en función de prioridades de acomodo y de espacios disponibles y sobre los que llevo un tiempo largo sin pronunciar su nombre, sin tocarlos, sin usarlos, sin verter sobre ellos una mirada amable. Son “refugiados” en geografías escuetas que en su momento habitaban un territorio propio, tenían una misión. Hoy he pasado la mañana a impulsos de higiene y redención para ellos. Los he tenido en mis manos, han recibido el consuelo breve de mis ojos, se han albergado en suelos más humanos. Hace poco leí unas frases de Pepe Lozano en las que aludía a este asunto con una palabra peculiar: cosero.
“Una nonada ciertamente; y, a este respecto, nuestro yo de ahora mismo está desamparado. La relación profunda del hombre con las cosas, y de éstas con él, se ha roto. El hombre de nuestro tiempo no tiene cosero para guardar las cosas, y no tiene cosas. Las cosas sólo están ahí, se nos aparecen, y tienen relación con nosotros en tanto que las necesitamos para algo; ya no tiene ser de cosa individualizada, alargamiento de nuestra mano, compañía: este cántaro que era “el cántaro”, este plato que era “el plato”, estos cántaros y estos platos, y no otros cualesquiera; ahora quedan absolutamente indeferenciados, están hechos o fabricados ya con indiferenciación objetiva: cántaro añadido a cántaro, plato a plato como una inmensa repetición de lo mismo, polvo a polvo y ceniza a ceniza, día a día, objeto a objeto, que es el mismo objeto repetido y multiplicado, no cosa”. Jiménez Lozano. Retratos y naturaleza muertas. Ediorial Trotta 2000. Pág.63 ss.
La vida es con mucha frecuencia una secreción de objetos que si no se tiene relación con ellos se convierten en presencias incómodas sobre las que puede verterse de pronto una orden de desaparición o eliminación. Un exterminio súbito, dando con sus huesos en el contenedor de basura más cercano.
Hace tiempo comencé una reflexión escrita sobre esto y los paralelismos que se dan también con el ordenador, con su alma o disco duro donde vamos llenando archivos con etiquetas genéricas “Varia”, “para ordenar”, “cajón pendiente”… Son penales virtuales donde pasan un tiempo de frío y de condena y no regresamos a ellos porque otros materiales, otros habitantes, otras olas de emigración llegan con ganas de instalarse con un apuro de tiempo o encargo más acuciante
Pero lo peor es que esto ocurre seguramente también en la memoria, en el alma, en el corazón. Y allí hemos arrinconado en el trastero personal nombres vivos, recuerdos que una vez hicieron brotar sentimientos nobles, rostros o miradas con un mensaje intenso como un relámpago que imploraban respuesta urgente, recados tras los cuales se escondía seguramente una oportunidad de la providencia, pensamientos que impactaron nuestros ojos mientras leíamos el periódico, que hirvieron por instantes en la superficie de nuestro cerebro, Pero después han venidos nuevos correos, nuevas urgencias, un personal en tropel con prisas y fechas y cantidades…
¿Cómo domesticar este tráfico loco de lo que entra en nosotros y a lo que no damos tiempo de maceración como al vino, al que no le damos vidrio o madera apropiados para adquirir sabor y tono y grado?
¿Somos, al final, una corriente sin alma, una cauce por el que, como en algunos ríos sucios, bajan hacia el mar objetos, troncos putrefactos, plásticos deformes, aunque en su momento primigenio tuvieran el esplendor y el asombro de lo recién creado?
Cosero | Tam-Tam Press, aporte valioso. Me encanta vuestra web.
Me gustaMe gusta