La realidad y el deseo

BUENAS+NOTICIAS

Por MERCEDES ASENJO

Me dedico al absorbente, emocionante y hermoso oficio de la actuación. Ése que no permite otra actitud ante él que la pasión y que hace que me sienta como una persona privilegiada por tener la oportunidad de ejercerlo. Pero corren malos tiempos para la lírica y como actriz y como socia de una empresa de artes escénicas, me viene a la cabeza lo que más directamente nos atañe en nuestro día a día y que por desgracia tiene poco que ver con nuestro apasionante oficio: la subida del IVA, la dificultad de sobrevivir vendiendo bolos con cuentagotas porque el dinero es poco y la oferta mucha y el patio está más dispuesto a comedias y caras conocidas que a otro tipo de propuestas, el descenso escandaloso de los cachés, de los sueldos, del nivel de contrataciones… la dificultad para producir espectáculos nuevos porque los márgenes son tan exiguos que  apenas hay dinero para la escenografía, el vestuario, la publicidad, la contratación de un elenco generoso… El efecto dominó es inevitable.

Todos los oficios relacionados se ven afectados y todos somos más pobres, todo es más precario y mantenemos el tinglado con la ilusión  herida, muchos alfileres y eso sí, con dignidad.

Lo que ocurre es que no soy sólo actriz, ésa es sólo una de mis facetas, también soy madre de niños que asisten a una escuela pública, educadora, tengo sobrinos jóvenes sin trabajo, tengo cuñados en paro, soy hija y nuera de ancianos que tratan de vivir de una pensión, soy usuaria de los servicios sanitarios, soy una empresaria que ha tenido que despedir a trabajadores competentes, soy cliente de una compañía eléctrica con tarifas abusivas… y soy una ciudadana como los demás, que ve cómo se destruyen con premeditación y alevosía  conquistas sociales que había costado mucho conseguir y por las que hubo algunas personas que incluso dieron su vida.

Cada mañana me levanto y cumplo con mi ritual de día recién estrenado. Lo primero que hago es poner la radio con la secreta esperanza de oír una noticia que me alegre la jornada a mí y de paso al resto de mis sufridos conciudadanos; una brizna de hierba en mitad del yermo, un girón de claridad abriéndose paso en la angustia que nos devora la esperanza nuestra de cada día, un mendrugo de aliento que llevarnos al alma, algo que nos indique que por fin hay signos de recuperación real.

Por poner algunos ejemplos:

Que el paro ha descendido porque hemos sido capaces de tener imaginación para reorganizarnos y de hacer un reparto más equitativo de las tareas y de los beneficios.

Que no hay personas pasando hambre, al menos en España (porque esperar que esto pase en el mundo en general me parece en este momento una pretensión desmesurada para la realidad que nos rodea).

Que por fin se está pactando una ley de educación consensuada, con vocación de futuro y  en la que la escuela pública es impulsada de forma que se garantice una educación de calidad para todos nuestros niños y niñas (que van a la escuela para aprender a pensar y no para ser adoctrinados), para nuestros jóvenes, porque nos hemos dado cuenta de que hay que abrirle la puerta al futuro pero no para que salgan por ella en busca de alguna oportunidad para sobrevivir sino para que lo compartan con nosotros.

Que se está trabajando por mantener la ley de dependencia, porque las personas importan y todos los ciudadanos somos iguales en obligaciones y en derechos.

Que nuestra sanidad pública, ésa de la que nos sentimos tan orgullosos frente al mundo por haber sido capaces de llevar a cabo el sueño de cualquier ciudadano de ser atendido y ayudado cuando es más vulnerable y que otros países incluso quieren copiarnos, está saliendo reforzada de esta crisis porque nuestra apuesta está en defender lo que  tenemos de bueno.

Que los bancos han dejado de ejecutar las hipotecas y se han sentado a negociar con los clientes formas de pago adaptadas a las actuales circunstancias y han abandonado las prácticas carroñeras de años atrás.

Que el dinero robado ha sido devuelto, que los sueños robados han sido restituidos, que la ilusión robada ha sido renovada, que los derechos robados han sido recuperados y que los ladrones están en la cárcel.

Que la Iglesia ha dejado de colarse en nuestras casas, en nuestros cuerpos, en nuestra vida política, en nuestras escuelas, en nuestra cama y en nuestro corazón.

Que hay un ministro de Justicia que hace honor a su nombre y que no trata de adoctrinarnos con sus leyes.

Que los países son dueños de sus destinos y no están a merced de los mercaderes.

Que se está trabajando para el futuro, que la política no es una cuestión del “aquí y ahora” y de enriquecerse lo antes posible y de expoliar el estado que somos todos, para que los reinos de taifas atesoren el máximo posible en muy poco tiempo y después “a vivir hasta morir”. La política tienen su razón de ser en su voluntad de servicio al bien común y los que no lo entiendan así deberían ser barridos de ella para siempre.

Que se ha modificado la ley electoral y que no va a haber campaña electoral porque los ciudadanos tendrán acceso a las diferentes propuestas de los partidos y votarán en consecuencia, que no están los tiempos como para derrochar el dinero en propaganda.

Que  las palabras han recuperado su sentido primigenio y su dignidad y han dejado de estar retorcidas, manipuladas, contaminadas y pervertidas hasta dejarlas exhaustas y vacías y por eso ya nadie las puede prostituir en su discurso como mejor le convenga.

Que la cultura es apoyada y paga impuestos razonables, adaptados a los ingresos que genera, y que es de fácil acceso a todos los ciudadanos y se potencia la cultura en la educación porque se sabe que los ciudadanos instruidos, cultos y con criterio no son una amenaza sino que construyen una sociedad mejor.

Todo esto espero cuando enciendo la radio. Debe de ser porque todavía estoy dormida y creo que soñar es una de esas pocas cosas que todavía no han privatizado, pero no dura mucho porque me despierto con una bofetada de realidad en plena cara y después me conecto a Facebook y allí hay más realidad agazapada en cada noticia. Entonces me indigno, comparto mi indignación con mis “amigos”, doy a “me gusta” en un montón de cosas en las que lo que debería poner es “me horroriza” y dejo escapar mi desilusión por la espita digital que nos proporcionan las redes donde estamos todos clasificados, controlados y formalmente cabreados.

Sólo cabe esperar a que haya de nuevo elecciones y ver si entre todos somos capaces de encontrar una opción que haga viables los sueños, pero antes de saber el resultado nos habremos gastado un dineral escuchando un montón de discursos, mensajes y slogans de unos y otros elaborados con el único fin de convencernos y  de decirnos que A es B y que B es A y cuya pretensión es hacernos comulgar con ruedas de molino…. igual de rancios  e igual de ineficaces. Algunos no votarán y otros volveremos a preguntarnos si sirve de algo e iremos a las urnas sin ilusión, con la esperanza de que al menos no triunfe la opción que nos parece peor. ¿De verdad no vamos a ser capaces de crear, de provocar ningún panorama mejor?

Creo que se lo debemos a todos los que lucharon por conseguir todo lo que  nos estamos dejando arrebatar. Y también se lo debemos a nuestros hijos, para poder mirarles a los ojos en el futuro sin agachar la cabeza por la batalla que no libramos cuando tuvimos que hacerlo.

 — — —
*Mercedes Asenjo es actriz, socia y trabajadora de Teatro del Azar.

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