‘Memoria de la luz’, exposición antológica de Luis Antonio Alonso

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Por MARIFÉ SANTIAGO BOLAÑOS

La complicidad se acepta cuando te sorprendes guiada por la propia obra, que ha roto los itinerarios previstos y te va llevando por senderos capaces de obviar lo superfluo, la escenografía, ahondar en el detalle y levantar el velo para que escuchemos la respiración enigmática de un estilo. La claridad señala, entonces, la dirección de la belleza y sus enigmas:

…está el dedo sabio y poderoso de una mujer suspendida, para la eternidad, en la lectura de un libro; está la huella de la vida siempre en vela cuando la silueta de un hombre es parte de la arquitectura del sueño. Están los reflejos del mundo, depositados como una premonición, en las aguas: instantes del rastro cósmico cuya tarea es distribuir los rincones de esta “Memoria de la luz”.

Así recorremos la exposición antológica de Luis Antonio Alonso Martínez, el pintor maragato nacido en Lucillo que ha querido inaugurar su reciente vecindad en el Val de San Lorenzo aceptando el ofrecimiento de Miguel Ángel Cordero –exquisito guardián de los tesoros depositados en el Val– de exponer en La Comunal.

La exposición invita  a despedidas y a reconocimientos. El público asiste al abandono de una etapa ya cerrada en la trayectoria de Luis Antonio Alonso, que ha dejado, sin embargo, semillas en el aire de lo que habrá de llegar. Cuando la abolición del orden esperado da paso a una actitud atenta, oficio y técnica superan la barrera protectora de lo evidente invitando a entrar en el proceso creativo. No es frecuente algo así, pero décadas de observación de la transparencia, las lecciones del Sagrado Teleno han hecho del pintor un peregrino de la luz y un testigo de su memoria. La generosidad exige, sin embargo, que sea el espectador quien encuentre el corazón de lo que aquí late, solo lo compartirá quien se deje llevar por el rumor de la luz en su andadura:

Le pido que deposite sus manos, como una ofrenda, sobre aquellos fragmentos que ocultan la luz. A estas alturas, él ya nos ha permitido atravesar la tela que ocultaba lo esencial, y su mano, extendida como un manto, es el umbral que invita a descender a los abismos de esos entramados líquidos que, con disciplina y tesón, aparecen en la pintura de Luis Antonio Alonso. Lluvia, ríos, la mar… E incluso esas otras aguas, las de la imaginación, las del inconsciente, las de la creatividad, que él elige cuando le pido fotografiarlo a la sombra del árbol que nos daría la llave para entrar a  la cueva de sus misterios. La conciencia reconoce, entonces, que en la obra elegida por su autor está el cobijo que permite a la mujer lectora continuar en la responsable tarea de registrar, para la eternidad, la “memoria de la luz”.

Algún día no lejano esta maestra transparente del pintor se mezclará sin miedo con los tejidos-textos que ahora intuimos, con las memorias siempre palpitantes que acompañan, todavía, a discursos detenidos en otras etapas. Luis Antonio Alonso contempla con cierta melancolía y con un inmenso agradecimiento la evolución de su pintura. Se refleja en ella él,  hace veinte, treinta años, cuarenta acaso, pidiéndole a la tierra pinceles para viajar como se viaja en los barcos y en los ojos de los antepasados. Piezas entrañadas que trasladan hoy al pintor al otro lado de las cosas, de sus cosas, de las cosas que quiere compartir. Como en el mito, el hilo lo ha llevado al centro de su propio laberinto, y lo ha regresado a ese lugar donde el asombro luminoso atraviesa las aguas que limpian de todo lo que ya es pasado abriéndole la valla, sin miedo, a lo mejor del porvenir. Mientras tanto, la suerte es asistir a la escritura de un relato, cuaderno de bitácora del proceso creativo, ese secreto…

(En Boisán de Somoza, verano de 2013)

Datos de la exposición:

  • “Memoria de la luz’ / Exposición antológica de Luis Antonio Alonso Martínez.
  • C.I.T. La Comunal. Val de San Lorenzo (Maragatería, León).
  • Hasta el 10 de septiembre de 2013.

4 Comments

  1. Muchas gracias, Marifé, en nombre de Luís que sabes que está reñido con el ordenador. Precioso artículo, la luz de la palabra hecha memoria. Un fuerte abrazo

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  2. La verdad es que la pintura de Luis sorprende, sobre todo en estos tiempos en los que, al parecer, si no pintas abstracto es que no eres pintor. El arte pictórico, como todo el arte, tiene que emocionar. Y en la pintura de Luis las emociones son tan vivas que parecen táctiles: la lluvia te moja los huesos, el frío del invierno te deja aterido, el sol poniente en verano te acaricia, los desnudos te sonrojan, … Es la evolución personal del impresionismo. Por eso gusta tanto. ¡Sigue pintando, Luis!. Javier Cons

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