
Una pertinente y sutil reflexión sobre un elemento de arte público, en Valladolid, en un lugar donde resulta imposible encontrar asiento…
Por CARMEN MARÍA PALENZUELA LÓPEZ
Sale una cansada, un posoperatorio; mira a los que fuman, solos o en grupitos, la noche apenas sin dormir. Alguien, debilísimo, recibe el alta tras dos meses de ingreso, casi un hilo y el vértigo de estar de pie. O un hijo escayolado; una mujer que parió antesdeayer; un padre que se marea; una madre esperando a un familiar… o se está muriendo tu amigo y necesitas aire.
¡Pues oye!, ¡todos de pie!, imposible hallar asiento en los alrededores del hospital.
—Voy a salir, que necesito hacer una llamada….
—Espérame un momento, que voy a por el coche….
—Salgo a echar un cigarrito…
Allí está una, de pinote, con el alma en los piés, mirando la Gran Ironía: unas sillas gigantescas que se apilan sobre nuestras cabezas; unas sillas inmensas, tan fuera de escala que resultan insultantes. Siéntese una liliputiense, tan tan pequeñita… ellas saludan al salir del hospital por si acaso no te has enterado ya de lo insignificante que eres:
—No das la talla, pequeña, sabemos que estás muy cansada pero no das la talla.
Quisiera ser entonces como Alicia, la que cambiaba de tamaño al comer una seta o una galleta o algo ASI, ¿lo venderán en farmacias?, ¿será con receta?.
Son sillas de adorno, ¡no todo iba a ser funcionalidad!…
Madre mía, qué peligro.
Dice mi amigo Paco que son para los dioses, pero yo creo, por la pinta que tienen, que ahí los dioses no se han sentado nunca ni piensan venir.
Valladolid , Agosto 2013.
Interesantísima reflexión sobre una pieza de arte público… Me adhiero a todo lo que sugiere, sí.
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Querida Carmen,
exquisita reflexión que merece otras mucho más duras de ¿una pieza de arte? Lo de público me cuesta escribirlo porque es tal bofetada a todos aquellos que con nuestro trabajo tenemos que «abonar» el hecho de que don Javier se levantara una mañana pensando en hacer un mal homenaje a Claes Oldenburg o que haya en esta, nuestra Tierra, políticos que defiendan una idea tan «desproporcionada» que creo que deberíamos hacer un levantamiento general entre todos los que con nuestro dolor, no siempre físico, nos acercamos al Río Hortega y nos encontramos con semejante barbarie.
Ojalá existieran los dioses de Paco para pedirles que por favor se llevaran cada uno su silla a su reino y nos dejaran unos preciosos árboles que dieran sombra a unas mesitas con sillas blancas e impolutas en las que un agradable camarero nos ofreciera un delicioso café con un croissant recién hecho para poder descansar la tristeza o el desánimo y, así, de paso dar trabajo a quién lo necesita en lugar de llenar el bolsillo de un Mariscal irreverente que no cree ni en los dioses ni en los hombres sino simplemente en sí mismo. Y eso que me caía bien este señor…
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Me alegra mucho comprobar que una persona que se dedica al arte, antepone la funcionalidad a algo que pretende ser una expresión artística. En tiempos de vacas gordas nuestros políticos, tan ignorantes en el arte como en tantas otras cosas, se dedican a despilfarrar los dineros de todos en obras faraónicas tan costosas como inútiles.
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Me parece una escultura nefasta y horripilante, que no te aporta nada.Que quiere decirnos? Q ahí dentro te tienes que armar de paciencia infinita…? Creo q una fuente habría estado perfecta. El sonido del agua es relajante. Y en un sitio como ese que cuando sales, sales abotargada, cansada y tu energía vital se ha quedado entre las cuatro paredes de una habitación. Por lo tanto, abogo a que quiten esa fea escultura. Y es la opinión de muchiisima gente.
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